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Adiós a Willy Crook, el saxofonista más versátil en la escena del rock nacional

El ex integrante de Los Redonditos de Ricota y líder de los Funky Torinos, símbolo del funk nativo, murió luego de quince días de estar postrado por un ACV. Tocó con Pappo, Charly García y los Abuelos de la Nada entre otras bandas y fue telonero de James Brown y David Bowie en sus visitas al país


Si se habla de funk en Argentina, es probable que el primero mencionado sea el saxofonista Willy Crook, tal vez porque de alguna manera su giro hacia esa rítmica fue acentuándose cada vez luego de que, allá lejos y hace tiempo, abandonó a los Redondos.

Pero Crook no sólo tocaba funk, el soul, el rymth & blues y el rock calzaban muy bien en su repertorio y el ensamble que producía lo situó en la escena rockera como un miembro destacado desde sus primeros lances en esa gran banda que comandaba el Indio Solari y con quien grabaría los primeros dos geniales discos Gulp y Oktubre.

Desde 1986, año en que dejó los Redondos, hasta mediados de los noventa, Crook siguió afianzándose en su instrumento y en 1997 armó una banda que daría que hablar. Se trató de los Funky Torinos, formación que integró junto a Miguel Zavaleta, Daniel Melingo y Fernando Samalea y con quienes le dieron fuerte y preciso al funk, al rymth & blues y al acid-jazz.

La banda grabó doce discos de estudio y el último registro, titulado Reworked, fue nominado como mejor álbum de música electrónica para los Premios Gardel.

La versatilidad, una práctica constante

Willy Crook fue un músico versátil, porque además del saxo, componía, cantaba y tocaba muy bien la guitarra. Todo indica que su afición estuvo más ligada al instrumento de viento, sin embargo él no lo sentía tanto de ese modo.

“Más que el saxo me gusta el bajo, soy casi adicto diría; el saxo me gusta escucharlo pero creo que no me dediqué lo suficiente para sacarle los sonidos que me hubieran gustado”, dijo hace unos años en una entrevista de una revista especializada.

Crook tiene una extensísima lista de colaboraciones en buena parte de las grandes bandas argentinas y solistas.

Desde Charly García, Los Abuelos de la Nada, Los Fabulosos Cadillacs, Sumo, Los Gardelitos, Virus, Riff, Memphis la Blusera, Illya Kuryaki & The Valderramas, Los Encargados, Andrés Calamaro, La Mona Jiménez, Viejas Locas y Gillespi, entre los nativos, hasta algunos internacionales como Rita Marley, Los Toreros Muertos, Gotan Project, Alvin Lee y Echo & The Bunnymen.

Además fue telonero de los shows de James Brown –que el rey del soul y el funk eligió personalmente entre las opciones que le presentaron– y de  nada menos que de David Bowie, quien lo había estado escuchando en grabaciones que el mismo Crook le había hecho llegar a través de su productora.

Poco tiempo después de los Redondos, Crook tuvo su experiencia en una de las formaciones  de heavy metal más refinadas, Riff, la poderosa máquina sonora que lideraba Pappo, con quien el saxofonista había hecho muy buenas migas desde hacía mucho.

Fue el excelso violero el que lo convocó porque quería ver “qué tenía un saxo para decir en medio de una avalancha de rock heavy”, como se lo explicó personalmente al inicio del primer ensayo.

Su participación quedaría registrada en el disco Paladium’86, una suerte de edición fantasma –sin sello a la vista– que Riff sacó a mediados de los 90.

Eso fue una muestra de la posibilidad de Crook de moverse en rítmicas emparentadas, pero muy disímiles, con notable eficacia, tal como lo demuestra también su inclusión en el único disco que sacaron Los Encargados, la sutil y preciosista banda de Daniel Melero, que a todas luces era lo opuesto al demoledor bagaje de Riff.

Pura energía para la escena

Crook no solo tocaba sino que –cuando la oportunidad lo ameritaba–, no se privaba de opinar de cuestiones ligadas a la práctica musical y a sus pormenores y en las cuales él creía firmemente.

En ocasión de responder acerca de si con las nuevas tecnologías todo el mundo podía acceder al universo de la música, apuntó: “La autenticidad ha sido desplazada por la cantidad. Ahora es mucho más fácil acceder a instrumentos y a estudios caseros con suculentos bancos de sonido. Así mucha gente se vuelca a la música, cosa que es de festejar”.

Y continuó en referencia directa a los nuevos creadores: “Ahora bien, considerando el panorama de posibilidades de una, dos y tres generaciones previas, que protagonizaron la precaria o nula calidad adquisitiva, la marginalidad y la libertad del rock –desaprobada y reprimida por el sistema generando imaginarios muy poderosos– no resiste el menor análisis que la mayoría actual de los compositores, con un único objetivo de éxito social, se limita a seguir un estilo clonando con mayor o menor felicidad a deidades de masivos, fáciles y discutibles géneros”.

A la sombra de estas experiencias, de Crook puede decirse sin exagerar que fue un músico que buscaba el lugar donde expresarse mejor, incluso con los Funky Torinos, con los que intentaba arriesgar el sonido logrado yendo por algunos otros senderos.

Los shows en vivo de la banda eran realmente magníficos y allí se manifestaba toda su creatividad para aportar desde la propia cosecha a los aires del funk y del blues; pero al mismo tiempo y en primer lugar tenía lugar una absoluta entrega a la escena.

“Creo que si no se hace un show poniendo todo lo que tengas y todo lo que en ese momento sentís, no sirve para nada. La gente siempre está esperando eso y aunque ese día no te sientas con todas las luces o no tengas ninguna empatía, cuando estás sobre un escenario tenés que exigirte para pelar toda la energía que siempre se tiene guardada en algún rincón”, confesaba acerca de lo que pensaba que era un vivo.

En la búsqueda de ser mejor persona

En 2019, mientras hacía lo que sería su última gira junto a los Funky Torinos, que ahora lo acompañaba en su carácter de solista, y con la que había grabado Lotophagy, también su último disco, largó sin preámbulo lo siguiente cuando le preguntaron cómo veía su futuro: “Es bastante amplio, pero quiero ser mejor persona o morirme. Lo que sea que pase primero”.

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Por el poco tiempo transcurrido podría suponerse que pasó lo segundo, pero nunca se va a saber exactamente si algo de lo primero estaba ocurriendo.

Willy Crook murió este último sábado, a los 55 años, luego de batallar con una postración producto de un ACV sufrido el pasado 9 de junio.

Al principio se le había augurado una recuperación pero apenas un poco después entró en terapia intensiva y no volvió a estar consciente hasta que dejó de respirar.

La magia e inspiración de un músico fecundo se apagó y aunque menudamente explorado, ahora un saxo queda tieso y sin soplo alguno.

 

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