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Acusan a policías de encubrir a joven acusado de homicidio

Por Ana Laura Piccolo.- A un año del crimen de Claudio Colli, sus familiares aseguran que el imputado tiene captura pero pasea por el barrio.


Hace justo un año, un crimen perpetrado con total impunidad sumaba otra muerte violenta en Tablada. Ocurrió a las cuatro de la tarde dentro de un colectivo de la línea 143 roja que se detuvo en la esquina de 1º de Mayo y Centeno para levantar pasajeros, entre los que había unos diez muchachos que planeaban celebrar el Día de la Primavera en La Florida. Caio, un adolescente de 17 años, fue el segundo en subir al ómnibus pero en pocos segundos cayó despedido a la vereda tras recibir un disparo por la espalda que le causó la muerte, en tanto el chofer continuó la marcha. En el ínterin, su matador había ingresado por la puerta trasera del colectivo, gatillado, y vuelto a bajar para darse a la fuga en una moto conducida por un chico de la misma edad que la víctima.

La muerte de Caio fue una primavera negra para todas las personas que lo amaban, que eran muchas. No sólo porque había logrado alcanzar la adolescencia sin ser atrapado por el consumo de tóxicos, un destino común que encuentran muchos pibes de los barrios pobres, sino porque su ingreso al Proyecto Joven de la Municipalidad lo había incentivado a sacar a chicos de la droga y de la delincuencia convirtiéndose en una suerte de referente.

Ayer, anticipando el aniversario de su muerte que se cumple hoy, familiares y amigos de Caio realizaron una sentada pacífica en la puerta de Tribunales con un claro objetivo: ser atendidos por el juez de la causa, Alejandro Negroni, para que les informe por qué el joven imputado de asesinar a Colli “sigue sus andanzas por el barrio como si nada, pese a que desde hace un año existe un pedido de captura” sobre su persona.

“Es una burla, la Policía lo está encubriendo. El asesino de mi hijo va a visitar a su nene todos los días, lo lleva a la escuela (un jardín ubicado en inmediaciones de Grandoli y Gutiérrez) y pasa por mi casa y amenaza a mis otros hijos. Estoy segura que hay complicidad policial de los efectivos de Homicidios y de las comisarías 11ª y 16ª. Sabemos que Nahuel O. tiene un familiar en la Policía y por eso lo protegen. Por eso y porque es soldadito (vende drogas) de la Gringa”, dijo la mamá de Claudio Colli en relación con el búnker que funciona en alrededores de Colón y Ameghino cuya actividad, según el testimonio de varios vecinos, es diurna y nocturna.

“La Policía cobra plata. No puede ser que un patrullero del Comando esté custodiando las 24 horas un quiosco de drogas mientras una madre está llorando a su hijo”, agregó una vecina en relación con el mencionado búnker y remarcó: “Se burlan de la desgracia de ella. El otro día iba el Comando atrás de él (Nahuel O.) que anda todo el día por todos lados”.

“Venimos a Tribunales a pedir justicia y el pronto esclarecimiento. Caio tenía 17 años y Nahuel lo mató. Y como nosotros no tenemos plata, no tenemos justicia. Ellos tienen protección policial porque la pagan con dinero de la droga, con el mismo dinero que compran armas caras”, dijo una adolescente de la zona que participó de la sentada.

“Yo quisiera que vayas al barrio y preguntes quién era Claudio Colli”, dijo con orgullo y tristeza su mamá Cristina, tras enumerar las actividades que llevaba adelante el muchacho. Ayer, luego de una movilización de la que participaron unas 50 personas, la mujer fue atendida por el juez de Instrucción de la 15ª Nominación, Alejandro Negroni.

“Le expliqué al juez que esto así no puede seguir más. Que la Policía se burla de nosotros y no lo agarran. Le dije de todas las veces que les avisamos y no hicieron nada y que tuve que dejar de mandar a mis otros dos hijos a la escuela porque tengo miedo. El juez me prometió que iba a sacarle la causa a los de Homicidios y derivarla a Seguridad Personal”, contó Cristina.

“Mi hijo no se drogaba. No fumaba, no robaba. Había empezado a trabajar en el Proyecto Joven de la Municipalidad. Él quería sacar a los chicos de la droga, de la delincuencia y los llevaba a los talleres. Iba casa por casa a despertarlos para ir a trabajar. Tenía el pelo hasta la cintura y esperaba que Central salga campeón para cortárselo. Quería estudiar cine y estaba por filmar con los chicos del taller una película en parque Sur; no tuvieron tiempo”, concluyó Cristina.

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