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Activo, “en tiempos difíciles”

El siempre innovador Juani Favre acaba de editar “Despierto en la sombra”, su octavo disco con canciones y habla del proceso de producción de este nuevo material, que contó con la participación de Líder de Babasónicos, Adrián Dárgelos.


Rosario es una ciudad prolífica en cantautores, y estilos. Entre ellos, y dirigiendo su trabajo hacia distintas disciplinas, el también creador de música para teatro Juani Favre, ocupa un lugar destacado en la escena.

Tras varios años de trabajo y dedicación a una profesión que se le manifestó desde muy pequeño (a los 3 años compuso su primer tema), editó Despierto en la sombra, su octavo disco, un material difícil de clasificar en el que buscó simpleza y austeridad, pero con pinceladas de una experimentación musical que dota de originalidad sus producciones.

Juani es multiinstrumentista, productor y docente. Comenzó su carrera en los 90, en el circuito underground de la ciudad y formando parte del colectivo artístico y sello discográfico Planeta X. Su segundo disco, Sos mi tren, llamó la atención de Adrián Dárgelos, vocalista de Babasónicos, quien se contacto con él y termino produciendo, varios años después, su séptimo CD, La flor salvaje.

Grabado entre Buenos Aires y Rosario con la participación de varios invitados especiales y la particularidad de contener un tema compuesto en conjunto con el propio Dárgelos, Despierto en la sombra fue editado por Bultaco, el sello de Babasónicos, y tendrá su presentación oficial este fin de semana en la ciudad.

Juani, quien toca acompañado por su banda La Paz Ciencia, integrada por Natalio Rangone, Franco Santángelo, Julián Sanzeri, Martín Salvador Greco, Luciano Corvalán y Daniel Menegozzi, repasó el proceso de producción de su nuevo disco, habló de la sociedad actual y de la escena rosarina en un profundo dialogó con El Ciudadano.

—“Despierta en la sombra” es un disco despojado pero al mismo tiempo de cierta complejidad ¿Cómo fue el proceso de grabación?

—Eso tiene que ver con la producción artística, con Adrián Dárgelos y Gustavo Iglesias, que también fue el ingeniero de sonido. Hicimos bastantes grabaciones, incluso con sesionistas. Después, Iglesias hizo una selección de los arreglos, un refinamiento. Es muy importante para cualquier obra artística el regirse por ese famoso criterio del “menos es más”. También tuvimos en cuenta eso en la selección de los temas: hicimos un disco breve. Nos gustaba más vaciar que llenar de información porque, justamente, estamos en una época de sobreinformación. Son estrategias para trabajar esa problemática actual pero buscando un punto medio, proponiendo al otro y a uno mismo tomarse un tiempo. Eso me hace pensar mucho en el teatro y la danza, que son disciplinas que me gustan y en las que trabajo. Por ahí pasan 5 o 10 minutos y no pasaron muchas acciones y la gente se desespera, quiere agarrar el teléfono, es todo un esfuerzo permitirse un rato.

—El disco está pensado para escucharlo de corrido en épocas en las que se escuchan temas sueltos…

—Tiene un recorte bastante concreto de una época, porque los temas fueron compuestos en el mismo período y tienen una temática compartida que tiene que ver con el título. Despierto en la sombra es mantenerse activo en un momento difícil; considero que estamos en un momento difícil en varios aspectos, como país, y también en cuestiones sociales como el vuelco al excesivo individualismo y cierta pérdida de valores. Entonces es importante mantenerse atento a las posibilidades que pueda tener este tiempo pero con cuidado, por eso está la cuestión de la sombra, no la exposición que te destruye rápidamente sino cuidarse pero estar activo, despierto, participando.

—¿Cuál es la principal dificultad de este tiempo?

—En el campo de lo artístico, hay una excesiva fragmentación. El otro día charlaba con compañeros de Planeta X, con los que durante muchos años tomábamos consignas del Mayo Francés o del Situacionismo, que decían que el arte debería estar más en la vida cotidiana de todos que en una elite, como fue siempre. Eso está pasando pero también en eso se pierden cosas que pueden tener cierto valor. Un compañero del sello Los Años Luz me dijo que hay una especie de crisis de curaduría, y yo acordé. Al haber tanta información, no están las posibilidades de establecer ciertos criterios sobre esa información, ver qué de eso puede ser útil y qué no. Da la sensación de que todo se pierde como en una especie de maraña.

—Hablaste de Planeta X y de otros sellos que funcionan en Rosario ¿Cómo vez el under local?

—Rosario es una ciudad con muchísima producción cultural, siempre ha sido una usina. En ese sentido, está totalmente vital. Después, las condiciones se complican, se trabaja con dificultad. Hay pocos lugares para tocar y no existe la costumbre de incorporar en la vida cotidiana producciones culturales hechas acá y artesanalmente. Hay personas que incorporan a sus vidas productos artesanales y otras que prefieren los industriales, que son la mayoría. Mientras esos hábitos no se transformen, siempre va a ser muy pequeño el porcentaje de personas que le puedan prestar atención a lo que viene por fuera de lo emvasado a niveles masivos.