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Mundial de las pibas

¡Abran cancha, llegamos!


“Queremos un fútbol donde los besos no sean una prenda, las mujeres cobremos por jugar y no existan manuales «para tener alguna oportunidad con una chica rusa» ¡Abran cancha, llegamos las pibas!”. El pasado 3 de junio, el Monumento fue testigo del clamor de miles de mujeres que también empiezan a reclamar su lugar en el fútbol, donde el gen patriarcal parece difícil de erradicar: el deporte dejó de ser ajeno a las organizaciones feministas, y en la última la marcha de Ni Una Menos el comunicado expuesto puso la redonda como eje de reclamo. Tiene razón Noelia Figueroa, militante del colectivo y de Mala Junta. “En épocas de Mundial, todo lo vinculado al fútbol tiene otro impacto”.

Un Parque Nacional a la Bandera teñido de verde y violeta juntó a miles de mujeres por cuarto año consecutivo para gritar “Ni Una Menos”. Los ejes no sorprendieron, son la bandera de un cambio necesario: exigir más acciones del Estado contra la violencia machista, pedir la aprobación de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, y repudiar el acuerdo del gobierno de Cambiemos con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Pero algo llamó la atención: por primera vez se hizo mención al fútbol. Y tiene lógica, ya que es un deporte cómplice y reproductor del sistema patriarcal.

Tal vez por eso cuando se consultó al actual director técnico de la selección argentina, Jorge Sampaoli, sobre el atraso del fútbol ante los avances socio-culturales que se están dando en Argentina, la incomodidad del DT estuvo a la vista. Es que, por más abierto que pueda estar en su cabeza Sampaoli sobre los temas de género, la realidad es que el mundo del fútbol está impregnado de un machismo tan obsoleto que asusta. ¿O acaso Mauro Icardi no se pierde el Mundial por haber transgredido límites que el ambiente futbolero no acepta?

La grieta está, la división entre hombres y mujeres en el fútbol argentino es inmensa. La selección masculina mueve millones y las empresas se matan por tener a las estrellas del equipo en sus publicidades. En cambio, las chicas tuvieron que hacer paro porque AFA les debía 18 meses de viáticos, y la presentación de la camiseta que estrenaron en la Copa América tuvo como modelo… ¡A una modelo!. Otra muestra de que AFA piensa con un atraso sociocultural preocupante.

Incluir este año al fútbol en la lectura de “Ni una menos”, no sólo tiene que ver con la nueva edición de la Copa del Mundo, sino también con que los feminismos están interpelando todos los espacios e instituciones. Y el fútbol es uno de ellos.

Discriminación, desigualdad en relación con las inversiones y al presupuesto, las dificultades que tiene una mujer para practicar y vivir del fútbol en la Argentina es una realidad que está a la vista. Y, para cambiar eso, lo primero que hay que hacer es ponerlo en el eje del debate.

“El fútbol es un negocio”, es la frase que sirve como excusa para mantener este sistema patriarcal, que además incluye redes de trata y abuso, como salió a la luz en el último tiempo a partir de denuncias en Independiente, pero que para la mayoría de la gente del fútbol “siempre sucedió y nadie decía nada”.

Los ejemplos de misoginia o de ese altruismo machista abundan, surgen espontáneamente, con la misma naturalidad que se tira un caño en de la cancha. Puede ser una página de un curso organizado por AFA donde se instruye “cómo levantar a una mujer rusa”, o en la publicidad de TyC Sports, el canal del Mundial, como dice el eslogan, que tuvo que ser levantada el mismo día de su emisión por el repudio lógico de un comercial que incluía contenidos homofóbicos y machistas. Pero, antes de no aparecer más en el aire, hubo gran cantidad de “me gusta” de reconocidos futbolistas, periodistas e hinchas, muchos de los cuales borraron luego su aprobación.

Las agrupaciones feministas se hicieron eco de los reclamos de miles de mujeres que vivimos inmersas en un ambiente misógino como el del fútbol. Porque ya dejó de ser exclusivo de ellos, porque son muchas las que lo juegan, las que lo dirigen, las que van a la cancha y copan las tribunas. Y también las que lo comentamos, por pasión y por amor al deporte. Todas embanderadas para que algo cambie.

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