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A una semana del balotaje, Dilma es favorita

Según las encuestas, la candidata del oficialismo se perfila para ser la próxima presidenta de Brasil.

En una semana, 135 millones de brasileños volverán a las urnas para elegir al próximo presidente. La disputa es entre la candidata oficialista, Dilma Rousseff, y el opositor, José Serra. Todas las encuestas muestran como favorita a la elegida por el mandatario Luiz Inácio Lula da Silva.

La segunda vuelta electoral del domingo 31 para elegir al cuadragésimo presidente brasileño, tras una campaña marcada por las acusaciones y las imputaciones cruzadas, también permitirá definir la elección de gobernadores en 9 de los 27 estados federales del país.

Las encuestas difundidas en los últimos días por Ibope, Vox Populi y Datafolha coincidieron en darle a Rousseff una ventaja en torno a los 12 puntos sobre Serra, mientras que la consultora Sensus redujo la diferencia a 6 puntos.

En la primera vuelta del 3 de octubre, la fórmula Dilma Rousseff-Michel Temer que lleva adelante la coalición encabezada por el Partido de los Trabajadores y el Partido del Movimiento Democrático Brasileño(PT-PMDB), logró el 46,91 por ciento de los votos, es decir unos 46,7 millones de votos válidos. La segunda fórmula más votada fue la de José Serra-Indio da Costa, que representa a la alianza del Partido de la Social Democracia Brasileña y el Partido Demócratas (PSDB-DEM), que sumó el 32,61 por ciento de los votos que representan 33,1 millones de votos.

La figura del presidente Da Silva, cuya popularidad superó esta semana el 80 por ciento de imagen positiva, habría resultado determinante en la suerte de Rousseff en la carrera presidencial y su participación animó muchas de las presentaciones que cumplió la candidata oficialista en todo el país.

Pero otra figura que resultó casi protagónica en esta campaña de segunda vuelta fue la ex presidenciable del Partido Verde, la también ex ministra lulista Marina Silva, y sus 19,3 millones de electores que contribuyeron para forzar a una segunda vuelta y para romper una tradicional polarización de centroizquierda y centroderecha. Silva se proclamó neutral para el próximo domingo.

Más allá del juego de apoyos y alianzas que caracteriza a la política brasileña, la campaña de la segunda vuelta mantuvo el clima de escándalos, denuncias, acusaciones mutuas de calumnia, en el marco de una “guerra sucia” que podría tender a arreciar en los últimos siete días de proselitismo. Existió un debate entorno al aborto y temas religiosos, basado en declaraciones de Rousseff, pero la campaña de esclarecimiento que adoptó el comando del PT multiplicando el contacto con los líderes religiosos y el compromiso firmado que adoptó la candidata en defensa de la vida, permitieron al oficialismo neutralizar la caída y retomar el impulso registrado esta semana.

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