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Este sábado al mediodía

A los 80 años murió la popular cantante Violeta Rivas

La popular cantante con particular masividad en las décadas del 60 y el 70, falleció este sábado al mediodía en el Hospital Güemes de la ciudad de Buenos Aires aquejada por problemas renales


La popular cantante Violeta Rivas, con particular masividad en las décadas del 60 y el 70, falleció este sábado al mediodía a los 80 años en el Hospital Güemes de la ciudad de Buenos Aires aquejada por problemas renales, informó a distintos medios de prensa su marido, Néstor Fabián.

Dueña de una trayectoria artística de más de 50 años, casi tantos como su matrimonio con Fabián, la cantante y actriz había sido internada en los últimos días en el Sanatorio Güemes, debido a una afección renal.

Había nacido en Chivilcoy, provincia de Buenos Aires, con el nombre de Ana María Francisca Adinolfi. Y en su ciudad de origen ganó su primer concurso de canto: tenía apenas cinco años. Poco después se fue a vivir con su familia a Parque Patricios, el primero de los numerosos barrios porteños donde se crío, tras varias mudanzas, y comenzó a estudiar piano y canto lírico.

Tras participar de distintos concursos de canto, como en el Teatro Marconi y Radio El Mundo, obtuvo su nombre artístico cuando fue contratada por la compañía RCA. Firmó su contrato y empezó a ganarse la vida como artista. Pero la fama la alcanzó en la década del 60, siendo integrante de la llamada Nueva Ola, una serie de figuras jóvenes que derivaron en el programa televisivo El Club del Clan, de Canal 13. A partir de ahí, todo cambió para ella.

En 1964 comenzó su relación con el cantante de tangos Néstor Fabián. Tres años después dieron el sí en la Iglesia Nuestra Señora de Guadalupe, en Santa Fe, para cumplir con una promesa del novio. La ceremonia fue multitudinaria y con una gran cobertura de la prensa. Tuvieron una hija, Analía. Y con las décadas solidificaron un amor que se mantuvo lejos de cualquier escándalo.

Muchos años después, invitada al programa de Susana Giménez, la misma Analía contó una anécdota que retrata el amor y la constancia de los seguidores de su madre y lo acostumbrada que estaba a recibir esas muestras de afecto: “La siguen muchas personas, siempre y está tan acostumbrada… Un día estábamos caminando por Belgrano, se acerca un señor, la saluda y claramente se la quiere levantar. Ella pensaba que la conocía hasta que le preguntó cómo se llamaba”, recordó entre risas.

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