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A Hollywood no le hubiera salido mejor

Por David Narciso

Pocas veces pasaron tantas cosas en un mismo lugar como la semana que terminó en Rosario. En siete días cayó preso el empresario de la prostitución más conocido de la ciudad; se jugaron tres partidos en cuatro días que movilizaron 50 mil personas por noche; la UTA clavó dos paros sorpresivos a la hora que empezaban los partidos y cuando decenas de miles de trabajadores volvían a sus casas; ejecutaron con precisión de cirujano al jefe de la banda delictiva más peligrosa de la ciudad, y en los dos días siguientes mataron de igual forma en dos ataques a tres hombres y una mujer resultó herida de gravedad; el viernes una marea de policías de todos los rincones de la provincia menos de Rosario cayeron sobre el feudo de la familia-banda de Los Monos, donde lograron detener a cinco integrantes del clan, secuestrar armas, dinero, estupefacientes, vehículos e ir en busca de conexiones en domicilios de Funes y Baigorria, donde los policías encontraron boquetes abiertos a mazazos en paredes (signo de que al mejor estilo mexicano rompieron para sacar a los apurones dinero escondido y huir), comida de los perros sobre la mesa recién servida y lavarropas que quedaron lavando (ropa). Sin dudas, una semana estresante.  A Hollywood, el guión no le hubiera salido mejor.

Parte del problema

Podrá decirse que las cosas tuvieron que llegar a donde llegaron para ver una reacción, pero pareciera que algo está cambiando. Desde el cierre de La Rosa hasta el megaoperativo del viernes fueron posibles porque se está corrigiendo el enfoque político del problema y porque la Justicia está haciendo trabajo adeudado.

La ejecución de Claudio Cantero, jefe de Los Monos, aceleró tiempos y aceitó la coordinación entre Poder Ejecutivo y Justicia, lo cual derivó en los procedimientos del viernes.

El hecho de que ese megaoperativo se hiciera con policías de la Guardia Rural y de otros puntos de la provincia indica que finalmente se comprendió que es imposible combatir el crimen organizado con la Policía de Rosario porque es parte del problema. La decisión, meses atrás, de traer comisarios del centro-norte provincial para ocupar los cargos de jefe y subjefe de la Unidad Regional II fue la primera señal en ese sentido.

Aun así, toda investigación es vulnerable, como lo demuestra la detención de un policía acusado de ser informante de Los Monos y que revistaba nada menos que en la flamante Secretaría de Delitos Complejos.

Infiltrados

Aún cuando en las últimas horas se destacó la silenciosa labor de la secretaria de Delitos Complejos Ana Viglione y de funcionarios del Poder Judicial, es evidente que al desatarse el megaoperativo hubo quienes avisaron, por eso hay dos de los pesados del clan Cantero que lograron fugar y lo del lavarropas funcionando y el boquete en la pared a las apuradas.

Lo escandaloso de la complicidad policial es que en la Unidad Regional II parece exceder el caso de oficiales o grupos de oficiales y extiende la sospecha de que el aguante tenía una dimensión institucional. Los Monos, los Bassi en Villa Gobernador Gálvez (su líder, el Pollo, a la hora que se escribió este artículo tenía pedido de captura) y en su momento Pimpi Caminos, así como otros apellidos que referencian bandas con control territorial en la distribución de estupefacientes, consiguieron consolidarse no sólo por uniformados infieles sino también por omisión. No hay otra forma de explicar la dimensión que alcanzó el negocio y tantos años de impunidad.

Política y Justicia en deuda

Todos los análisis y opiniones hoy se concentran en las responsabilidades del gobernante Frente Progresista que desde 2007 exhibió inconsistencias en políticas de seguridad, sumadas a la ausencia de cuadros capaces de llevar adelante el cambio prometido y la débil conducción de la fuerza policial. Pero a eso debe agregársele que ninguna de las bandas mencionadas son nuevas en su metier, sino que llevan más de una década de disputas y crecimiento. También crecieron durante los gobiernos anteriores, cuando no se los tocaba mientras mantuviera cierto orden en sus territorios.

Pero además de las responsabilidades de la política y la eventual complicidad de algún funcionario, también tiene una profunda deuda la Justicia, tanto provincial como federal.  En estos casos sí que se puede decir que los miembros de estas bandas entraban por una puerta y salían por la otra. Ya sea por miedo, en algún caso complicidad o simplemente  comodidad, la ineficacia del sistema para perseguir el crimen organizado, salvo honrosas excepciones, fue escandalosa.

Un aire de renovación, la decisión de ensayar la nueva Justicia penal cuya puesta en marcha es inminente (en las próximas semanas el gobernador Bonfatti fijará la fecha de entrada en vigencia para el cuarto trimestre del año), el recambio generacional y la designación de Jorge Barraguirre como jefe de los fiscales resultan señales auspiciosas que ahora hay que sostener en el tiempo.

Pobres negritos

Altos funcionarios de la provincia desempolvaron esta semana lo que en su tiempo se miró como un incidente más, casi una anécdota, pero que visto 15 años después resulta en tragedia. Se trata del conflicto entre las intendencias de Hermes Binner y Pedro González en la segunda mitad de los 90 por los remises truchos que el de Villa Gobernador Gálvez quería habilitar para “dar de comer a mis pobres negritos”, a pesar de que competían con las remiserías habilitadas de Rosario. En el mismo reportaje en el que exhibió toda su debilidad con feroces insultos al senador Lifschitz y al ministro Raúl Lamberto, González rememoró que en aquellos tiempos el dueño de una remisería trucha se encadenaba frente a la Municipalidad reclamándole que los “dejen laburar”. Ese “pobre” remisero, que resultó “amigo” de González, es el papá de Luis “Pollo” Bassi, hasta anoche con pedido de captura, sindicado como jefe de una banda narco en Villa Gobernador Gálvez, ex barrabrava de Newell’s, ahora enemigo de sus vecinos Los Monos y sospechado de haber mandado a ejecutar al Pájaro Cantero. El epílogo de la historia es que toda aproximación judicial sobre los Bassi tiene como epicentro la remisería, hoy legal, sobre la cual se sospecha construyeron un feudo de distribución de drogas.

El que quiera oír que oiga

En la semana hubo otro hecho que pasó desapercibido en la primera plana de los medios, pero no para quienes tienen la clave para decodificar el mensaje. “Me preocupa que parte de la subcomisión del hincha y parte de los autoconvocados sigan vinculados a Newell’s porque no le hacen bien al club”, disparó Gustavo Dezotti. ¿Fue un pedido para que el presidente Eduardo Llorente se ponga los pantalones?

Eyectado Eduardo López por medio de las urnas, la nueva comisión directiva (hubo quienes no lo aceptaron y se fueron) cambió al Pimpi Caminos por el Panadero Ochoa, también involucrado en enfrentamientos de bandas en zona sur y por el que pagó con lesiones de por vida un familiar suyo que recibió las balas dirigidas al Panadero. Pimpi Caminos, Panadero Ochoa, Pollo Bassi, Los Monos, todos nombres que se repiten tanto en la disputa por el control de la tribuna leprosa como en las investigaciones realizadas en los últimos 15 años sobre bandas narco. No es un detalle intrascendente que al día siguiente de haber clasificado a semifinales de la Libertadores, un Tata Martino triunfal y adorado por el pueblo ñulista se presentase a la práctica rodeado de sus amigos a los que todo indica está pensando como continuidad de su ciclo: Norberto Scoponi, Ariel Cozzoni y el Galgo Gustavo Dezotti.

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