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A cuarenta años del Nunca Más: “Fue la última gran gesta del pueblo argentino”

Daniel Salvador, uno de los integrantes de la Conadep, estuvo presente en un acto organizado por la UCR local en donde repasaron cómo se hizo la investigación ordenada por Raúl Alfonsín apenas asumió en 1983

Por Candela Ramírez

El 30 de octubre de 1983, después de siete años de dictadura militar y terrorismo de Estado, Raúl Alfonsín fue elegido como presidente. Asumió el 10 de diciembre y a los cinco días ordenó la creación de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep). Nueve meses después, el 20 de septiembre de 1984 la comisión entregó al presidente los resultados de su investigación: sería el inicio de una nueva narrativa acerca de los miles de crímenes cometidos por militares, policías y civiles entre 1976 y 1983 en todas las provincias argentinas.

Desde entonces, el proceso de memoria y justicia estuvo plagado de avances y retrocesos signados por el mayor o menor compromiso que fueron adoptando los presidentes electos condicionados también por el contexto y las presiones recibidas, pero ese informe fue el punto de partida y también el respaldo documental para el primer juicio que sentaría en el banquillo de los acusados a los jerarcas militares: el Juicio a las Juntas que en 1985 convertiría al país en el primero en juzgar a sus propios genocidas. 

A todo este proceso, Daniel Salvador le puso un nombre: “Fue la última gran gesta del pueblo argentino”. Salvador fue el secretario de Procesamiento de Datos de la Conadep, fue convocado por Alfonsín unos días después del triunfo electoral cuando era un joven abogado y militante radical. Esta semana, en la sede de rectorado de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) ubicada en Maipú al 1065, estuvo presente en un acto de memoria sobre aquel informe, organizado por la Unión Cívica Radical (UCR) local y el partido Gen de Santa Fe. 

Si aquel trabajo fue una gesta y fue la última, queda abierta una posible pregunta hacia el futuro: ¿cuál será la próxima y bajo qué puntos de acuerdo? Pero la charla se centró en revalorizar lo que significó el armado de dicha investigación para el juicio a las Juntas pero también para el reinicio de la democracia en Argentina.

Antes de presentar al principal orador que fue Salvador, hablaron el presidente de la UCR local, Ignacio Rimini; el de Gen, Fabián Peralta; y la de la Federación Universitaria Rosario (FUR), Agustina Rosso Sasia. Esta última repasó el rol del movimiento estudiantil previo al golpe, durante la dictadura y en la recuperación democrática. Planteó que la organización estudiantil fue y sigue siendo un actor político fundamental en el país.

Todos los oradores pusieron en común lo que consideran fue el corazón del proyecto de Alfonsín al asumir: “Su desafío era democracia para siempre”.

Salvador, quien también fue vicegobernador de Buenos Aires durante la gestión de María Eugenia Vidal en la alianza de Juntos por el Cambio (JxC) entre 2015 y 2019, repasó los golpes de Estado que sufría Argentina de forma reiterada —seis veces— desde 1930 en adelante y entonces señaló: “El desafío de Alfonsín no fue recuperar un periodo democrático, sino garantizar democracia para siempre. Desde 1930 el país venía a los saltos entre gobiernos militares y democráticos pero después de cada uno de los golpes de Estado no pasaba absolutamente nada. Los militares quedaban con su poder en sus ámbitos, dejaban gobernar a quien ganaba la elección hasta que decidían lo contrario. Eso había que terminarlo. Alfonsín entendió que había que cambiar esa característica de que los que asaltaban el poder salían absolutamente impunes. Y sabía que era imposible pensar la idea de democracia para siempre con lo que hubiese sido la claudicación ética de no investigar los terribles derechos humanos violados anteriormente”.

En ese sentido recordó que durante su campaña presidencial, Alfonsín ya decía que dejaría sin efecto la ley de autoamnistía impulsada por los militares, mediante la cual pretendían quedar impunes por los crímenes cometidos.

“Entendía que era fundamental saber la verdad de lo que había ocurrido en la Argentina y que había que aplicar la máxima justicia posible”, planteó.

El rostro más conocido de la Conadep fue el del escritor Ernesto Sábato, quien fue el presidente. La Conadep formó comisiones en ciudades de todo el país, las comitivas viajaron, pusieron puntos de encuentro, publicaron solicitadas en radios, medios gráficos y programas de tele para que todas las personas que tuvieran alguna información ya sea como víctimas o como familiares o testigos se acercaran a las oficinas designadas para dar su testimonio.

En Rosario la sede funcionó en la plaza Montenegro donde en su momento estaba el Centro Cultural Bernardino Rivadavia, actualmente el Cultural Fontanarrosa (San Juan y San Martín). En ese lugar también había funcionado la sede de Prensa del Mundial 78. La idea era que fuera un lugar público y conocido por los rosarinos. Estuvieron ahí dos meses. “La gente fue perdiendo el miedo”, señaló Salvador.

Desde diciembre del 83 hasta septiembre del 84, la Conadep reunió 8700 casos. Y si bien al principio el objetivo fue centrarse en los casos individuales, Salvador recordó que entendieron “que era imposible” y cambiaron el punto de vista: lo importante no era el número sino dar cuenta de la cantidad de centros clandestinos de detención —pusieron ese nombre por primera vez— que se montaron en Argentina. Llegaron a contabilizar 340. Al 2024 los sitios de Memoria, aquellos lugares señalizados como centros clandestinos de detención o de planificación del exterminio, ya suman más de 800 y al menos 20 están en la provincia de Santa Fe.

“Finalmente con el informe lo que se logró fue una condena moral de la sociedad argentina y del mundo. Aparte de eso se dieron los elementos necesarios para la justicia”, sintetizó. El escrito final se cristalizó en el libro Nunca Más, de casi 500 páginas con relatos crudos de las sesiones de tortura, el tipo de asesinatos y los lugares donde se cometían los crímenes.

“Dejamos de atender los casos individuales y nos centramos en los lugares de detención porque a partir de los testimonios vimos que tenían características similares los propios lugares y la forma en que se llevaban adelante los interrogatorios. Hicimos inspecciones con los sobrevivientes, nos acompañaron testigos y hablamos con arquitectos porque cambiaron la fisonomía de los lugares”, explicó.

También, recordó que hicieron todo esto “siempre en medio de prácticamente amenazas ocultas”. De hecho, en octubre de 1984 en Rosario ocurrió lo que se conoce popularmente como Robo a Tribunales: cuando agentes de inteligencia del Ejército entraron a los tribunales provinciales y se robaron cientos de expedientes de la Conadep local que tenían información clave sobre el terrorismo de Estado en Rosario y sus alrededores. Esos documentos nunca fueron encontrados y recién hubo una condena en abril de 2023.

Proceso de democratización

Hace poco más de un año, cuando las elecciones generales obligaron a realizar un ballotage entre Javier Milei y Sergio Massa, el partido del cual Salvador forma parte se vio dividido en posturas sobre a qué candidato apoyar. Si bien la UCR lanzó un comunicado oficial anunciando que no acompañaría a ninguno de los dos, la ex candidata de JxC Patricia Bullrich se alió rápidamente a Milei al igual que su vice Luis Petri, de extracción radical.

Salvador se opuso públicamente entonces y se manifestó en el mismo sentido durante este acto en Rosario. Todas las críticas o preocupaciones durante el acto apuntaron contra Milei, sus políticas de Estado y sus formas discursivas. Los demás partidos, rivales o aliados o ex aliados, no fueron referenciados.

“Muchas veces las demoras, las falencias, las expectativas no cumplidas generan desaliento o incluso menor apego, quizás, a la democracia” diagnosticó sobre el presente de la vida política en Argentina.

Salvador también puntualizó que en el 83 todavía había escepticismo acerca de lo que podía o no hacer un gobierno democrático, que “Argentina estaba rodeada de países donde se mantenían las dictaduras, entregaban el poder pero se mantenían en ambientes diversos  como empresas, medios de comunicación, la economía”. Por eso, desde su punto de vista la velocidad con la que Alfonsín priorizó este tema tuvo que ver con “disipar esas dudas” y enmarcar que “el gran objetivo era que por encima de las estructuras partidarias hubiera un acompañamiento social”.

“El informe que entregamos al presidente hace ya cuarenta años sirvió de base para la acusación fiscal y la democracia argentina encontró en la Justicia también un hombre que verdaderamente fue uno de sus héroes: (Julio César) Strassera, que tomó 700 casos de los 8700 del informe y trabajó puntualmente para llevar adelante la acusación. Entendía y lo dijo ante el tribunal que esa quizá fuera la ultima oportunidad de alcanzar la pacificación a través de la verdad y la justicia”, consideró.

Además, señaló que “la Conadep no fue una comisión donde hubo negociación, como en otros países como Chile, Paraguay, Brasil, Guatemala”. “Se plantearon las sanciones necesarias en el proceso de democratización. El presidente tenía autoridad moral porque le había defendido presos políticos y pedido por la situación de los desaparecidos antes de ser presidente e integró la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos. Tenía autoridad política porque lo que hizo lo dijo en campaña y la mayoría de la gente lo votó y resistió todo tipo de presiones”.

—La idea de convivencia política fue clave en la reconstrucción democrática de 1983, ¿creés que se fue perdiendo?

—En el 83 había grandes disputas políticas previas a ese año pero este tema puntual sobre el Nunca Más y la Conadep unió a la sociedad argentina. Por ejemplo, el justicialismo en campaña tenía una postura distinta pero sin duda el pueblo peronista compartió y acompañó. Esos grandes objetivos unen y creo que superan aún la mirada de los dirigentes si no está en línea de lo que son políticas de construcción, de convivencia y de objetivos colectivos que en definitiva son los únicos que pueden llegar a concretar un resultado.

—¿Qué significó en tu vida haber formado parte de la Conadep?

—Ya de joven fue un impacto muy grande. Más que nada escuchar declaraciones y testimonios, luego participar de exhumaciones de cuerpos, hacer inspecciones de centros clandestinos de detención y además las presiones que recibíamos constantemente. Por lo tanto volver a la casa después de escuchar y ver muchas de esas cosas a muchos de nosotros en algo nos cambió la vida.

—Ustedes nombraron por primera vez la expresión centro clandestino de detención

—Efectivamente. En el informe del Nunca Más identificamos que eran los lugares donde se llevaban a las personas una vez que las secuestraban y donde se torturaba. En el momento señalamos alrededor de 340. Lamentablemente, la palabra desaparecidos también arrancó en Argentina.

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