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Aniversario

A cinco décadas del disco fundacional de Almendra

Se cumplen este miércoles cincuenta años del lanzamiento del primer material de la emblemática banda que integraron Luis Alberto Spinetta, Edelmiro Molinari, Emilio del Guercio y Rodolfo García, un registro que agrupa un puñado de canciones que se convertirían en clásicos


Se cumplen hoy 50 años de la edición de la ópera prima de Almendra, disco homónimo plagado de canciones que se convertirían en clásicos y que se establecería como una pieza fundamental del rock argentino, no sólo por presentar un mundo sonoro que cobijaba en su seno diversas influencias dando origen a un nuevo lenguaje musical con un fuerte arraigo local, sino también por llevar el aspecto lírico a un nivel poético inusitado para la cultura juvenil de habla hispana.

La placa, que llevaba el nombre del grupo que integraban Luis Alberto Spinetta y Edelmiro Molinari, en guitarras, Emilio del Guercio en bajo, y Rodolfo García en batería, fijaba además parámetros estéticos nunca vistos en la escena local y contenía un preciosismo en las interpretaciones instrumentales y vocales inéditas en el incipiente movimiento vernáculo.

“Muchacha ojos de papel”, “Plegaria para un niño dormido”, “Ana no duerme”, “Fermín”, “Laura va”, “Figuración”, “Color humano”, “A estos hombres tristes” y “Que el viento borró tus manos” son las nueve composiciones que formaron parte del álbum conocido por su portada, que contenía un dibujo realizado por el propio Spinetta de una suerte de payaso triste que derramaba una lágrima y tenía una sopapa pegada en la cabeza.

Si bien no fue presentado de esa manera, el disco contenía un carácter conceptual por la coherencia interna y la construcción de un universo propio que emanaba de la suma de sus canciones y su clasificación de acuerdo a un breve texto incluido en su contratapa.

La revolución musical y social que provocó la aparición de Los Beatles, la psicodelia, el hippismo, el aggiornamiento de la música ciudadana impulsada por Astor Piazzolla y los cuentos de Julio Cortázar son algunos de los elementos que Almendra hizo convivir bajo un mismo paraguas.

Si bien el rock argentino ya había esbozado sus primeros palotes con la aparición de Los Gatos y la novedad de un vocabulario reconocible en el habla cotidiana de los jóvenes de entonces, la adaptación del blues al plano local que hizo Manal, la temática filosófica y social que proponían las letras de Moris y la psicodelia de Miguel Abuelo, entre otros; Almendra amplió el horizonte del mismo modo en que Los Beatles lo hicieron a nivel internacional en relación con sus contemporáneos.

A través de los 50 años de su edición y a pesar de tratarse de un trabajo seminal para el género, este disco siempre apareció ubicado en un podio de los mejores álbumes de la historia del rock argentino en diversas encuestas realizadas en medios especializados.

El impacto que tuvo el material en su momento supuso además una ruptura con las lógicas de la industria, no sólo por su contenido artístico o sus particularidades estéticas, sino también por haber sido lanzado por la compañía RCA un 15 de enero, una época del año marginal para la presentación de un producto de ese tipo en un mercado que, luego de las fiestas de fin de año, entraba en una virtual recesión.

Hasta la aparición de su primer larga duración, Almendra ya había anticipado de qué se trataba su propuesta artística con la edición de los simples “Tema de Pototo” y “El mundo entre tus manos”, “Hoy todo el hielo en la ciudad” y “Campos verdes”, y “Gabinetes espaciales” y “Final”.

Sin embargo, el disco Almendra permitió que el grupo desplegara en su máximo esplendor todo su potencial, fundamentalmente gracias a una producción también inédita para la época.

En el plano musical, el disco presentaba un abanico que iba desde la simpleza de “Muchacha ojos de papel” a la zapada psicodélica de poco más de nueve minutos creada por Edelmiro Molinari de “Color humano”, pasando por el surrealismo de “Figuración”, con la notable influencia de la ópera María de Buenos Aires (Piazzolla) en un recitado al que Pappo sumó su voz, y el estilizado rock de “Ana no duerme”, con la participación de Santiago Giacobbe en órgano.

La cara B retrataba con una belleza poética sublime la locura y la crudeza de los chicos de la calle en “Fermín” y “Plegaria para un niño dormido”, respectivamente; volvía a mostrar influencias de Piazzolla en el jazz ciudadano de “A estos hombre tristes”; caía en un romanticismo lejos de todo sentimentalismo vacío en “Que el viento borró tus manos”, de Del Guercio, del mismo modo en que lo hacía “Muchacha…”, y proponía una lectura del “She’s leaving home” de Los Beatles en “Laura va”, pero en clave porteña, gracias a las orquestaciones de Rodolfo Alchourrón y el bandoneón de Rodolfo Mederos.

Todo esto trajo una nueva forma de frasear a partir de algunas licencias en la manera de acentuar las palabras de Spinetta, lo cual le valió algunas críticas de la academia.

Lo cierto es que esta verdadera joya de la música argentina cristalizó los sueños más elevados de cuatro jóvenes que consumieron horas en una casa familiar ubicada en la calle Arribeños, en el barrio porteño de Belgrano, entre ensayos y disertaciones filosóficas sobre el carácter y la proyección de la música que pretendían hacer.

También fijó una vara muy alta para sus protagonistas y para todo el movimiento que hasta el día de hoy resulta difícil de alcanzar, pero sin embargo aporta argumentos cuando se habla de la riqueza del rock argentino.

Un disco inspirador

Aquél primer disco de Almendra inspiró a músicos de distintos estilos y generaciones. Esta característica es una constante que atraviesa los 50 años de su publicación, tal como lo demuestran las distintas opiniones de referentes de la música popular argentina.

*Lito Vitale: “Es el puntapié inicial del rock argentino experimental. Libre, abierto, de avanzada, a nivel musical, poético y estético. Si bien es casi contemporáneo a Los Gatos, Manal o las primeras experiencias de Miguel Abuelo o Moris, creo que Almendra subió el nivel de exigencia conceptual, de excelencia musical y de búsqueda y experimentación con ese disco. Es un aniversario que deberíamos festejar y homenajear de distintas maneras durante todo este año. Ahí está la génesis de lo que es el rock argentino en su mejor expresión, lejos de los movimientos marketineros y de las necesidades comerciales de la música. Almendra planteó un disco absolutamente artístico y de avanzada. Es un gran año para redescubrir ese álbum que es la biblia de nuestro rock”.

*Daniel Melero: “Fue una irrupción poética fuertísima. Me empujó hacia un montón de libros, de lecturas que tuve desde muy chico. Cuando vi a Almendra en vivo era un niño, pero sentí el impacto como nunca. Ese show abrió en mí el deseo de ser artista. Ese primer disco de Almendra es la banda de sonido de mi vida. Me recuerdo haciendo la tarea del colegio primario con Almendra de fondo. Es un recuerdo muy enraizado en mí; me emociona acordarme de ese momento. Cuando los veías en vivo eran la encarnación de una cultura, de un modo de vida. Era modernísimo y altamente porteño”.

*Bernardo Baraj: “A mí me pasó algo muy particular con ese disco. Yo estaba muy copado con el jazz y trabajaba con Leonardo Favio. Había una idea que rondaba mi cabeza, porque me gustaba el jazz pero veía que era una música que escuchaba una elite. Por otro lado, venía de tocar con Sandro y estaba con Favio, que eran muy populares, movían multitudes. Yo pensaba que tenía que haber una manera de unir ambas cosas, la riqueza del jazz y la posibilidad de trascendencia. Tenía como un intríngulis en mi cabeza pero no encontraba la manera. Un día estoy en la cama, a oscuras, con la vieja radio Spika escuchando música, y de repente pasaron «Muchacha ojos de papel». Me voló la cabeza. Me dije: «Por acá va la cosa». En esos días, Favio nos anunció que iba a dejar de trabajar para filmar una película. Con los integrantes del grupo había mucha química, así que decidimos seguir juntos. Así nació Alma y Vida y esa idea se gestó aquella noche que escuché «Muchacha ojos de papel» con la Spika pegada a mi oreja”.

*Sergio Rotman (Fabulosos Cadillacs, Cienfuegos, Mimi Maura, Los Sedantes): “El primer disco de Almendra sigue siendo uno de los mejores cinco de la historia del rock argentino. Evidentemente, en aquel momento, la muchachada que empezaba a dedicarse al rock and roll tenía un talento indudable y estaba súper enfocada. Almendra tiene una historia tan breve y fantástica que uno piensa que hoy sería imposible. La influencia Beatle era notable en el primer disco, con esas pequeñas sinfonías que tiene con cuerdas. Ese primer disco sigue siendo una obra maestra de la música argentina, a la altura de Piazzolla o de cualquiera de estos súper músicos argentinos. Luis fue una persona maravillosa y un talento sin dudas. A diferencia de otros músicos, Luis es indudable. No hay posibilidad de estar frente a su obra y decir «más o menos». No hay más o menos en su obra. Excelente primer disco de Almendra. Bello”.

*Cristina Dall (ex Blacanblues): “Esa tapa tan psicodélica a mi entender, tan simbólica y vanguardista, era una invitación poderosísima a ese mundo del arte y del rock argentino. Me dejé seducir por eso, y por supuesto, por «Muchacha ojos de papel», con su armonía y poesía, que pronto se vivió casi como un himno. Recuerdo esa época y ese disco con mucho cariño y no dejo de sentirme orgullosa y agradecida de que haya sido uno de los pilares de mi música”.

*Daniel Maza: “Para mí, fue un discazo, fue otro lenguaje. Estábamos prendidos fuego escuchando ese disco. Tuve la suerte de grabar con Edelmiro Molinari, toqué con Rodolfo García, grabé en el disco de Emilio del Guercio. Así que son tipos que admiro y respeto. Spinetta está fuera de concurso. No te puede no gustar. Y ese disco no te puede no gustar. Es el mejor disco que se hizo acá. Fue uno de los discos que nos marcó a nosotros en Montevideo. En el barrio, todos queríamos armar un grupo como Almendra. Fue uno de los primeros y mejores discos que he escuchado en mi vida”.

*Jorge Minissale (Los Twist, Sueter, Mamporro): “El disco de la ventosa en la cabeza, como lo llamábamos nosotros, llegó a mi casa por intermedio de mi hermano, que era baterista y estaba en la movida. Yo tenía 10 años y escuchaba rock, pero ese disco fue una revolución. Son esos discos que te cambian la cabeza y te llevan a dedicarte a esto. Recuerdo tocar con amigos en la criolla «Color humano», la melancolía que me daba escuchar en el winco «Laura va» o «Muchacha…». Es un disco muy querido. Yo lo adopté inmediatamente porque estaba cantado en castellano. Quizás no entendiendo mucho, pero sí cantado en mi idioma”.

*Jorge Araujo (Gran Martell, Divididos, Monos con Navaja): “Hablar del primer disco de Almendra es hablar de la cuadra de mi casa. Yo me iba a la casa de mi tía y mis primos, que eran más grandes, y que tenían ese disco. Hasta ese momento, lo que me atrapaba eran Los Beatles y justamente Almendra está entre las primeras bandas en donde escucho el rock pero en mi idioma. Yo tenía 5 ó 6 años, así que no entendía las letras, pero cantaba esas canciones. La anécdota para mí relevante es que tuve la oportunidad de tocar con todos los Almendra. Con Luis toqué en un festival en donde lo invitamos con Divididos. Con Edelmiro hemos tenido una especie de dúo. En el caso de Emilio y Rodolfo, participaron de un evento que hicimos con Quintino Cinalli en el que hicimos versiones de Almendra. Lo cuento y me emociona”.

*Ignacio Montoya de Carlotto: “Hay una frase que se le atribuye a Borges que dice que un clásico es un libro que cuando lo leíste por primera vez, ya lo leíste por segunda. Todos conocemos esa obra aunque no la hayamos escuchado nunca. Es un disco que no tengo en mi casa pero conozco mejor que muchos discos que tengo. Es un disco inaugural, no solamente del rock sino de una parte muy importante de la música y de la poesía argentina. Es una obra que tiene una solidez tan impresionante, como resulta impresionante la manera en que me ha llegado”.

*Cecilia Zabala: “Escuchar el primer disco de Almendra para mí fue descubrir la esencia del universo spinetteano, que venía develando en mi modo reverso, desde las canciones de Jade. Amé de él la redondez de sus canciones, la crudeza del sonido y la experimentación sin límites. Es, definitivamente, una gran inspiración a la que vuelvo de tanto en tanto”.

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