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A 40 años de la pelea entre Bonavena y Alí

Ringo fue un digno rival para el mejor boxeador de todos los tiempos. El momento en que el estadounidense cae quedó marcado en la historia del boxeo argentino.

Enfrentarse a Muhammad Alí, por entonces el mejor boxeador del mundo, y no hacer el ridículo era el objetivo de Oscar “Ringo” Bonavena, un muchacho de barrio que llegó más lejos de lo esperado.

En ese duelo, del cual se cumplen mañana 40 años, no hubo título en juego, aunque para Bonavena era determinante en su campaña deportiva.

A esa altura, fines de los años 70, el púgil porteño había logrado cierto reconocimiento en Estados Unidos, donde inició su carrera profesional, tras haber sido suspendido por la Federación Argentina.

Durante los Juegos Panamericanos de San Pablo 63, Bonavena mordió a un rival, fue descalificado de la competencia y automáticamente la FAB le impidió seguir combatiendo.

Obligado por las circunstancias, “Ringo” se afincó en Nueva York junto a su esposa e hijos y empezó a hacerse un nombre a pesar de algunos resultados dispares.

A pesar de todo, en 1966 llegó a pelear por el título mundial contra Joe Frazier, quien lo venció con alguna dificultad y volvió a ganarle dos años más tarde.

Después de golpear muchas puertas, logró lo que esperaba: enfrentarse a Alí, quien venía de reaparecer con un rotundo triunfo sobre Jerry Quarry, luego de la proscripción que le valió haberse negado a combatir en la guerra de Vietnam.

Para el norteamericano, Bonavena era un escalón más en su objetivo de recuperar la corona de los pesados, y hasta vaticinó un nocaut en el noveno round.

Sin embargo, el argentino utilizó las mismas armas de su oponente y ya en la presentación de la pelea apeló a toda su verborragia para calentar el ambiente.

Bonavena llamó “chicken” (gallina) a Alí y también se refería al ex campeón como Cassius Clay, cuando el norteamericano ya era musulmán.

Aquí, la presentación de Bonavena paralizó a todo un país, y los 80 puntos de rating que consiguió canal 13 la convirtieron en uno de los sucesos deportivos más importantes de la historia.

En tanto, unas 20 mil personas colmaron el Madison Square Garden para ver en acción a Alí, quien debió batallar más de lo esperado hasta imponerse en el último asalto.

El ex campeón mantuvo el dominio de las acciones pero se encontró con un rival dispuesto a todo y que a pesar de sus limitaciones técnicas tuvo una entrega irreprochable.

Bonavena observa el resbalón de Alí, una imagen que quedó en la historia.

En el noveno round, que supuestamente iba a ser el de la definición, quien cayó a la lona fue Alí, aunque producto de un resbalón y no de un golpe neto de Bonavena.

Sin embargo, la fotografía de esa escena, con “Ringo” en posición dominante y su oponente caído, quedó marcada como una postal del deporte nacional.

A pesar de esa situación, Alí seguía al frente en las tarjetas y en la última vuelta Bonavena salió a jugarse el resto. Apostó todo a acertar una mano salvadora.

No acertó y ya fatigado, cayó tres veces ante los golpes de Alí, quien se impuso por nocaut técnico.

La imagen final de Bonavena, mareado y sin respuestas, no opacó todo lo que había hecho en el resto del combate ante un rival superior.

“Guapié, ¿no es cierto?”, le preguntó a uno de sus colaboradores camino al vestuario, pero no hacía falta una respuesta positiva.

Después, Bonavena perdió un poco de interés en el boxeo, incursionó en actividades artísticas y peleaba espaciadamente, hasta que fue asesinado en 1976.

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