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A 25 años de la muerte de María Luisa Bemberg: la bisagra feminista del cine argentino

Fue la cineasta que revolucionó la manera de hacer cine a partir de una obra dedicada a la emancipación de la mujer, dejando una huella imborrable en la cultura argentina. La exitosa "Camila" que compitió por el Oscar, "Señora de nadie" y "Yo, la peor de todas" son algunas de sus grandes películas


Este jueves se cumplen 25 años del fallecimiento de la cineasta y guionista argentina María Luisa Bemberg, una mujer que revolucionó la manera de hacer cine en la Argentina a partir de una obra dedicada a la emancipación de las mujeres, dejando una huella imborrable en la cultura argentina y abriendo paso a las nuevas generaciones de realizadoras.

La exitosa Camila (1984), que compitió por los Oscar; Señora de nadie (1982) y Yo, la peor de todas (1990), son algunas de las películas que Bemberg realizó a lo largo de su vida y en las que volcó una mirada adelantada a su época, con protagonistas mujeres que cuestionaban los mandatos sociales impuestos en su tiempo.

“María Luisa fue una gran directora de cine que, a lo largo de solo doce años y en un ámbito en donde la mujer no había logrado un espacio, filmó seis películas. Todas ellas con personajes femeninos que resolvían elegir su destino”, manifestó Lita Stantic, junto a quien la realizadora fundó en 1981 su propia productora.

“A Camila la veo muy actual porque es la historia de una mujer que se enfrenta al Estado, a la Iglesia y a la familia por un amor. Y hoy en día, en tiempos del #NiUnaMenos, el de Camila O’ Gorman es un personaje muy especial de nuestra historia. La película se ve muy bien porque es un melodrama romántico de época, y los actores están maravillosos. Tanto es así, que da la impresión que los años no han pasado”, sostuvo Stantic en una charla con El Ciudadano, quien acompañó a Bemberg como productora en otros films a lo largo de su corta pero potente filmografía.

“El de María Luisa era un cine de autor porque en todas sus películas hablaba de mujeres que rompían el molde. Era una feminista en una época en la que no quedaba bien decir que lo era, por eso fue una feminista de avanzada. Pero además, lo importante de María Luisa es que marcó un camino y por eso hoy hay un 30 por ciento de mujeres que dirigen, algo que en su momento no pasaba y hasta era impensado. Fue la primera mujer que tiene una cantidad de películas importantes y muchas de las mujeres que hoy dirigen, como es el caso de Lucrecia Martel, eran adolescentes en la época de Camila y claramente la película marcó un camino”, agregó Stantic.

“Camila era una mujer con ovarios”

Un camino de curiosidad intelectual

María Luisa Bemberg nació en la ciudad de Buenos Aires el 14 de abril de 1922, en el seno de una familia tradicional relacionada a la industria, el comercio y también a las artes. Según cuenta la historia, su familia era propietaria de la cervecería Quilmes, fundada en 1888 por el patriarca Otto Bemberg, de origen alemán.

A pesar de eso, no recibió una educación formal, algo que tal vez alentó el despertar de una curiosidad intelectual que la llevó a iniciarse en varias facetas: la de directora, guionista, empresaria teatral y activista, a ser una de las fundadoras de la Unión Feminista Argentina (UFA) e impulsora de la asociación La Mujer y la Cosa.

A los 22 años se casó con el arquitecto Carlos Miguens y tuvo cuatro hijos. Sin embargo, puntualizó que el amor por ellos no alcanzó para obtener esa realización personal que se esperaba en la época: “Hay que haber tenido cuatro hijos para saber que no bastan”, afirmó en una oportunidad.

Impulsada por el amor que le tenía desde pequeña al teatro, fundó en 1959 junto a Catalina Wolff la sala porteña de El Globo, una experiencia que luego le serviría en su incansable carrera como cineasta y que significó su primer paso como productora teatral.

Entre fines de los 60 y principios de los 70 escribió la obra teatral La margarita es una flor, sobre la que se basó para hacer su primer guión cinematográfico, Crónica de una señora, que en 1971 dirigió Raúl de la Torre y al que le siguió en 1975 Triángulo de cuatro, que llevó a la pantalla grande Fernando Ayala.

El vínculo entre Bemberg y el feminismo se remonta a aquellos años: en 1970 fundó junto a Gabriela Christeller (condesa italiana radicada en Argentina) la UFA y un par de años más tarde, insatisfecha por el sesgo que los directores imprimían sobre sus guiones, decidió filmar los cortos El mundo de la mujer (1972) y Juguetes (1978) por su cuenta.

Su afán por vivir el oficio desde adentro la llevó a tomar clases con Beatriz Matar en la Argentina y con Lee Strasberg en Nueva York, donde notó que no se hablaba de política y que las jóvenes no se sentían aludidas por textos machistas que utilizaban como material de trabajo. “No me parece una actitud recomendable, porque la juventud no debe ser indiferente”, observó durante una entrevista en febrero de 1981 al diario La Capital.

Ese mismo año, y con 58 cumplidos, fundó su propia productora cinematográfica junto a Stantic y estrenó su ópera prima, Momentos, en la que retrató el adulterio de una mujer desde ojos femeninos y por la que fue perseguida durante la última dictadura cívico-militar.

La guionista y directora Paula Hernández, quien también fue parte de la productora, la recordó: “Fue una directora que abrió un camino al cine de las mujeres. Fue observadora y crítica de su propia clase, buscando relatos en donde sus protagonistas femeninas rompían el molde o tomaban lugares que históricamente le pertenecían a los hombres, o representaba la belleza y el foco de las miradas en un personaje que socialmente suele ser rechazado”.

Por su parte, la documentalista Lucía Vassallo, manifestó: “Fue una pionera; una mujer valiente, audaz, que se animó a hablar de temas que no se hablaban. La relación entre el cine y el feminismo en su filmografía es perpetua”.

La mirada políticamente transgresora de Bemberg, quien fuera una de las promotoras en 1988 de la asociación La Mujer y el Cine, inauguró un nuevo modo de hacer películas: llevó a las protagonistas de sus trabajos a plantear las problemáticas de la mujer y a enfrentarse con las instituciones (el Estado, la familia y la Iglesia), siempre buscando la autonomía en sus personajes femeninos y un llamado a la reflexión.

La crítica a la sociedad patriarcal argentina apareció también en Señora de nadie (1982) y en Camila (1984), donde plasmó la memorable y trágica historia de amor entre Camila O’Gorman (de una joven de familia aristocrática) y el cura Ladislao Gutiérrez durante los tiempos de Rosas.

Protagonizada por Susú Pecoraro y el español Imanol Arias, la película tuvo gran repercusión en la Argentina y en el exterior, y estuvo nominada al premio Oscar como mejor película extranjera en 1985, siendo la única directora y uno de los siete films argentinos que compitieron en esa terna en la historia del referido galardón.

Luego llevó al cine su mirada sobre la figura del terrateniente de los años 30 y 40 en Miss Mary (1986), con Julie Christie como protagonista, y más tarde, inspirada en un ensayo de Octavio Paz, dirigió Yo, la peor de todas (1990), en donde relató la historia de Sor Juana Inés de la Cruz, quien, según la propia cineasta, “fue la primera feminista del continente americano”.

En su última película, De eso no se habla (1993), abandonó el relato literal y decidió contar una historia enmarcada en el universo de lo onírico, con las actuaciones del gran actor italiano Marcello Mastroianni y la actriz enana Alejandra Podestá, quien fue elegida por la directora siendo una niña.

El 7 de mayo de 1995, con 73 años, Bemberg falleció de cáncer mientras terminaba el guion de El Impostor, película basada en un cuento de su parienta, la escritora Silvina Ocampo. El largometraje llegó a las salas dos años más tarde, en 1997, bajo la dirección de su colaborador cercano, el realizador de cine y teatro Alejandro Maci.

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