Región

Otra vez la luz mala

Por si no alcanzaba con el coronavirus, volvió el chupacabras: una vaca y un caballo mutilados

Una familia de Fortín Olmos reveló que semanas atrás encontró a uno de sus animales muerto y con partes seccionadas con precisos cortes quirúrgicos. Los Domínguez hicieron público su caso al enterarse que en Avellaneda había aparecido un caballo en situación similar. En 2018 fueron decenas


Como si no fuera suficiente con el coronavirus, volvió el chupacabras: una familia de productores ganaderos de Fortín Olmos, en departamento Vera, en el norte santafesino, denunció que encontró a uno de sus animales vacunos muerto con extrañas mutilaciones y precisos cortes quirúrgicos. Aunque el fenómeno ocurrió semanas atrás, los Domínguez hicieron público el caso al trascender que en un campo de Avellaneda, en el departamento General Obligado, apareció un caballo seccionado de la misma forma: con cortes que causan la muerte pero los dejan prácticamente íntegros, y con faltantes de algunas partes, como la lengua en algunos casos, la quijada en otros y las ubres. Los nuevos casos remitieron a una sucesión de episodios que tuvieron a maltraer hace dos años, prácticamente para las mismas fechas, a productores de unos cientos de kilómetros al sur, que como en este caso nunca encontraron una buena explicación. Lo cierto es que las denuncias por casos similares han sido recurrentes en las últimas décadas y en diferentes regiones, y nunca tuvieron una explicación certera, aunque el halo de misterio generó, casi todas las veces, más excepticismo que investigación. No parece tratarse de casos de abigeato, que son mucho más comunes en los campos santafesinos; pero tampoco está claro que no lo sean, y que se busque encubrirlos de mitología sólo para llenar una olla con impunidad.

Los nuevos casos remitieron a una sucesión de denuncias y filmaciones que se replicaron por millares en agosto de 2018, acaparando entonces la atención nacional.

Por entonces, un productor agrícola de Colonia Duran, un pequeño paraje del centro-norte de Santa Fe, a mitad de distancia entre Vera y Romang, describió en claros términos de ciencia ficción lo que estaba ocurriendo. Norberto Bieri habló de luces que bajaban y volvían a subir, una hacia el Este y otra hacia el Oeste: “Ya mató tres animales acá, en este campo”, enumeró dos años atrás. “Baja y mutila los animales. No lleva ni un hueso”, describió sobre el objeto volador –o los– que en el lugar dijeron haber observado. “A eso de las nueve y media, diez de la noche, baja la luz”, insiste. Y dice que al otro día se encuentran con “la sorpresa del animal mutilado”.

El video que se viralizó entonces certificaba lo que decía el productor: para dar sustento a sus palabras se observa en la filmación una vaca muerta prácticamente completa, salvo en la cabeza: allí un prolijo corte seccionó cuero y tejidos en una elipse, y de ahí en adelante sólo se ven los huesos de la mandíbula, totalmente pelados, mientras el resto de la cabeza permanecía intacto. También le faltaban, en otro corte con precisión, las ubres. “Es como que lo haría con un láser”, arriesga Bieri en su testimonio. “No hay rastros de cuchillos, los animales no tienen sangre y nadie los come, ni un ave carroñera”

Bieri describe que los animales quedan ahí donde fueron muertos. “Quince, veinte días, un mes, y se termina disolviendo todo, pero no los come nadie”, insiste.

Ahora, la familia Domínguez refirió exactamente lo mismo. Ninguno de los depredadores que suelen aprovechar el ganado muerto para alimentarse tocó la vaca muerta.

 

Expedientes secretos

—La característica que usted me describe, cualquiera la relacionaría con un plato volador, le dice el cronista que filma el testimonio de Bieri en 2018.

El productor no duda: “Y bueno, esas luces ahí arriba, ¿quién las conoce? ¿Qué explicación? ¿Qué hacen esas luces ahí? Porque no son estrellas”.

Bieri refiere que el fenómeno comenzó años atrás. “Está matando entre Los Laureles y San Javier”, marca. “Y lleva la lengua, las quijadas, parte de la ubre”, repite, y explica que se mandaron animales a analizar por un veterinario: “No sale ni envenenamiento ni shock eléctrico. No hay respuesta”.

La falta de explicación convincente, agranda el mito: “Unos dicen el chupacabras, otros dicen extraterrestres, otros que son marcianos”, repasa el productor.

Lo cierto es que aunque haya llegado del espacio exterior, el perjuicio económico le quedó a él: “Saque la cuenta… 15 mil pesos cada vaquilla; acá hay tres, son 45 mil pesos”, lamentaba entonces, antes de que la inflación macrista llevara al kilo de carne vacuna por las nubes.

En su testimonio, el productor refirió que el fenómeno se había extendido a un vasto territorio. “En otros campos también: a uno le mata una, al otro dos… Ahí atrás del cerrito, me mostraron la foto: cinco. Ahí atrás de Malabrigo la vez pasada mataron siete…”, refiere.

Sólo ese conteo rápido y espontáneo le dio forma millonaria al problema. “Cuando vos sacás la cuenta son 20, 30 animales en un mes. Y todos estamos en la misma”.

En su caso, Bieri relató que la primera vez que había visto las luces había sido cuatro años antes, es decir en 2014. Y por esa misma fecha algo que nunca supo qué fue, le mató la primera vaca. Sí desconfiaba clara y campechanamente de que se tratara de un fenómeno natural: “¿Un ratón delicado que come lengua? ¿Va a matar dos animales a una distancia de 30 metros, 40 metros uno del otro para comerles las dos lenguas?”, se preguntaba con lógica incuestionable. “No sabemos qué es. Son todas suposiciones”, admitía.

Con todo, la presentación del video con su testimonio, que se volvió viral en Facebook, la hizo el perfil “Ovni Documentos Extraterrestres”, que la acompañó con el tema musical de presentación de la recordada serie “X Files”. La emisión, que supo cautivar a los cultores de la ciencia ficción en la década de los 90 con las investigaciones de los agentes especiales del FBI Fox Mulder y Dana Sculli, transcurrió a lo largo de 11 temporadas, entre 1993 y 2018, y prácticamente no dejó mito estadounidense sin abordar, desde Pie Grande hasta dinosaurios supervivientes y la mítica Área 51, entre muchos más. El eje central, sin embargo, se basaba en la conspiración entre una oligarquía global y una avanzada de fuerzas alienígenas para concretar una invasión extraterrestre, pero negociada. El sector colaboracionista de la humanidad iba a garantizar así su supervivencia en medio de la devastación y apropiación de todo el planeta. No parece ser el caso para este nuevo episodio de ganado mutilado.

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