La Polar, que hasta hace poco era la empresa líder en el sector de las ventas minoristas, protagoniza hoy un escándalo en Chile por haber renegociado unilateralmente las deudas impagas de más de un millón clientes. Desde que la problemática se hiciera conocida hacia mediados de junio, la compañía afronta el derrumbe de sus acciones, las demandas de los clientes y una investigación en el Parlamento.
Los más perjudicados fueron los clientes, en su gran mayoría personas con ingresos equivalentes a entre 500 dólares y 1000 dólares mensuales, a los que esta empresa les permitió la entrada al mundo del consumo, con ofertas inigualables y cuotas. El boleto de entrada para acceder a los beneficios era obtener la tarjeta de crédito deLa Polar, para la que prácticamente no se exigían requisitos.
Si un cliente no podía pagar tres cuotas seguidas, en la letra chica del contrato se indicaba que el paso a seguir sería la renegociación de la mora con altos intereses. Entonces usuarios que habían comprado por un costo de 500 dólares llegaron a tener deudas de 50.000 dólares.
La estafa alcanza límites impensados. “Sí, un millón de chilenos fueron abusados porLa Polar, por lo que vamos a trabajar para que no se repitan este tipo de hechos”, afirmó el presidente Sebastian Piñera.
La operación fue descubierta por un estudio de abogados que recopiló información pública y alertó al Servicio Nacional del Consumidor (Sernac). En cuestión de días el organismo presentó una demanda colectiva contra la empresa, a la que ya se sumaron prácticamente el total de los perjudicados.
En dos semanas la estafa llenó las páginas de la prensa. El presidente de la empresa y varios de los ejecutivos cayeron como piezas de dominó. La policía allanó los domicilios y oficinas de los involucrados, se llevaron computadoras y archivos. A un poco más de un mes, la empresa está al borde la insolvencia. Y por poco no fue un escándalo político: la oposición puso el grito en el cielo y el gobierno destituyó a cuatro ejecutivos deLa Polarque ocupaban cargos en el Estado.
Este problema no es un caso aislado en Chile. En un país con más de 17 millones de habitantes, hay más tarjetas de crédito que ciudadanos, y muchas de ellas están en manos de trabajadores con ingresos mínimos que son empujados a darse gustos sin importarles el riesgo que implican las deudas.
De acuerdo a la última encuesta nacional de Presupuestos del INE (Instituto Nacional de Estadísticas), el gasto mensual en los hogares más humildes alcanza los 300 dólares, pero sus ingresos no superan los 250 dólares.
Para Hernán Calderón, presidente de Conadecus (Corporación Nacional de Consumidores y Usuarios de Chile) esto se debe al “libertinaje en la entrega de créditos de consumo, aumentos de cupos sin preocuparse si la persona tiene la capacidad económica para responder, la entrega indiscriminada de tarjetas y de créditos a gente que no tiene rentas demostrables, como los estudiantes. Todo esto ha hecho que la situación del sobreendeudamiento sea bastante dramática”.
“Las facilidades de endeudamiento hacen posible que muchos de nuestros sueños o aspiraciones puedan cumplirse, pero después responder a esas deudas es tremendamente difícil. Más aún cuando en Chile tenemos tasas de interés que no son las mismas que se producen en otros países. Las tasas, especialmente sobre los créditos de consumo son altísimas y, probablemente en ningún otro lugar se cobre lo que se hace aquí”, afirmó.
El sector bancario, que representa el 60 por ciento de las tarjetas de crédito, está sometido a controles gubernamentales y por ello su actividad prestataria sigue pautas rigurosas. Sin embargo, los prestamistas no bancarios, como los grandes comercios, operan de manera prácticamente independiente.
Esta situación no pasó desapercibid a la administración de la ex presidenta Michelle Bachelet. Su gobierno pidió a diversas consultoras que estudiaran el nivel de riesgo de endeudamiento y desarrollaran un proyecto de regulación financiera. Pero la oposición y empresarios del comercio evitaron su debate en el Senado, donde la propuesta sigue estancada cuatro años después.
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