La causa que tuvo como víctima a una adolescente de 16 años mientras estuvo alojada junto a su hermano más chico en un hogar de menores de Rosario terminó este martes con un cocinero de 30 años condenado a 9 años de cárcel por abuso sexual con acceso carnal.
Según de ventiló en el juicio oral contra Alan B., la chica fue violada en tres oportunidades dentro del edificio de calle Virasoro al 1900 conocido como Mi Lugar, uno de los Dispositivos de Alojamiento Transitorio (DAT) que dependen de la Subsecretaría de Niñez, Adolescencia y Familia de Santa Fe.
El Ministerio Público de la Acusación (MPA) informó que los jueces Facundo Becerra, Mariano Aliau y José Luis Súarez resolvieron condenar a Alan B., de 30 años, a la pena de 9 años de prisión efectiva por dos hechos de abuso sexual con acceso carnal y otro por abuso simple agravados por ser encargado de la guarda de la menor. Los tres abusos tuvieron lugar entre febrero y marzo de 2019. En tanto, el tribunal absolvió al empleado de cocina del delito de amenazas coactivas por el estricto beneficio de la duda.
El condenado, domiciliado en la vecina localidad de Villa Gobernador Gálvez, está casado y cursa estudios de producción audiovisual y marketing digital. Transcurrió el proceso en libertad y por ello, luego de dictar sentencia los jueces dictaron su prisión preventiva, es decir, que permanecerá detenido hasta que la condena quede firme, ya que puede apelar la resolución.
La investigación estuvo a cargo del fiscal Ramiro González Raggio de la Unidad de delitos Contra la Integridad Sexual, quien había pedido una pena mayor, de 14 años de prisión.
La denuncia por los reiterados abusos fue radicada por la adolescente, quien al momento de los hechos tenía 16 años, aunque en un principio las autoridades del lugar donde estaba alojada junto a su hermano menor no creyeron sus dichos. Según publicó el diario La Capital el pasado 20 de septiembre, la víctima le contó sobre las violaciones a al menos tres operadores y a la directora de la entidad, sin encontrar respuestas porque desestimaron la veracidad de su relato. En lugar de aplicar el protocolo, las autoridades la derivaron a otro hogar de Niñez conocido como La Casona de Puentes, desde donde se judicializó el caso.
Durante la etapa de investigación, la menor declaró los tormentos sufridos en Cámara Gesell, un dispositivo diseñado para evitar revictimizar a los menores de edad a la hora de relatar los hechos. Allí, la adolescente contó que fue ultrajada, violentada y obligada a mantener relaciones sexuales contra su voluntad por parte del imputado, quien la amenazaba con no darle comida y prohibirle momentos de esparcimiento si se negaba a satisfacerlo.
Los abusos tuvieron lugar en una de las habitaciones de la institución de calle Virasoro al 1900, donde el empleado del lugar desempeñaba tareas de cocinero.
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