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La historia del Negro se pone sobre blanco

La vida del más famoso y referencial dibujante e historietista rosarino es narrada con minuciosidad en "El Negro Fontanarrosa (la biografía)", del periodista y productor Horacio Vargas, editado por HomoSapiens, que se presentará este jueves en el C.C. Fontanarrosa, con la presencia de amigos y de su hijo Franco.


“Fontanarrosa era el Maradona de la historieta”, dijo Andrés Cascioli, que de eso sabía mucho, lo cual explica que finalmente se haya publicado la biografía de Roberto Fontanarrosa, el dibujante, historietista y escritor que trascendió los límites de su ciudad. La vida del más famoso y referencial dibujante e historietista rosarino es narrada con minuciosidad en El Negro Fontanarrosa (La biografía), libro del periodista y productor Horacio Vargas, editado por HomoSapiens.
Figura talentosa y noble, el Negro describe con su tránsito el devenir de la historieta en la Argentina, la rosarinidad en su mayor expresión, la búsqueda de un estilo “que nos resuma” desde la gráfica. “En el humor, lo que más funciona es el aquí y ahora”, dijo alguna vez para justificar porqué los argentinos hacen humor sobre cosas que suceden acá. Y Fontanarrosa fue el capitán de esa selección. Hortensia, Tinta, Risario, Clarín, Rosario 12, Humor, La Cebra a Lunares,  Fierro y tantas otras fueron el territorio para que se desarrollaran Boogie, Inodoro Pereyra, Mendieta, Ultra y tantos otros personajes, tomados de caras reales que se cruzaban en su camino, en el bar o en la calle.
Para la escritura del libro, Horacio Vargas, según contó a El Ciudadano, pudo acceder a un archivo exclusivo de material gráfico (como su primer chiste publicado), fotos y cartas del archivo personal de Fontanarrosa cedidos por su hijo Franco, la madre de éste, Lili Tinivella, y su segunda esposa, Gabriela Mahy.
Conocedor de su obra gráfica y literaria, Vargas pudo reproducir en este material el humor ácido de Fontanarrosa y de este modo el libro se transforma en un recorrido ágil por la vida del Negro, pero también sirve para pintar un fresco de la época, desde su nacimiento a su muerte.
El libro será presentado esta tarde, desde las 19.30, en el Centro Cultural Fontanarrosa (en el corazón de la Plaza Montenegro), con la participación de sus amigos Rafael Ielpi, el Negro Centurión y el Colorado Vázquez.
—¿Cómo delineaste la producción para escribir esta biografía?
—Coincidimos con el editor, Perico Pérez, que el libro debía funcionar como un homenaje a Fontanarrosa y también acordamos que debía tener el carácter de “oficial”. Después de varias charlas con el hijo del Negro, Franco, y con su segunda esposa, Gabriela Mahy, aceptaron la propuesta, por lo que pude acceder al archivo Fontanarrosa, a sus contactos, e inesperadamente me transformé en el biógrafo oficial (risas). A partir de allí, hubo un proceso de un año, aproximadamente, de entrevistas, consultas de fuentes y mucha obsesiva reescritura.
 —¿Te condicionó en algún momento el “personaje” Fontanarrosa, para cerrar algunos capítulos?
—No, la verdad que no. La única preocupación era técnica: cómo incorporar la voz del Negro a la crónica. Lo resolví poniendo en bastardilla sus declaraciones para separarlas del relato escrito en general, en tercera persona.  También apelé a otro recurso gráfico como es el texto destacado, que opera como una síntesis de los grandes temas de la humanidad  que le preocupaban a Fontanarrosa: las mujeres, el fútbol, la literatura, la educación y la amistad.
—El libro tiene mucho humor, algunas secciones terminan con un remate humorístico de esos típicos del Negro, y hay dibujos, historietas y fotos ¿Te ayudó tu experiencia en una revista de humor como “Risario” para darle forma a esta biografía?
—El libro tiene humor negro, muchos testimonios están cargados de ironía, y también tiene una melancolía ante su ausencia… es un libro de lectura rápida, ideal para llevar a la playa. Es una biografía armada a través de un relato coral, por la cantidad de personajes que aparecen pero también funciona como un documento histórico por el valioso material inédito que se reproduce: desde fotos, cartas personales, dibujos, historietas, originales corregidos por él y varios discursos que dio como conferencista bufo en Argentina y el exterior.
—Tus libros anteriores fueron la biografía de Fito Páez y la de Reutemann. En el caso de Fontanarrosa existía un vínculo entre  ambos. ¿Esto facilitó la investigación o por el contrario la hizo más difícil?
—Estás nombrando dos biografías no autorizadas. Con Fito había una relación de amistad de la juventud y con el Lole no. Los dos se enojaron por cosas que se dicen en los libros pero de ambas salí ileso. La verdad es que no tenía pensado volver a reincidir en el género pero, como digo en el prólogo, la culpa la tiene el Negro, que se hace querer.
—Cuando escribiste los capítulos sobre el inicio de Fontanarrosa aparecen “Hortensia”, “La Cebra a Lunares”, “Tinta” y “Risario” ¿El recorrido del Negro sirve para armar un racconto de la historieta en el interior del país?
—Sí, claro. El Negro ocupa un lugar central en la historia de la historieta argentina.
—La prosa de Fontanarrosa nos dio una serie de libros memorables, pero sin dudas sus cuentos sobre fútbol son decisivos, sobre todo cuando en el libro él mismo se pregunta por qué un país tan futbolero tiene tan poca gente que escriba sobre esto ¿El Negro delineó un camino para este tipo de literatura?
—No soy un académico de las letras, él tampoco lo era, pero sin dudas Fontanarrosa alcanzó con sus cuentos, más que por sus novelas, un lugar clave en la literatura.  Se hizo popular,  hizo de Rosario su lugar en el mundo para crear un lenguaje propio, escribió algunos de los mejores cuentos en habla hispana y sirvió de influencia para muchos escritores.
—A medida que avanzabas con la biografía, ¿hubo algún dato o aspecto de su vida y obra que te sorprendiera?
—Toda biografía debe contener una historia desconocida del biografiado. Y este libro la tiene. Una historia muy fuerte de una novia desaparecida en Córdoba en la última dictadura militar que privilegió la militancia de ultraizquierda a un amor en Rosario (ver aparte).
—¿Cómo fue el trato con la familia del Negro para escribir este libro, sabiendo que existe un litigio de herederos por los derechos de su obra?
—A Franco Fontanarrosa, su hijo, y a Liliana Tinivella, su primera esposa, los conozco desde hace muchos años, y siempre hubo un cariño recíproco. A Gabriela Mahy, su segunda esposa, la conocí en plena producción del libro. Fueron muy generosos en abrir sus archivos en hacer sugerencias; la cooperación fue fundamental. Sin su aval, el libro no tenía sentido. Y lo más importante es que les gustó. La cuestión legal no está incluida porque el libro termina donde debe terminar.
—¿Considerás que una biografía de Fontanarrosa escrita por alguien que no sea oriundo de la aldea sería distinta?
—Seguramente. Pero yo cambiaría el sentido de la pregunta: el valor de este trabajo reside, para mí, en que está hecho desde Rosario.

Un relato poco conocido

“Hola, soy Paula, la hija de Ester Felipe”. Fontanarrosa terminaba de dar una charla con Quino, en Córdoba, en 1997. Hizo un largo silencio antes de saludar a la joven de 20 años. Su tía, la reconocida cantante Liliana Felipe, le contó que Ester y Roberto habían sido novios. También se lo dijo Joan Manuel Serrat, el día que recibió a un grupo de Hijos: “Ester fue alguien muy importante en la vida de Roberto”.
Ellos se conocieron en 1972, en casa de Crist. “Entre los éxitos del Negro estaban las minas, se encandiló con Ester, se enamoró”.  Ella era de Villa María y se trasladó a Córdoba en los agitados días de la década del 70, ejercía como psicóloga. “Me dijo que militaba en el ERP. Y yo tuve que decidir… qué querés que te diga”, le confesó Fontanarrosa a Crist. Ella, después, regresó a su pueblo, con su pareja de entonces, se casó y tuvo una hija. El matrimonio fue secuestrado cuando Paula tenía 25 días y ambos continúan desaparecidos.
En los 90, Liliana Felipe fue a dar un concierto a la TV Pública y la acompañó un grupo donde el bajista era Franco Fontanarrosa. “Para mí fue muy loco, fue conectarme con una parte de la historia de mi viejo”, recuerda el hijo del Negro.

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