Cuando hace veinte años comenzamos a atravesar el camino de un periodismo alternativo el entusiasmo nos invadió a todos. Éramos jóvenes. Pasábamos horas pensando notas, disfrutábamos cada logro que en ese momento se reflejaba en las ventas, o en los reconocimientos, como si el diario fuera propio. Pero no lo era y no lo sabíamos. La pelea por mantener una fuente de trabajo y una voz alternativa que en momentos críticos era necesaria para aquellos que no tenían voz, nos transformó en luchadores. Si bien muchas veces la idea de una cooperativa nos tentó, las condiciones para hacerlo se dieron recién a fines de 2016.
Esta vez el diario es nuestro, pero cuesta darse cuenta. Ese, quizás, es el mayor desafío. Este diario sin patrones comenzó a bucear en las necesidades. Y fue entonces que evaluamos que las capacitaciones eran imprescindibles: las que nos van acompañar en este proceso de vida de nuestro diario.
¿De qué habla un medio cooperativo? ¿Cómo se diferencia de otros? Esa pregunta retumbó en la cabeza de todos y casi de inmediato definimos nuestros ejes. Las patas donde el diario, en papel y en la web, se iba a parar. Género, gremiales, la cuestión social, policiales, equipos locales de fútbol. El género atravesando todas las secciones, la problemática gremial también.
¿Qué nota quise escribir y no pude? ¿Qué tapa quise hacer? La agenda del día no me interesa. ¿Construyo otra?
Mientras armábamos la convergencia entre papel y web, una instancia sólo posible porque los trabajadores somos los dueños –ya que en la gran mayoría de los medios son espacios divididos–, fuimos definiendo un modo de trabajo del que estamos orgullosos. Y si bien día a día vamos aprendiendo de lo nuevo, lo digital, las redes, los teléfonos, hay una máxima que sigue siendo necesaria a la hora de conseguir el éxito. Una nota es una historia bien contada y bien ilustrada. Ese sigue siendo el objetivo y el camino. Buscarlas.
Los jóvenes crecieron, ocuparon lugares preponderantes. Por primera una mujer ocupa una silla en la sección deportes. No sólo incluyendo la temática de género en un espacio que antes era exclusivo de los hombres, sino comentando y compartiendo la deconstrucción de sus compañeros con su impronta joven y feminista.
Los sueños fueron tomando forma. Llegaron los reconocimientos. Las ideas que se tiran en la mesa, toman forma y nos miran orgullosas. Las agendas cambian y van siguiendo su camino. La insistencia en creer que otro periodismo es posible y en el trabajo que todos los días le ponemos para seguir creciendo. Un compromiso con nuestra historia y la de nuestros –viejos y nuevos – lectores.