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“Vengo a traer la paz, pero un demonio me lo impedía”

Esa fue la justificación que un hombre le dio a su ex mujer tras haber matado a su novia y varias mascotas.

Velas, estampitas, ropa quemada y animales muertos. Ésta fue la primera imagen que se llevó la Policía cuando, después de detener al dueño de casa a una cuadra del lugar, ingresó a la vivienda de Stephenson entre Lavalle y Juan Manuel de Rosas, en Pueblo Esther. Sin embargo, el peor cuadro lo encontraron en la habitación: allí estaba tendido boca a abajo y sobre la cama el cuerpo de Jésica Leonela Duré Simón, de 22 años, con dos tajos que le atravesaban el cuello. “Yo soy Dios, vengo a traer la paz, pero un demonio me lo impedía”, dijo el hombre momentos antes de ser detenido, cuando le confesó a su ex mujer y a sus hijas lo que había hecho. Las primeras hipótesis indicaban que se había tratado de un crimen ritual, pero los investigadores no descartaban que el asesinato fuese consecuencia de alguna patología psiquiátrica del homicida, quien por orden del juzgado que interviene en la causa quedó recluido en la Colonia Psiquiátrica de Oliveros.

Darío S. tiene 46 años y vive en Stephenson 1981 de Pueblo Esther, a una cuadra de la ruta A 012. Trabajó una década y media en la estación de servicios Shell de esa misma localidad, ubicada a 18 kilómetros de Rosario. Estuvo casado y fruto de ese matrimonio tuvo dos hijas. Luego se separó, pero siguió manteniendo algún contacto con su ex, puesto que las casas que ambos habitan quedan a la vuelta de la manzana.

Sus vecinos dijeron no conocerlo mucho, pero dieron un dato: hace un tiempo, cuando dejó de trabajar en la Shell, instaló un bar en la localidad de Carcarañá. Fue allí donde formó una nueva pareja, con una chica mucho menor que él: Jésica, de 22 años. Pero como el negocio no prosperó, lo cerró y volvió a Pueblo Esther. Algunos dicen que Jésica se fue a vivir con él. Otros que se frecuentaban seguido, pero que vivían en ciudades distintas.

Pasadas las 2 de ayer, Darío se dirigió con un cuchillo hasta la casa de su ex esposa Nancy y sus hijas, ubicada por calle Plumerillo. “Yo soy Dios, vengo a traer la paz, pero un demonio me lo impedía”, dijo el hombre antes de contarles que por ese motivo había tenido que matar a Jésica.

De acuerdo con los voceros, Nancy y sus hijas consiguieron encerrar a Darío dentro de la casa y dieron aviso a la Policía, que detuvo preventivamente al hombre. De inmediato los uniformados se dirigieron al domicilio de calle Stephenson, para corroborar si sus dichos eran ciertos.

Al ingresar, los pesquisas encontraron  sobre una mesada, un altar con velas blancas encendidas, estampitas de santos y ropa quemada. Y en el centro de la mesa un loro, un canario y un gato degollados, en medio de un regadío de sangre.

Sin embargo, fue recién cuando ingresaron al dormitorio cuando enfrentaron lo ocurrido en toda su magnitud: el cuerpo sin vida de la joven estaba tendido sobre la cama, con dos tajos profundos a ambos lados de la cabeza, que iban desde las orejas hasta el centro del cuello. Además, el cadáver presentaba heridas en la parte superior del cráneo, que según los peritos fueron realizadas con una especie de picahielo.

Por el cuadro encontrado en la casa la primera hipótesis que manejaban fue la de un crimen ritual. Sin embargo, los testimonios que habían recolectado no daban indicios de que Darío hubiera sido miembro de ninguna secta, por lo que la teoría de una perturbación psiquiátrica ganó protagonismo. Algunos vecinos de la zona dijeron a El Ciudadano que hace un tiempo que el hombre había comenzado a comportarse de manera extraña, y en alguna que otra oportunidad había dicho que era el enviado de Dios y que había hablado con Moisés.

Darío fue enviado por orden de la jueza de Instrucción 14ª, María Laura Sabatier, a la Colonia Psiquiátrica de Oliveros, donde será entrevistado por profesionales.

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