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“Santa Fe crecerá no menos del seis por ciento en 2010”

Carlos Garrera, presidente de la Federación Industrial de la provincia, ya ve señales de reactivación.

A los veinte años Carlos Garrera comenzó a trabajar en una pequeña empresa familiar de la ciudad de Gálvez, donde aún hoy fabrica balancines. A los 24 empezó a militar en el gremialismo empresario siguiendo los consejos de su padre, que le decía que “la defensa del sector productivo no se hace dentro de la empresa” y hoy es el presidente de la Federación Industrial de Santa Fe (Fisfe). Tiene un discurso optimista, que contagia, sobre todo cuando habla de la tan deseada salida de la crisis: “Desde principios de año habíamos visto que el factor climático iba a cambiar y nos iba a permitir retomar el camino del crecimiento. Por otro lado sabíamos que el mundo nos iba a dar una nueva oportunidad por el fuerte crecimiento de China, India y Brasil. En base a eso teníamos un análisis optimista, según el cual íbamos a empezar a crecer a mitad de año, junto a otros más pesimistas, pero finalmente se dio el optimista, porque ya a mediados de año vimos cómo cambiaba la realidad de un montón de sectores, hasta aquellos que habían sido muy castigados, como maquinaria agrícola, el sector automotriz y el sector del acero, donde habíamos tenido caídas casi del 70 por ciento de su producción. Fin de año nos encuentra con un trimestre completo donde todos los meses se consolida el crecimiento. Siempre hay un poquito más que hacemos con respecto al mes anterior.

—Es un crecimiento desde el piso de la crisis.

—Sí. Maquinaría agrícola, por ejemplo, hoy está un 20 por ciento por debajo de los niveles precrisis. Si vendían cien hoy venden ochenta. Pero habían llegado a vender treinta o cuarenta. Además, hay que pensar que el ciclo agrícola va a empezar recién en marzo, porque el trigo se cosechó en noviembre pero no tiene precio.

—Cuáles son las perspectivas de crecimiento para 2010?

—En Santa Fe, con las ventajas competitivas que tenemos, vamos a crecer por lo menos 6 por ciento, lo que nos va a permitir incorporar no sólo los puestos de trabajo que perdimos sino los que se requieren todos los años. Ahora el mundo nos da una oportunidad y lo que hay que hacer es serenarse políticamente, construir consensos y por supuesto poner toda nuestra habilidad productiva para dar respuesta a la mayor demanda tratando de no afectar los precios.

—¿Hubo sectores en este año que se vieron afectados al punto de desaparecer?

—No, porque la mesa de diálogo que permitió traer de veinte a treinta mil Repro, esos 600 pesos de subsidio por trabajador, hizo que casi todos los sectores se mantuvieran latentes. Ahora si empieza el crecimiento tenemos la bicicleta colgada con las ruedas infladas, la agarrás y salís. Distinto sería si estuviera desarmada.

—,¿Si el crecimiento se da como especula los niveles de producción pueden llegar a los picos máximos que se habían alcanzado?

—Aquellos rubros que se van a ver superados ya están tomando previsiones. El acero había llegado a un 98 por ciento de capacidad instalada y Techint anunció inversiones por 700 millones. Acindar invirtió, Sipar también. En el tema petrolero habíamos llegado al límite que teníamos que importar de todo. YPF anunció inversiones por 28.000 millones. Hoy estamos en una capacidad instalada del 72 por ciento. En realidad tenemos, creciendo al 6 por ciento por año, uno o dos años sin tener que hacer inversiones. Ahora, vos no podés seguir creciendo por siempre sin invertir.

—¿Con la recuperación de la actividad económica empieza a sonar el temido rebrote inflacionario?

—Si tenemos un comportamiento razonable no tendría por qué haber inflación. Supongamos que yo estoy haciendo cien piezas por hora pero tengo capacidad para hacer 150. Cuando el mercado me pida más voy a pasar a hacer 150 con los mismos costos que tengo hoy. ¿Cuál es el problema en la Argentina? Que hay un montón de sectores que están en manos de pocas personas que fijan los precios. Entonces la intervención del Estado debería existir para que el comportamiento de esos empresarios sea razonable. La intervención del Estado es razonable para decir: “Muchachos, maximicen ganancias pero no matemos a la gallina de los huevos de oro. No traslademos a precio si igual vas a generar más”.

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