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“Me arriesgué y hoy soy la persona más feliz del mundo”

Roberto es soltero y recibió en adopción a un nene de 6 años. Un caso inusual en la ciudad.

Roberto, protagonista de una historia poco usual. Tras cinco años logró que la Justicia le conceda la adopción legal de Alan.
Roberto, protagonista de una historia poco usual. Tras cinco años logró que la Justicia le conceda la adopción legal de Alan.

Bandeja en mano, llevando cafés y medialunas de un lado al otro, Roberto Castillo tuvo un comienzo de semana diferente. Trabaja en un minimarket en avenida 27 de Febrero y ayer su jornada se vio alborotada al conocerse por medio de El Ciudadano que siendo soltero la Justicia le concedió la adopción de un niño de 6 años. La noticia tuvo repercusión nacional y él tuvo que ocupar buena parte del día a contar la historia y sus sensaciones. “Me arriesgué y fue lo mejor que me pasó en la vida”, aseguró con los ojos húmedos de emoción. Alan había sido dado en adopción por su madre biológica, durante años en situación de calle,  y en un contexto de enfermedad y desamparo. La adopción la resolvió el Juzgado de Familia de la 4ª nominación, a cargo de Lidia Bustamante.

Roberto conoce a Alan desde que tenía 5 meses. “Me encariñé con él desde el primer día que lo vi”, le dijo a El Ciudadano.

Roberto, o Peyi, como lo llama Alan, conoció la historia del nene cuando éste tenía apenas unos meses de vida y su madre lo había dado al cuidado de una familia cercana a Roberto. “Vi que lo maltrataban y entonces pedí tenerlo a mi cuidado por un tiempo. Pero esta mujer que lo cuidaba se lo llevó de un día para el otro, diciendo que no quería que yo lo cuidara, entonces inicié los trámites de adopción. Sabía que iba a ser difícil, sobre todo al no estar casado ni mucho menos, pero me arriesgué y hoy soy la persona más feliz del mundo”, sostuvo con una sonrisa que atraviesa todo su rostro, sentado en una de las sillas del comercio donde trabaja.

“Conocí a Alan a través de quien era mi cuñada. Lo llevaron al barrio donde vivo y lo dejaron a su cuidado. Me sentí re mal al ver que no lo cuidaban adecuadamente. Me había encariñado con él desde el primer día y tenía mucho miedo de que no me dieran la custodia permanente”, contó.

Roberto dejó en claro que la madre biológica de Alan puede visitarlo las veces que quiera: “Nunca le negué ni le voy a negar ver a su hijo, gracias a ella somos una familia feliz”. Con “familia” se refiere al grupo que comparte la casa con Alan: uno de los hermanos de Roberto, Diego, y la esposa de éste, Fernanda. “En cada salida vamos los cuatro, como una gran familia. También lo llevamos a sus prácticas de fútbol y lo alentamos los sábados, cuando juega en el torneo”, agregó.

“Tuve que hablar con la trabajadora social que tenía la causa para que convenciera a la madre de Alan de que nosotros lo íbamos a cuidar mucho mejor que la familia que lo tenía; ella era la única que podía tomar esa decisión. Sin embargo, mi peor miedo fue cada visita a Tribunales, donde me podía encontrar con una negativa a la adopción. La jueza estaba sorprendida, fue el primer caso que dijo tener, lo cual me daba menos seguridad  de poder tener a Alan conmigo”, reveló. De hecho, su abogada, Florencia Rimotti, había manifestado a este medio que “la ley dice que puede otorgarse un niño al adoptante o a un matrimonio, y no discrimina hombre o mujer”.

Hoy Alan dice tener “dos mamás”, la mujer que lo visita semanalmente y Fernanda, con quien vive y comparte la mayor parte del tiempo. También tiene dos amores futbolísticos: su tío Diego es de River y le compró el conjunto del equipo millonario, y las chicas del minimarket al que Alan ya ha ido en varias oportunidades lo conquistaron con las franjas azules y amarillas de Rosario Central. “Me ocupé de adoptarlo y de darle una familia, pero no tuve en cuenta hacerle querer los colores de mi equipo”, dijo entre risas Roberto, hincha de Newell’s.

Es oficial. Alan ya tiene su familia, un equipo de fútbol al que amar y una escuela a la que asiste en el turno tarde. Con sus 6 años fue noticia para los medios de la ciudad y el país, aunque por el momento no conoce muchos detalles de su procedencia. “Es muy chiquito y, la verdad, no le conté mucho, tengo miedo que aún no lo entienda; él sabe que la mujer que lo visita todas las semanas es su madre, de todas formas no ha preguntado sobre el tema, cuando quiera saber le contaré todo”, dijo.

En 2006 la mujer había dado a luz a su cuarto hijo, un varón. Su hija mayor vivía con su abuela, la segunda había sido dada en adopción, Alan estaba a cargo del hombre que ahora logró adoptarlo junto al bebé, aunque en este caso Roberto comenzó a presentar grandes dificultades para hacerse cargo del  más pequeño. Una de las cuestiones que tuvo en cuenta la Justicia para otorgar la custodia de los menores a otras personas, más allá del informe médico, es que la mujer planificaba “volver a vivir en la calle, no estando incluidos sus hijos en la propuesta, ni vivir ni cuidar de ellos, apelando para esto a otros que puedan hacerlo por ella”, sostiene la decisión judicial. En ese sentido, el tribunal buscó a los familiares de la madre biológica, que argumentaron que no podían hacerse cargos de los niños. Hoy Alan tiene a su familia adoptiva, su hermanito vive al cuidado de otro grupo familiar y la madre de ambos se encuentra en una pensión con cuidado psiquiátrico, del cual puede salir para visitarlos.

A su vez, el costado paternal de Roberto fue descubierto muchos años antes de este episodio. Sus padres se separaron cuando él tenía sólo 11 años, fue por eso que desde entonces se encargó de cuidar a sus hermanitos de 6 y 4 años. “Prácticamente los críe como si fuera su padre, no su hermano mayor”, recordó.

Roberto lleva apenas unas semanas disfrutando la paternidad legal, y el nuevo apellido del nene está en pleno proceso. “Inclusive me preguntaron si quería cambiarle el nombre, pero eso sería una locura, él es Alan y así seguirá”. Asimismo, compartió su historia con muchos padres que esperan tener a sus hijos adoptivos. “Me han dicho que adoptar a un chico lleva años y es algo que no entiendo, porque habiendo tantos casos como el de Alan, es increíble que paralelamente haya tantos matrimonios esperando tener su hijo en brazos y por los tiempos de la Justicia no lo logran”, afirmó. En tanto, reconoce que esta novedosa iniciativa judicial puede abrir las puertas a otros hombres o mujeres que no tengan una pareja establecida y que puedan satisfacer sus necesidades de ser padres adoptando un chico. “Mi caso fue excepcional pero porque tuve la suerte de conocer a Alan, nunca pensé en todo lo que vendría y seguirá viniendo en esta relación de padre e hijo, siempre supe que era una responsabilidad, pero más allá de todo, el amor que despertó en mi ese bebé desde la primera vez que lo vi hizo que no me importara nada más que estar toda la vida juntos”, concluyó el flamante padre.

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