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“Insensato” quemar las islas para matar ratones

Por Paola Cándido y Claudio de Moya. Entre Ríos propone incendiar las islas para prevenir la leptospirosis. El aumento es por la crecida del Paraná, y el fuego combate a sus predadores.

Los funcionarios de Entre Ríos literalmente le prendieron fuego al tema, y los cuestionamientos no tardaron en difundirse. Desde la provincia vecina, que tiene jurisdicción sobre las islas del Paraná frente a Rosario, habían adelantado que estudian la autorización de “quemas controladas” de la vegetación isleña como remedio, o al menos paliativo, a la proliferación de ratones en esos territorios, una circunstancia que preocupa particularmente por la posibilidad de que aumenten los casos de leptospirosis y hantavirus, enfermedades que son transmitidas por esos roedores.

“Es insensato proponer soluciones simplistas”, replicó el Taller Ecologista. Es más, sugirió que las quemas muy probablemente agraven el problema de los ratones porque, más que a éstos, afectan a sus predadores naturales.

Parecido tenor de rechazo, y alusiones al contraste entre la complejidad del problema y las salidas “fáciles”, desgranaron desde el Palacio de los Leones. “No hay suficiente información técnica para avanzar con medidas drásticas, con tantos efectos posibles. No acordamos con esta técnica de destrucción de población de roedores”, salió al cruce Daniela Mastrángelo, subsecretaria de Medio Ambiente de Rosario. “Los expertos en este tema tendrían que pensar una solución responsable”, sugirió.

Fue después de que Fernando Raffo, secretario de Ambiente Sustentable de Entre Ríos, dijera que podrían autorizarse “quemas controladas” para reducir la población de ratones en la región insular, previo análisis técnico. A lo mismo adhirió Fabián Daidé, titular de Defensa Civil de Victoria, quien intentó atajar seguras críticas al afirmar que el fuego se iniciaría con la presencia de bomberos para evitar que se salga de control.

El rechazo es fundado, luego del alto impacto ecológico dejado por los incendios de 2008, que obligaron a conformar ese año el “Plan integral estratégico para la conservación y aprovechamiento sostenible en el Delta del Paraná” (Piecas), entre la Nación y las provincias de Entre Ríos, Santa Fe y Buenos Aires.

“Al tratarse de humedales y ecosistemas que pueden resultar dañados, hay que ser prudentes y consultar a los ambientalistas”, replicó el secretario de Salud de Rosario, Lelio Mangiaterra, quien además objetó el apuro por mostrar iniciativas sin un debido análisis, ya que “no hubo nuevos casos de leptospirosis que las justifiquen”. Más drástico fue Eduardo Spiaggi, veterinario, magíster en Sistemas Ambientales e integrante del Taller Ecologista: refutó por “insensata” la propuesta entrerriana. Destacó que, contra el argumento esgrimido, las quemas agudizan el problema: afectan más a los predadores naturales de los roedores (reptiles, aves rapaces y felinos) que a los mismos ratones. Además, informó que el aumento del número de ratones es consecuencia primaria de la crecida del Paraná, que inunda las madrigueras y los obliga a salir.

Spiaggi insistió en la ingenuidad de la postura entrerriana, porque todo desajuste en un ecosistema como el humedal del Paraná es complejo y multicausal. Recordó que en 2008 se quemaron 200 mil hectáreas de islas, y que esto dejó como pasivo graves efectos ambientales. También resaltó la agresión a la que viene siendo sometida esta zona, por la construcción del puente a Victoria, la sobrepesca, la migración de ganadería por el avance de la frontera sojera y, por último, la implantación de esos mismos cultivos transgénicos bajo la tentación de su alta rentabilidad económica.

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