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Asociación ilícita

“Yo no maté al Fantasma”

Desde prisión, Alejandro “Chino” González, quien está imputado de ejecutar en septiembre de 2012 a Martín Paz a cambio de dinero, se desligó del homicidio, del clan Cantero y dijo que nunca manejó armas ni le quitó la vida a ninguna persona.


“Me acusan de matar al Fantasma Paz. Es todo mentira. Jamás maté a nadie. No sé manejar un arma, nunca caí (preso) con un arma y no tengo antecedentes con armas. Además yo no mataría a nadie. Tengo familia y tendría miedo, es gente con plata y es feo que te maten a tu familia. No tengo nada que ocultar. Si hubiese sido yo tendría plata. Y no tengo ni un peso. Mi familia es re humilde. No tenemos auto. Sólo un rancho tenemos. Mis hermanos trabajan para ayudar a mi mamá que tiene una verdulería humilde. ¿Cómo no se van a dar cuenta que no tenemos nada? Llevo cuatro años detenido. Estaba saliendo con permisos y ahora me cortaron todo. La Policía tiene que investigar bien. Esto es todo político. Han publicado cosas que yo jamás he dicho. Y me encontraron acá (en la cárcel) porque allanaron la casa de mi mamá buscándome y ella les dijo que estaba preso”.

Así se presentó Alejandro Norberto González, el hombre de 30 años que desde 2009 cumple condena a cinco años de prisión en la Unidad Penitenciaria Nº 3 de Rosario. Con más de dos tercios de la pena cumplida, en 2012 comenzó a gozar de salidas transitorias, beneficio que perdió en octubre de ese año cuando la Policía lo interceptó en la vía pública, dos meses después de incumplir su regreso al penal.

Pero su suerte desmejoró en julio pasado, cuando la foto de su prontuario recorrió los medios gráficos, señalado como “Chino o Pato, el sicario más importante” de la banda Los Monos.

Además se le achacó ser nada menos que el asesino de Martín Fantasma Paz, un alfil de esa organización delictiva acribillado el 8 de septiembre de 2012 en un hecho que marcó el inicio de una sangrienta saga de crímenes mafiosos.

Durante un diálogo con El Ciudadano que tuvo lugar dentro del penal de Riccheri y Zeballos, González se desligó por completo de las acusaciones en su contra, dijo que no tiene nada que ver “con esa gente” (por Los Monos) y repitió que pasó los últimos cuatro años detenido sin ningún recurso económico. También dijo que se enteró de la acusación que pesa en su contra dentro de prisión, un día de visitas mientras esperaba a su hija, cuando alguien le alcanzó un diario en el que además de salir su foto con una lista de imputaciones se decía que estaba prófugo de la Justicia.

“No entiendo por qué me involucran. Cuando salió la nota me quedé helado. Yo me entero todo por el diario. Era un domingo. Estaba esperando la visita y me muestran la nota. Me largué a llorar. Si yo ya estaba para salir con permisos. Ahora tengo todos los permisos cortados. Ni al taller de carpintería puedo ir. Imaginate que te digan esto. No sabés cómo llorás, te volvés loco”, dijo.

“Creo en la Justicia. Si es verdad que hacen las cosas bien, una buena investigación, me van a largar. Pero hay mucha plata. Fui a un reconocimiento (de un testigo protegido) que dio negativo. Además, todos los sicarios de esa gente venden drogas. Tienen mucho dinero y andan en autos caros. Yo salía de acá en colectivo. Cómo no se van a dar cuenta que no tengo nada. Mi familia es re humilde. No tenemos ningún lujo. Cuando allanaron la casa de mi mamá (ubicada en inmediaciones de Oroño y Dr. Riva) no sacaron nada. ¿Sabés por qué? Porque no tenemos nada. Ni auto. Si fueras a mi casa te darías cuenta”.

De pocas palabras, tez trigueña, pronunciado acné y casi un metro ochenta de altura, el Chino González refuerza su inocencia. “Fijate que en el diario un testigo dice que el tirador era bajito”, dice mientras se pone de pie para mostrar su estatura. “Además el reconocimiento me dio negativo y hay un montón de gente a la que le dicen Chino”.

Consultado sobre si conocía a alguien del clan Cantero dijo que nunca tuvieron trato aunque “los había visto en Coronda (la cárcel), al padre y al hijo. Iba una banda de gente a visitarlos, pero no se quiénes eran”.

De la investigación que lleva adelante el juez de Instrucción Juan Carlos Vienna existe una escucha telefónica donde un tal Carlitos dice ser el compañero de González y aclara “somos los que matamos al Fantasma”. Pero González dice que esas escuchas lo tienen sin cuidado: “Yo sé, y estoy seguro que no es mi voz. Porque no maté a nadie. Nunca. Si anduviera con ellos tendría que tener plata y no la tengo”, expresó tras concluir: “Es muy feo que te pongan como asesino si nunca mataste a una persona. Y una persona de tanta plata”.

Reconstruyeron el homicidio de Martín Paz (Por Lucía Demarchi)

El juez Juan Carlos Vienna encabezó ayer a la mañana la reconstrucción del homicidio de Martín Paz, el joven de 26 años apodado Fantasma que fue asesinado en septiembre de 2012 en Entre Ríos y 27 de Febrero durante una presunta venganza, la cual fue la punta del ovillo en la megacausa por asociación ilícita que derribó parte de la estructura de la banda Los Monos. La medida se puso en marcha para determinar si existieron contradicciones entre dos testigos claves del hecho: el de la mujer de la víctima, que lo acompañaba dentro del auto; y el del empleado de un bar que presenció el ataque. Para la fiscal del caso, los relatos son “complementarios”. La reconstrucción del homicidio tuvo lugar ayer pasadas las 8 en la misma esquina en la que el Fantasma fue atacado a balazos el 8 de septiembre de 2012. Es que la secuencia que terminó con su muerte comenzó allí, sobre calle Entre Ríos, antes de cruzar bulevar 27 de Febrero. De acuerdo con la investigación, ese día, cerca de las 14, el Fantasma iba a bordo de su auto BMW Z4 color blanco junto con su pareja, de 25 años, y su pequeña hija de apenas 4 meses. Frenaron en el semáforo y una moto se les puso a la par. El motociclista extrajo un arma y abrió fuego. El Fantasma recibió al menos 5 tiros, pero no se desvaneció enseguida. Como pudo, aceleró, avanzó hasta Gálvez y dobló a la derecha. Llegó hasta Corrientes y volvió a girar. Allí el auto se detuvo tras impactar con otros vehículos estacionados. El Fantasma estaba muerto. La medida de ayer, que fue encabezada por el juez de Instrucción de la 4ª Nominación, Juan Carlos Vienna, tuvo como objetivo cotejar dos testimonios que hablan de un momento particular del relato: cuando el Fantasma fue atacado a tiros. Es que según quien cuente la historia, hay algunos detalles que parecían contradecirse. De acuerdo con la causa, la mujer del Fantasma Paz, que iba con él en el auto, dijo que el atacante iba a bordo de una moto marca Guerrero de 110 centímetros cúbicos y que tiró con la mano derecha. Por su parte, el empleado de un bar ubicado en la esquina de Entre Ríos y 27 de Febrero había dicho en su declaración que el homicida se trasladaba en una moto YBR de 250 cilindradas y que el arma la llevaba en la mano izquierda. La esposa del Fantasma y el mozo fueron los dos únicos testigos presenciales del ataque. Según la fiscal Cristina Herrera –quien solicitó la medida–, de acuerdo con la mujer de la víctima, el atacante estaba esperando a su víctima, ya que el Fantasma fue atacado media cuadra después de salir de su casa, cuando paró en el semáforo. Los vidrios del auto estaban levantados, el tirador apoyó la moto en el piso, se afianzó sobre sus piernas y abrió fuego. El primer balazo dio contra el vidrio de la ventanilla del conductor, que estaba cerrada. Los otros impactaron directo sobre Paz. En ese momento la mujer de la víctima no llegó a verle la cara al tirador. Lo vio de cuerpo completo segundos después, luego de que el Fantasma acelerara y ella consiguiera darse vuelta. Se encontró con la imagen del motociclista que intentaba levantar la moto del suelo. La reconstrucción se realizó ayer en inmediaciones de Entre Ríos y 27 de Febrero. Durante la reconstrucción, efectivos policiales interpretaron los roles de las distintas personas que estuvieron involucradas en el hecho. Lo mismo hicieron basados en el relato del mozo del bar, quien sí tuvo una visión clara del atacante en ese momento, ya que tras las detonaciones vio arrancar el auto de Paz y pudo observar con detenimiento al motociclista y a su vehículo. Luego de la medida, la fiscal consideró que las contradicciones entre ambos relatos fueron “blanqueadas”, ya que se pudo determinar que, por la posición que ocupaba cada uno de los testigos, es lógico que brindaran versiones distintas de lo que vieron. Sin embargo, Herrera consideró que, más que contradictorias, los relatos fueron complementarios.

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