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Sociedad

¿Y si los ingleses triunfaban?

El autor plantea qué hubiera ocurrido si los británicos triunfaban en la Invasiones de 1806. Una hipotética derrota “no garantiza que hoy fuéramos Canadá o Australia, podríamos ser Rodhesia o sumidos en las diferencias sociales de la India”.


El 12 de agosto de 1806 las tropas al mando de Santiago de Liniers, auxiliadas por inexpertos oficiales como Saavedra, Pueyrredón y Álzaga, lograban la rendición de los ingleses luego de cuarenta y cinco días de ocupación británica, conformando así lo que pasaría a la Historia como la Reconquista. A partir de allí, las milicias y autoridades criollas que tuvieron que defenderse solas (ante la ausencia de un verdadero ejército español en la zona), comenzaron a pensar en una posible independencia de la Corona Española, la que tendría su punto de partida cuatro años después con la Revolución de Mayo.

Mucho se ha escrito sobre aquellos sucesos, tanto por la historiografía liberal como por la revisionista. Ahora bien, hay una cuestión no tan desarrollada y que cada tanto aparece en la opinión pública. Muchas veces se suele escuchar una pregunta de imposible respuesta certera pero no por ello menos interesante para llamar a la reflexión: “¿Qué habría pasado si los ingleses hubieran tenido éxito en las Invasiones de 1806 y 1807?”

La pregunta se enmarca en el género de literatura histórica denominado Historia Contrafáctica, especialmente desarrollado por los historiadores anglosajones.

Distintas posiciones

Dentro de la historiografía argentina, ha sido Rosendo Fraga quien ha dedicado toda una obra al tema y un capítulo en particular a las Invasiones Inglesas. La misma fue titulada “Que hubiera pasado si…?” e independientemente del error gramatical (la expresión correcta es “¿Qué habría pasado si…?”) contiene un interesante análisis donde afirma que, de haber sido distintas las contingencias de la guerra (algunas fortuitas y otras fruto de la especulación política o de la impericia), los ingleses podrían haber triunfado, logrando organizar una serie de posesiones en el continente americano, sumando Buenos Aires y Valparaíso a las que ya contaba (Islas del Caribe, Belice en América Central y Guyana en América del Sur). Asimismo, las autoridades españolas se habrían visto obligadas a trasladar la capital del Virreinato del Río de la Plata a Córdoba y, posteriormente, habrían absorbido los territorios del mismo en el Virreinato del Perú, como había sido durante más de dos siglos hasta 1776. Finalmente, Inglaterra habría mantenido esos territorios durante una gran cantidad de décadas (similar a los casos de la India o de Hong Kong), sin restituirlas a España a pesar de haber sido su aliada en la lucha contra Napoleón (tal como tampoco le restituyeron a Holanda –también aliada contra Napoleón– el Cabo de Buena Esperanza).

Asimismo, también desde la otra orilla del Plata, el historiador uruguayo Juan Carlos Luzuriaga sostiene que existió la posibilidad de que en 1807 (durante la segunda invasión) los británicos lograran retener la ciudad de Montevideo y un área de extensión relativamente importante. Posteriormente, las apetencias portuguesas sobre la zona se habrían mantenido ocupando gran parte del territorio de la Banda Oriental, al mismo tiempo que, fruto de la tradicional alianza con Gran Bretaña, habrían acordado una amigable partición del territorio. Por último, concluida la Guerra de la Independencia criolla contra España, habría sido muy difícil para Buenos Aires recuperar estos territorios constituyendo un enclave británico similar a Gibraltar o Belice, el cual el pragmatismo de Londres habría sostenido con la pluma y la espada.

Finalmente, luego de repasar las eventuales alternativas que la Historia podría haber tenido, también es necesario reconocer que esta posibilidad de triunfo inglés ha sido deseada por muchos dirigentes, periodistas e historiadores argentinos, formando parte de lo que don Arturo Jauretche describía como la “gran zoncera argentina”, esto es creer que lo extranjero es bueno (sobre todo si procede del mundo anglosajón) y lo nativo es malo, ruin y deficiente, sin que se admita prueba en contrario. En efecto, existe una opinión que cierto sector de nuestra gente parece alentar: “Fue una lástima que los ingleses no ganaran. Hoy seríamos un país mucho mejor organizado y próspero, si hubiéramos llegado a integrar transitoriamente el Imperio Británico y luego su Commonwealth”.

Un enclave como Australia

Indudablemente, si los ingleses nos hubieran vencido les habrían ahorrado a hombres como Rivadavia, Sarmiento o Alberdi el gran esfuerzo que realizaron durante décadas por convertirnos en una seudocolonia británica.

También les habrían evitado a Julio Roca (h) la vergüenza que implicó el Tratado Roca–Runciman de 1933. Asimismo, a ciertos intelectuales les habrían ahorrado las lágrimas que parecen derramar en las obras en que reniegan de nuestros orígenes hispánicos (como José Ignacio García Hamilton en su El autoritarismo y la improductividad en Hispanoamérica). Seguramente, todos ellos avizoraban el desarrollo de un enclave británico a semejanza de una Nueva Zelanda o Australia en América del Sur.

Sin embargo, semejante opinión, no sólo minimiza y desprecia el esfuerzo y la sangre derramada por nuestros antepasados, sino que simplifica las cosas hasta extremos inaceptables. En este sentido, es necesario señalarles, a quienes así piensan, que no hay garantía alguna de que fuésemos hoy, en caso de una victoria británica hace 200 años, los Estados Unidos, Canadá o Australia; tranquilamente podríamos ser África del Sur o Rodhesia, con la lacra del apartheid, o vernos sumidos en las abismales diferencias sociales de la India.

En conclusión, mal que le pese a la intelligentzia argentina y a los lucidores de remeras con emblemas ingleses, lo cierto es que allá por 1806 y 1807 se forjó el sentimiento y orgullo nacional frente al imperialismo anglosajón. Posteriormente, aquel glorioso ejemplo sería célebremente honrado por Héroes como Brown, Mansilla o Chilavert en el Bloqueo Anglofrancés y también por héroes como el Teniente Estévez, el Perro Cisnero o el Soldado Tries en Malvinas. Recordemos entonces a aquellos hombres como los primeros defensores de nuestra soberanía y nuestra identidad. El resto, no son más que conjeturas.

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