Ciudad

La vocación

Volver al pago, vivir para servir

Entusiasmado por el trabajo que una ONG realiza en El Impenetrable, un joven del lugar vino a Rosario a estudiar Odontología y espera recibirse para regresar al noroeste del Chaco y así poder brindar atención a sus coterráneos.


José Andrés Salomón Castellano tiene un hablar pausado y una risa pronta. Tiene 21 años, llegó hace dos del corazón de El Impenetrable a Rosario para estudiar lo que siempre quiso, la carrera de Odontología y forma parte de La Higuera, la ONG que brinda atención médica a las comunidades rurales en el Chaco.

“Soy tranquilo, tímido, no hablo mucho, pero me gusta escuchar al otro”, se autodefine mientras convida con mates y bizcochos.

José nació el 3 de febrero de 1993 y tiene una familia numerosa integrada por sus padres y siete hermanos –seis varones y una mujer– y él es uno de los más chicos. Terminó el secundario en Miraflores, una ciudad ubicada en el noroeste de la provincia del Chaco y comenzó a estudiar la tecnicatura en instrumentación quirúrgica, pero desistió. No era lo suyo.

“Mis padres viven en el Chaco. Se dedican a la actividad ganadera; no a sembrar porque la zona es muy seca. Empecé a estudiar la tecnicatura en instrumentación quirúrgica pero me di cuenta que no era lo que realmente me gustaba”, explica el joven.

José cuenta que vivió en carne propia la gran labor que realiza La Higuera en El Impenetrable con la comunidad. “Me parece fantástica la tarea que hacen. Me enteré que estaban con un proyecto de buscar gente de la zona del Chaco para ir a Rosario y estudiar alguna carrera relacionada con la medicina”, detalla.

En ese transcurrir, José estrechó un vínculo cada vez más fuerte con el fundador de la ONG, Gustavo Farrugia, y después de un año tomó la decisión de subirse a un ómnibus y recorrer los casi 800 kilómetros que dista el Chaco de Rosario para inscribirse en la facultad.

“La Higuera me otorgó una beca para que me pueda solventar mis estudios y el alquiler. Con Gustavo fuimos a ver el lugar donde iba a vivir. El año pasado residí en una pensión cerca de la facultad. Me costó la convivencia porque necesitaba un espacio donde pudiera disponer de mis horarios, y en la pensión era todo compartido. Soy complicado para estudiar; necesito estar solo y en silencio. Este año me consiguieron otro lugar y estoy contento”, describe el joven.

José confiesa que extraña la tranquilidad, su familia, y despertarse con el ruido de los pájaros. “Nosotros somos muy tranquilos; tenemos otra manera de ver las cosas. Acá todo es muy rápido”, observa.

El estudiante, hincha de Boca, formó un grupo de amigos de la facultad y del barrio muy sólido y consolidado: estudian, salen a correr, a andar en bicicleta, se juntan a comer, y van a las peñas de la facultad.

“Viajo a Chaco dos veces durante el año, en julio y en las vacaciones de verano. Tenemos una tradición familiar en las fiestas navideñas: el 25 la pasamos en la casa de mi abuela y el 1º en la casa de la tía mayor. Comemos asado y empanadas”, describió el joven.

“Me gusta mucho Rosario, el río, las casas antiguas. Es una ciudad muy turística. Me gustaría quedarme a vivir acá, pero el tiempo hará su trabajo”, se sincera.

A José se le dibuja una sonrisa cuando habla de El Impenetrable.

“Cuando me reciba de odontólogo voy a volver a mi tierra para devolverles algo con lo que estoy aprendiendo a hacer: dedicarme a la salud bucal”, concluye.

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