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Barrio Tablada

Versiones opuestas para explicar la muerte de un pibe de 16 años

Testigos afirman que un prefecto le disparó y lo remató en el piso. El fiscal sólo reprodujo la versión del tirador y habló de robo.


Cuando los vecinos vieron entrar un Ford Falcon al estrecho pasillo ubicado en Patricias Argentinas (prolongación de Colón) al 4300, en Tablada, no podían explicarse qué hacía un hombre solo a esas horas de la noche en un lugar donde casi nunca entran vehículos.

Con extrañeza, se quedaron mirando y vieron que el conductor llamó a un pibe del barrio que se acercó a la ventanilla y, después de un intercambio de palabras, cayó al piso tras escucharse disparo. El hombre salió del auto y volvió a gatillar, esta vez en la cabeza del chico. Sin embargo, en contraposición a la versión de vecinos y de la familia de la víctima, el fiscal de Homicidios Dolosos Miguel Moreno señaló que el asesinato pudo tratarse de un caso de legítima defensa en ocasión de robo. El conductor del Falcon es un agente de 32 años que trabaja en Prefectura y no quedó imputado ni detenido por el hecho. Su vehículo fue incendiado por vecinos poco después del crimen.

De acuerdo con la versión de vecinos de Tablada, eran casi las once de anteanoche y el único quiosco que seguía abierto en el pasillo de Colón al 4300 estaba cerrando. Por la calle sin asfalto apenas puede pasar un auto y si lo hace tiene que avanzar a paso de hombre. Por eso, cuando los pocos vecinos que seguían afuera vieron aparecer un Falcon, se quedaron mirando. Manejaba un hombre solo que detuvo la marcha frente a una casa donde estaba apoyado Maximiliano Ramón Zamudio, un chico del barrio de 16 años. El conductor del vehículo lo llamó y el pibe se acercó a la ventanilla. Luego de un intercambio de palabras, Maxi se dio vuelta para irse, pero el hombre lo insultó. El chico se dio vuelta y le respondió: “¿Qué te pasa, qué me dijiste?”. Enseguida, se escuchó un disparo y Maxi cayó al piso. El hombre se bajó del vehículo con un arma en la mano, le pegó una patada al chico que estaba en el suelo y lo ejecutó un disparo en la frente. Los vecinos vieron cómo, segundos después, el conductor del auto se agarraba la cabeza.

María, la mamá de Maxi, estaba en su casa con su hermana cuando escuchó tres tiros.

Su hijo había salido hacía unos minutos a la calle, después de comerse un yogur con cereales. Cuando escuchó las detonaciones, María salió corriendo afuera y se encontró a su hijo tendido en el suelo junto a un hombre armado. No podía entender lo que había pasado. Empezó a gritarle que había matado a su hijo y se le fue encima para pegarle. El hombre dijo que era un agente policial y empezó a correr. Ella lo siguió, mientras la calle se llenaba de vecinos. “Llamen a la Policía que se me escapa el asesino de mi hijo”, gritaba María. El hombre se metió en un pasillo sin salida. María agarró un palo y le empezó a pegar. Él se la devolvió, sacó el arma y disparó tres veces pero no logró herirla, contó la mujer. Cuando el hombre salía del pasillo perseguido por los vecinos, llegó un móvil policial. María y su familia buscaron a Maxi y lo llevaron al Hospital Roque Sáenz Peña, pero ya había muerto.

En una conferencia de prensa llevada adelante ayer en la Fiscalía de Homicidios Dolosos, el investigador a cargo del caso, Miguel Moreno, dio una versión de los hechos diametralmente opuesta basada, en el testimonio de Ariel Fernando C., el agente federal de 32 años involucrado en el hecho.

Según el fiscal Moreno, el miércoles cerca de las 23, el agente de Prefectura fue en su auto a la zona de Uriburu y Patricias Argentinas acompañado por una mujer. Iban a buscar un equipo de audio a uno de los pasillos. La chica se bajó y él quedó sólo en el vehículo. En ese momento, aparecieron dos jóvenes, uno se puso del lado de la ventanilla y el otro frente al auto. Según el relato del efectivo federal, el que estaba más cerca le preguntó la hora y él le dijo que no tenía teléfono. Luego de esto, el chico sacó un elemento “con apariencia de un arma larga” (después dijo que sería una especie de tumbera) y le dijo que le entregara sus pertenencias. “No me hagas nada que soy policía y vas a tener problemas”, le dijo. El otro chico se metió: “Quemalo, quemalo”. Ante esto, el prefecto sacó el arma y disparó tres veces.

Según Moreno, el cuerpo de Maxi presentaba al menos dos heridas de arma de fuego, una en el tórax y otra en el cráneo. El arma utilizada no era la reglamentaria, sino una calibre 40 propiedad del agente. El fiscal agregó que el prefecto está en libertad y que no quedó aún imputado. En relación con la mujer que lo acompañaba, señaló que es testigo en la causa aunque no la pudieron ubicar.

Marcos Cella, abogado de la familia de Maxi, sostuvo: “Maximiliano no tiene antecedentes penales, la familia estaba presente, hay vecinos presentes que vieron que Maximiliano estuvo ahí todo el tiempo. Que esta persona llegó de la nada, lo mató por nada. De hecho, los vecinos se revelan ante esta injusticia y lo detienen ellos”, sostuvo.

Y agregó: “No vamos a aceptar que se trate esto como un enfrentamiento. Tenemos testigos que son los mismos que reaccionaron ante esta ejecución. Vieron cómo este hombre llegó y estacionó. Llegó solo, lo llamó a Maximiliano, que estaba en la puerta de su casa, se acercó solo al vehículo y este hombre lo insulta, él se retira y, cuando se está retirando, le raja 3 disparos que son los que le quitaron la vida”.

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