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Luchar para vivir

Unidos para salir adelante: la historia de Nacho y Julia

La grave lesión que sufrió el rugbier Ignacio Maeder despertó en Julia Castiglioni la idea de ayudarlo. Conocé la historia.


Semanas atrás una publicación en un blog conmovió al ‘mundo’ ovalado. En la misma, Julia Castiglioni escribió un texto pensado por Ignacio Maeder, el jugador de Duendes que el 3 de septiembre del año pasado sufrió una lesión medular mientras jugaba un partido ante Crai. “Todos esos pensamientos no podían quedar en la nada”, pensó Castiglioni sobre lo que había vivido Nacho y fue el momento de la génesis de la primera nota: “Mística del rugby”.

“Creo que no son nuestras condiciones sino nuestras decisiones lo que determinan nuestro camino. Pero cuando tenemos una enfermedad crónica, podemos aprender que la luz y la oscuridad están frente a frente. Pero una depende de la otra. Ya que cuando se apagan las luces, se ven las estrellas”, escribió Julia en su blog (juliacastiglioni.wordpress.com).

El Hincha, al tomar conocimiento de la columna, dialogó con Julia para poder saber de uno de los protagonistas los pormenores de esta historia, que hace que los límites no los impongan las situaciones sino uno mismo.

“En el proceso de aceptar mi enfermedad (NdR: artritis reumatoidea) sentí la necesidad de expresarlo de alguna forma y me pegó el bichito de la escritura, de plasmar todo en el papel”, expresó Castiglioni en el inicio de la charla.

Luego, la jugadora de hockey sobre césped de Gimnasia y Esgrima explicó cómo fue que comenzó todo. “A través de mi novio Carlos (Araujo, hijo), llegué a Nacho y él cuando empezó a hablar nuevamente comenzó a contar todo lo que no había podido expresar durante los cincuenta días que estuvo internado en el Sanatorio Parque. Ahí fue que me dije que todos esos pensamientos no podían quedar en la nada”.

Además, Julia contó cómo fue el proceso para organizar la dinámica de trabajo de ambos. “Estuve semanas pensando en cómo hacer para poder hacer que todo eso pudiera llegar a muchas personas. Le propuse a Nacho un objetivo a largo plazo, que sería un libro sobre nuestros encuentros; y otros a corto plazo, que son las columnas semanales; la primera fue la mística del rugby, pero que en las próximas no tienen que ser exclusivamente sobre rugby”.

“Le dejo tareas para la semana; la idea es que Nacho pueda con su imaginación salir de la habitación, que ejercite su mente con pequeñas cosas”, añadió Castiglioni.

“Una cosa que le propuse fue que él ahora en su situación habla para pedir cosas para él. Que le den de comer, que lo tapen, que le rasquen la nariz, que lo sienten, que le prendan o apaguen la televisión, entre otras cosas. Entonces la idea fue que ahora él use su voz y hable para hacer algo por otro. Ese fue un punto que le gustó”, dijo Julia.

Dos jóvenes deportistas que ante una situación difícil y complicada que les toca vivir no se quedaron de brazos cruzados y tuvieron su momento de meditación para pensar y luego activar en positivo. Ambos buscaron una vía de escape, una vía para poder expresar sus sentimientos y poder llegar a otras personas para poder enviar el mensaje correcto, el mensaje que sirva para que otros puedan abrir los ojos y no dejarse caer.

¿Qué es la “Mística del rugby”?

En el blog que creó Julia Castiglioni, la primera columna que llevó al teclado tras reunirse con Ignacio Maeder se llamó “Mística del rugby”. En ella, la jugadora de hockey de Gimnasia cuenta lo que le expresó el rugbier de Duendes. A continuación, el relato que se puede leer en juliacastiglioni.wordpress.com:

“Me logro ver corriendo por aquel gran espacio verde minado de árboles que iba a ser mi primer club, Hindú. Con esos seis años, dí mis primeros pasos en este deporte, pasión que compartiría junto a mi padre”.

“Algo mayor, empecé a observar que en el vestuario ocurría algo, algo que no se le parecía a nada, algo diferente a todo. Veía entrar quince jugadores y sentía como salían transformados”.

“Cuando tuve la oportunidad de ser parte de aquel rito que tanto había escuchado, pude sentir todo aquello que había imaginado. El olor del átomo en el vestuario, el sonido de los tapones de aluminio contra el piso mojado, el ruido de la cinta de tela envolviendo soldados y de fondo la voz del capitán. Voz que nos daba el último toque de adrenalina para entrar en batalla”.

“Pero entonces me veo sentado en mi lugar de cada sábado, mirando con un giro rápido a mis costados, a mi izquierda Lasagna y a mi derecha Morki, luego observo casi sin detenerme a cada uno de mis compañeros para ahí sí bajar la cabeza, y concentrarme en mí. Abro mi bolso y empiezo a prepararme. De pronto el silencio hace eco, dándole algo de religión a todo esto. Pero nadie atina a decir nada. Sólo procedemos a mirarnos de reojo. Al alzar mi vista, me detengo a mirar a esas quince personas que antes de salir tocan aquella virgencita a un lado de la puerta y se detienen por unos segundos a pedir. Entonces me imagino delante de ella agradeciendo estar ahí, entonces me imagino uniformado por partir, entonces me imagino con palpitación de aquel vivir”.

“—Nacho, necesito que en las salidas agarres las pelotas. Sí, es una presión. Pero es una presión necesaria. Escucho esas palabras de Hugo Céspedes antes de mi debut en reserva. Y recuerdo claramente mi respuesta: —Sí, dije ese día con una mirada fija y segura, aunque mis nervios brotaban por dentro”.

“Al salir a la cancha, veía a las madres que apoyaban desde afuera formando parte del encuentro. Siempre fue especial que mi mamá Bea esté ahí, cuando aún jugábamos en Chaco. Ya debajo de las H el capitán empieza a darnos más vida, y nuestras caras cambian. Es un momento en el que tu compañero pasa a ser tu hermano, y es por él que vas a darlo todo. Es el ritual sagrado del rugby”.

“Hoy desde otro lugar, dejando de ser parte de todo eso, entendiendo que es una etapa cerrada de una manera inesperada, donde los planes eran otros, me hubiese gustado retirarme después de un gran tiempo en primera, pero hoy sueño con tener otra función ahí dentro. Sumando un entrenamiento especial sobre el cuello y la formación del scrum”.

“Al cerrar los ojos aún escucho mi voz: Ignacio, Ignacio, estás tirado. Ignacio, se te apagó el cuerpo. Y ahí estaba yo. Acostado sobre el verde observando como todos se movían a mí alrededor. Creo recordar aquellos rostros que me salvaron. Veo a mi hermano preocupado exclamando a quienes me auxiliaban que estaba cada vez más blanco. Entonces un tubo por mi boca junto a una máscara de oxígeno me libraron de aquel momento”.

“Mi hermano Augusto me diría ahora la frase de esa película que veíamos juntos: ¿Por qué nos caemos? Para que podamos aprender a levantarnos”.

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