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Una travesía de secretos sobre la última dictadura en Uruguay

El director uruguayo Enrique Buchichio habla de su segundo film, “Zanahoria”, que se enmarca en el thriller político.


El periodista y cineasta uruguayo Enrique Buchichio, en su segundo film, Zanahoria, estrenado el jueves último en el complejo local Showcase (Alto Rosario Shopping), narra una historia relacionada con una redacción una década atrás, y cómo allí se acerca la idea de que un informante del servicio de inteligencia militar puede dar pistas de crímenes cometidos durante la dictadura militar en el Uruguay, un tema que inquieta a unos y a otros, hasta un límite inesperado (ver aparte).

Hace cinco años, Buchichio rodó su primer largometraje, El cuarto de Leo, film que recibió aplausos, premios y elogios de la crítica especializada en todo el mundo, y ahora cambia de tema con Zanahoria, que también se puede ver desde el jueves en los cines porteños y cordobeses.

Zanahoria, cuyo elenco está encabezado por César Troncoso y Martín Rodríguez, recibió el Colón de Oro en el 40º Festival de de Huelva, el premio Manuel Barba de la Asociación de la Prensa de Huelva al mejor guión, y el premio Radio Exterior de España.

En diálogo con la agencia de noticias Télam, Buchichio explicó qué fue lo que lo motivó a rodar este film, la relación entre su tarea como crítico cinematográfico y director, así como también las razones de la coproducción con Argentina y sus proyectos inmediatos.

Para un crítico, hacer cine es un desafío importante. Respecto de lo que significó tu primer trabajo, El cuarto de Leo, el realizador analizó: “En realidad, la decisión vino antes, cuando me inscribí en la Escuela de Cine del Uruguay, de la que egresé como director. Pero claro, hasta que no tenía las herramientas y me había vinculado con gente con los mismos intereses que los míos, para mí, era una utopía pensar en hacer películas. En todo caso, pienso que lo de ser crítico de cine y luego estudiar cine para convertirme en realizador es todo parte de un mismo proceso de aprendizaje”.

Buchichio fue, primero, comunicador social y luego cineasta. Respecto del lugar que cada una de estas profesiones ocupa en su cotidianidad, expresó: “Lo de comunicador social viene por mi interés en la escritura y en el periodismo; rápidamente me volqué hacia la crítica de cine porque me gustaba mucho escribir sobre cine; y bueno, una cosa llevó a la otra. Hoy me considero, ante todo, un cineasta”.

El creador evaluó también qué fue lo que lo motivó a rodar Zanahoria, film que el jueves último llegó a las salas argentinas. “Fue la convicción de que la historia real en la que se inspira la película valía la pena ser contada. Era un material que me interesaba por muchos aspectos: desde lo narrativo, lo climático, y por permitirme abordar algunas cuestiones vinculadas con el pasado reciente del Uruguay”.

El cineasta analizó también la superposición de universos propios y ajenos a la hora de contar una historia acerca del mundo del periodismo desde la óptica de un periodista, lo que en ciernes se revela como un universo propio. “Digamos que el mundo periodístico no me es ajeno, colaboré con varios medios cuando era más joven y trabajé durante cinco años en la redacción de una revista semanal en Montevideo. Claro que lo mío era el periodismo cultural y no de investigación. Me interesa mucho el mundo del periodismo, y sobre todo del periodismo independiente que, lejos de los intereses de los grandes medios de comunicación, pueden contribuir realmente a esclarecer hechos que afectan a una sociedad”.

El armado de una historia con impacto cinematográfico con eje en un tema que tiene tantas aristas y permite tantos otros cuestionamientos tuvo sus complejidades. “Claro que fue un entramado complejo pero más que nada por tratar de ser fiel a la historia, a la anécdota que plantea la película. No se trataba de ser controversial ni de aportar grandes revelaciones sobre el tema. Si esas revelaciones no han aparecido de parte de los involucrados, no creo posible que una ficción pueda ni pretenda hacerlas”.

El director opinó también acerca de la deuda que existe, política, judicial e incluso periodística, frente a los crímenes cometidos durante la última dictadura militar en Uruguay. “Pienso que es lamentable, y que gracias a esa deuda es que sujetos que lucran con la mentira pueden existir. Pienso que un país que no cierra sanamente sus heridas, a través de la verdad y la justicia, está condenado a reabrirlas permanentemente a través del rencor, el odio y la división”.

Diversidad temática

El salto entre el tema de su primer film a éste es contundente. De hecho, el creador tiene decidido seguir buscando temas que no necesariamente tengan relación, sino que el eje esté puesto en el impacto que provocan. “En realidad, me interesan las historias y los personajes antes que los temas. Las historias son las que me sugieren temas a abordar, o que conectan, de algún modo, con temas que me interesan. Ahora mismo tengo entre manos tres proyectos, en diferentes etapas de germinación, que son muy diferentes entre sí, y que no tienen nada que ver con mis dos primeras películas. La verdad es que me interesa asumir nuevos desafíos y no me gusta la idea de repetirme. Por eso espero poder hacer muchas películas y todas muy diferentes entre sí”.

Buchichio habló también acerca de cuáles fueron los ejes que lo movilizaron a elegir los personajes centrales y de cómo se armó la coproducción con Argentina. “Fue una mezcla entre actores con los que ya había trabajado y quería volver a trabajar, como Martín Rodríguez y César Troncoso, y otros que se sumaron al proyecto de diferentes maneras. Ahora me cuesta pensar por qué tomé las decisiones que tomé en su momento; simplemente tiendo a pensar que por algo las tomé y que hoy la película es lo que es gracias a esas decisiones. Y para la coproducción con Argentina, el proyecto quedó seleccionado en un taller de desarrollo de ideas en Brasil, en el año 2011, y allí conocimos a Hugo Castro Fau de Lagarto Cine. Estábamos en busca de coproductor en Argentina y a ellos les interesó el proyecto, y así se dio”.

Finalmente, el realizador habló de sus trabajos a futuro. “No quiero contar mucho porque están muy verdes, en etapa de maduración, pero puedo decir que el más probable es una comedia dramática sobre nuestra relación con la muerte, desde la mirada de una mujer joven. Espero comenzar a escribir el guión luego de las vacaciones, apenas comenzado el año que viene”.

Una historia atrapante

En la historia que narra la película Zanahoria, Jorge y Alfredo son periodistas e integran la redacción de un pequeño semanario de izquierda, nuevo en el medio local. Corre octubre de 2004 y Uruguay se encuentra en el punto culminante de una reñida campaña electoral cuyo muy probable resultado sea que la coalición de izquierda (Frente Amplio) gane por primera vez las elecciones. Una noche los contacta a ambos periodistas un individuo misterioso, que se hace llamar Walter. Dice ser ex agente de inteligencia del ejército y poseer información comprometedora sobre responsabilidades de integrantes de las fuerzas armadas en violaciones a los derechos humanos durante la dictadura militar en el vecino país. También afirma conocer detalles sobre la operación Zanahoria. De este modo, con el horizonte en una primicia alentadora, Alfredo y Jorge se embarcan en una travesía de secretos, simulaciones, encuentros furtivos y paranoia porque por su instinto periodístico consideran que bien vale la pena correr el riesgo.

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