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Del jazz al candombe

Una ráfaga fuerte que llega del este

El Cuarteto Oriental, formación uruguaya liderada por el tecladista Hugo Fattoruso, recreará su primer disco, con nuevo integrante y otras búsquedas. A partir de las 21, en Distrito Siete.


En una comprimida gira por Argentina que tendrá su parada local esta noche en Distrito Siete (Ovidio Lagos 790) se presentará el Cuarteto Oriental, la formación uruguaya liderada por el eximio Hugo Fattoruso (piano) y que completan los notables Daniel Maza (bajo), Leonardo Amuedo (guitarra) y Fabián Miodownik (batería). Desde las 21, el grupo hará una actualización de las canciones de su primer disco homónimo, grabado en 2013 con la participación del fallecido percusionista Osvaldo Fattoruso.

En la búsqueda por recrear aquella formación al tiempo que actualizarla con una nueva personalidad y otros motivos sonoros, el grupo desplegará una artillería de bellas canciones como: “12 días” de Amuedo, “Daimo” de Fattoruso y “El Once” de Maza, entre otras.

Juego entre los colores del jazz y el pulso del candombe –género nacido en Montevideo en el seno de inmigrantes africanos, y que Fattoruso vive casi como lengua materna–, la formación instituida en 2011 partirá de la idea de fusionar sonidos para, desde allí, invitar al público a viajar por la historia de la música rioplatense en un desplazarse que incluirá funk, samba y otras sonoridades.

“El disco es como ver un gol con diferentes cámaras: cada cámara te deja apreciarlo en forma distinta hasta que te enamorás de él. En vivo es una ráfaga, un viento fuerte que sale y toca al que lo escucha”, ejemplificó Fattoruso en diálogo con El Ciudadano.

Ex líder de grupos como Los Shakers, Opa, Trío Fattoruso y Rey Tambor, entre otros, Fattoruso dijo estar “muy contento” con el repertorio y “lo que conseguimos como cuarteto”. Y aclaró: “No es un grupo establecido”; por tal motivo, contó, “es más difícil juntarlo. Pero esta vez lo hicimos y diagramamos una gira que nos llevará a cinco ciudades en una semana”.

—Son seis décadas de carrera. ¿Qué encontrás en esta formación que excede tus otros modos de expresarte?

—Básicamente tiene que ver con el estilo que estamos tocando. Cuando me presento con Albana (Barrocas) a dúo, es un sonido; cuando lo hago con Rey Tambor es otra cosa; y ni hablar cuando toco solo. Con este cuarteto, la particularidad más notoria es lo que aporta cada músico y la combinación que se genera. Quizá el ser coterráneos y estar unidos por el hilo del candombe nos hace vibrar de esa manera.

—¿El presente del Cuarteto es algo efímero, de homenaje a lo que fue la formación original, o tiene un perfil a futuro? ¿Cómo se concibe?

—Ojalá tenga una proyección porque la energía y música que genera el cuarteto es muy linda. Ojalá tenga proyección y se le pueda dar continuidad. No es fácil porque la escena musical está bien nutrida pero lo podemos intentar. Con Maza y Miodownik ya tocamos en formato de trío varias veces, pero al tener a Amuedo con nosotros es viento a favor.

—Desde siempre buceás en la sonoridad rioplatense. ¿Cuánto más se puede ahondar en ella?

—Es infinito, igual que la música. La inquietud me va a mantener en el mismo péndulo hasta la tumba. Ni sé si estoy buscando, ni sé si estoy consiguiendo; lo que sé es que este péndulo está activo y vibrando con una pasión bien marcada.

—¿Como una pulsión?

—Sí, es como cuando tenés sed y tomás agua. Tengo sed de buscar, de proponer, de combinar.

—¿Grabarán un disco que dé cuenta de este momento?

—Planeado no está pero amerita pensarlo para 2016. Deberíamos juntar algunos temas más y plasmarlo porque el resultado es satisfactorio. Fabián es un baterista excelente, muy sensible y dedicado, tocar junto a él es fantástico; soy hincha de Maza; y admiro mucho a Leonardo: tocar con él es un honor.

—¿Cómo es el sonido del vivo en relación con el disco grabado?

—En vivo tenés la particularidad de ver a la persona amasando el pan; eso es muy fuerte. El disco es como ver un gol con diferentes cámaras: cada cámara te deja apreciarlo en forma distinta hasta que te enamorás de él. En vivo es una ráfaga, un viento fuerte que sale y toca al que lo escucha. Además es único, se termina ahí.

—Últimamente se percibe que le das mucha importancia al momento, al presente, al instante irrepetible…

—Pienso que sí. Ver a cualquier músico tocando en vivo es completamente diferente a tener su disco. Cuando tenés el disco lo apreciás porque lo vas escuchando y descubriendo; aprendiendo cada recorrido del solo, de la nota. En vivo no hay vueltas.

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