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Enfoque

Una política económica que produce escalofríos

Conocidos los datos sobre producción y empleo en estos días a nivel nacional creemos que ha llegado el momento de detenerse por unos minutos y reflexionar sobre el rumbo adoptado por la política económica oficial y sus resultados sobre el tejido productivo y social.


Conocidos los datos sobre producción y empleo en estos días a nivel nacional creemos que ha llegado el momento de detenerse por unos minutos y reflexionar sobre el rumbo adoptado por la política económica oficial y sus resultados sobre el tejido productivo y social.

Seremos breves y contundentes. Los datos de la evolución económica del mes de febrero de este año nos permiten afirmar no solamente que la recesión económica está viva y muy agravada sino que es factible que se acentúe esta gravedad de persistir las condiciones generales del desenvolvimiento de la actividad económica y los problemas del entorno

Según el Indec la industria en el mes de febrero bajó un 6 por ciento en su nivel de actividad con relación al mismo mes del año anterior. Con este dato se cierran 13 meses de caída consecutiva, sin ninguna interrupción

Esta realidad, expuesta por las informaciones del Indec de Macri, supone que estamos frente a un verdadero descalabro sólo parecido al de la crisis terminal del 2001/2002.

Si no hay reversión de la tendencia ello indicaría que al término del mandato presidencial actual estaríamos casi un 20 por ciento abajo del momento del inicio de la actual administración en el Producto Bruto Industrial (PBI).

Es un verdadero proceso de destrucción del sector económico más importante para la economía nacional, pues no sólo provee de empleo a más de 1.200.000 personas, sino que derrama su actividad en todo el mercado de consumo interno, del cual depende para su crecimiento hoy en terreno negativo.

Pero lo que produce verdadero escalofrío y es de terror son los datos sectoriales.

La industria textil, floreciente en los años del kirchnerismo, cayó en febrero, siempre según el Indec de Mauricio Macri, nada menos que el 22,5 por ciento con relación al mismo mes del año anterior.

Con importaciones en fuerte alza de países que practican dumping y con reducción del poder adquisitivo de la población ya se ha achicado un sector tradicional de nuestras manufacturas en un cuarto de su monto productivo vigente hace 15 meses.

Si sigue así, y si no cambia la política económica es lo que va a ocurrir inexorablemente, en tres años más desaparecen los textiles de producción nacional de nuestra oferta permanente. ¡Es de terror! Y ya no se le puede echar la culpa al gobierno anterior, porque la política de consumo en baja e importaciones en alza la puso en vigencia este gobierno en diciembre de 2015.

Otros rubros también presentan datos negativos importantísimos, como la producción automotriz, que bajó el 18,6 por ciento. Aquí faltan cuatro años para que todos usemos autos importados en nuevas compras (en este momento cubren el 60 por ciento de las ventas los vehículos ensamblados en otros países e importados a la Argentina).

Entre una y otra actividad están en juego centenares de miles de puestos de trabajo al borde la desaparición. Insisto, es de terror. Y hay un solo responsable. La restauración neoliberal que muchos votaron ingenuamente y ahora pagan las consecuencias.

No fue magia. Fue un acto deliberado para favorecer a amigos y controlar la inflación que también se ha disparado nuevamente.

En otros rubros pasa lo mismo que en la industria: la construcción cayó el 3,5 por ciento entre febrero de este año y el del año pasado (catorce meses en caída interrumpida), el acero se redujo 10 por ciento, el petróleo extraído, el 4,3 por ciento, la producción editorial el 12, la de fibras sintéticas el 8,4, el aluminio el 7,3, los lácteos el 14,5, la molienda de cereales y oleaginosas el 13,7 etc.

Sólo se salvan el sector financiero y la producción de soja, trigo y maíz. Ya el estudio de Orlando J. Ferreres & Asociados, muy allegado al gobierno, calculó que el producto bruto de febrero va a caer en relación con el del año pasado en un 2,3 por ciento, pero personalmente estimo que se quedó corto. Como se quedó corto el mismo Indec de Macri con el 6 por ciento de reducción interanual de la industria que es posible sea un número retocado o dibujado.

La Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericas (Fiel), la gran consultora de la Sociedad Rural, la UIA y la Cámara Argentina de Comercio informo  días pasados que la caída de la industria en febrero fue del 9,5 por ciento: un gran descalabro. Y es más creíble Fiel que los dibujantes del Indec.

La destrucción de la industria y el trabajo nacional no tiene fin, como el samba brasileño. No pueden las autoridades nacionales, a esta altura, echarle la culpa a otros sino a ellos mismos que, por supuesto, están encantados con estas cifras porque así se compra todo importado, que venden los amigos, y los precios se controlan, para la felicidad de los especuladores financieros.

A cambio de desocupación masiva y quiebra de empresas de capital local, que son las responsables de garantizar nuestro  trabajo nacional.

Los datos son irrefutables, y están acompañados por  otras calamidades como la del aumento del déficit fiscal en estos 2 meses iniciales en un 40 por ciento con respecto al año anterior y los tarifazos que se vienen. El déficit se financia con deuda externa en dólares hasta que los de afuera decidan no prestar más, porque no habrá capacidad interna para generar recursos que amorticen los préstamos, como ya ocurrió a fines del 2001. Y todos sabemos en qué desembocó el experimento de la economía neoliberal que patrocinaron Carlos Menem y la Alianza.

Es hora de exigir el cambio drástico de la política económica para volver a avanzar con una estrategia de fortalecimiento del salario, del mercado interno y del trabajo nacional.

Poco importan a esta altura los chismes alrededor de los teléfonos y los dichos de la incomparable Hebe. Son meras anécdotas. La dura realidad es la que hemos descripto y que no tiene perspectivas de revertirse porque se ajusta a los intereses y objetivos de los sectores económicos dominantes en la Argentina de hoy: el capital financiero especulativo, que hace grandes ganancias con la “bicicleta financiera”, y el gran negocio del agro pampeano, asistido por dicho capital.

*Investigador principal del Conicet

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