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Hito en salud

Una investigación en Rosario le puso límites al cáncer de mama

Con sólo financiamiento oficial y drogas “baratas”, se ensayó una nueva forma de tratamiento para casos con metástasis.


El cáncer de mama tiene una alta incidencia en el mundo y en el país y con las terapias actuales pueden curarse entre un 50 y un 55 por ciento de los pacientes. En Rosario, bajo la dirección de las doctoras Graciela Scharovsky y Viviana Rozados, jefa y subjefa de la sección de Oncología Experimental del Instituto de Genética Experimental, del Hospital Italiano, el médico Herman Perroud, becario posdoctoral del Conicet, junto a los doctores Mauricio Menacho Márquez y María José Rico, ambos investigadores del Conicet, trabajaron en oncología experimental y clínica en varias líneas de investigación relacionadas con la terapéutica del cáncer, pero con una nueva filosofía de tratamiento.

La hipótesis avanzó y llegó a la instancia de ensayo clínico para cáncer de mama con 20 pacientes. Scharovsky y Perroud explicaron a El Ciudadano los alcances de la “quimioterapia metronómica”, con la que Perroud hizo su tesis de doctorado y con la que obtuvo el título de doctor en Ciencias Biomédicas y le valió un reconocimiento en los Estados Unidos el mes pasado.

—¿Qué es la quimioterapia metronómica?

—Consiste en la administración de las drogas quimioterapéuticas comunes, pero en dosis bajas, a intervalos regulares y en forma prolongada. Sin periodos prolongados de descanso, como es necesario hacerlo cuando se usa el método tradicional, de dosis altas y muy tóxicas. En nuestro estudio clínico administramos una droga quimioterapéutica y un agente antiinflamatorio del que se ha encontrado que puede tener un efecto antitumoral.

—¿Esas dosis cómo se administran?

—Por vía oral, el paciente toma una pastilla, y esto hace que no se altere la calidad de vida del paciente: no se tiene que internar, no hay que pincharlo, prácticamente no tiene toxicidad, o es mínima comparada con otros tratamientos. Estamos convencidos de que es una buena forma terapéutica; esto se engancha con un nuevo criterio que consiste en el reposicionamiento de drogas en oncología: son drogas que fueron diseñadas o descubiertas para otras aplicaciones y de las que se ha encontrado que pueden tener efecto antitumoral. Otra de las ventajas es que son drogas que están fuera de patente, es decir, son más baratas y desde el punto de vista del paciente y la salud pública son convenientes porque se gasta menos. Al ser poco tóxicas no hace falta internación, otros estudios ni otras drogas adicionales. Por lo tanto todo está concatenado para contribuir a una mejor salud pública.

—¿Qué resultados obtuvieron?

—Los resultados que vimos con el tratamiento fueron que en el 60 por ciento de los pacientes el tumor se logró contener, es decir que no desapareció pero tampoco siguió creciendo durante un tiempo variable. Cuando el cáncer ha desarrollado metástasis y el paciente recibió varias esquemas diferentes de quimioterapia, y ya no responde a ellos, el tumor se volvió resistente a los mismos y se acaban las posibilidades terapéuticas. Lo que logramos en nuestro estudio fue inhibir la progresión por varios meses, lo que resultó muy alentador, fundamentalmente por la ausencia de efectos secundarios que presentó el tratamiento. Es decir: es mucho menos agresivo que la quimioterapia convencional y se deben tomar sólo dos comprimidos por día.

—¿Hace cuánto tiempo están trabajando en esta terapia?

—El primer trabajo experimental sobre esta modalidad terapéutica se publicó en el año 2000 y nosotros comenzamos al año siguiente. A raíz de los resultados experimentales pudimos pasar a la fase clínica diseñando un protocolo con una propuesta terapéutica original que no tenía antecedentes a nivel mundial.

—Los trabajos experimentales previos se realizaron con distintos tipos de tumores, incluido el de mama. ¿Fue con esta clase de tumores con los que diseñaron el protocolo clínico?

—El cáncer de mama es uno de los más difíciles de tratar. Se pueden curar la mitad de las pacientes, pero la otra mitad tienen problemas porque se vuelve resistente a las distintas terapias. Lo interesante de la quimioterapia metrotónica es que puede ser aplicable y efectiva en pacientes que son resistentes a una droga determinada. Tiene varias ventajas y estamos tratando de avanzar en ese sentido, a nivel clínico y por supuesto, también, siempre a nivel experimental, porque nosotros no sólo estudiamos el efecto de la terapia en el tumor sino los mecanismos por los cuales estos suceden porque eso favorece posteriores avances terapéuticos que van a mejorar seguramente el efecto antitumoral.

—¿Cómo fue la convocatoria y con cuántas mujeres trabajaron?

—Tenían que tener una serie de condiciones para poder entrar en el protocolo, como tener metástasis, contar con tres o cuatro líneas de quimio a las que ya no respondían, entre otras. Tenían que firmar un consentimiento y así fue como fueron ingresando. Tratamos las 20 pacientes, el proyecto finalizó y se publicaron los resultados. Conseguimos aumentar el tiempo de supervivencia con una calidad de vida que no empeoró, y en muchos casos mejoró, con buenas respuestas. El principal resultado fue frenar el crecimiento del tumor, ya que la curación, a esa altura de la enfermedad, es muy difícil.

—¿Cómo se financió el proyecto?

—Son estudios que hacemos desde la universidad, sin fines de lucro. Los oncólogos que trabajan con nosotros no cobran nada. Los subsidios que se consiguen no incluyen sueldos, sólo se utilizan para pagar los tratamientos a los pacientes, las radiografías, las drogas y los estudios que hacemos en el laboratorio. Fue un ensayo clínico que se pensó en la universidad, con resultado previo, obtenido en la universidad apoyado en nuestros resultados. El financiamiento provino de la Nación, no hubo empresas farmacéuticas involucradas en el proyecto. A raíz de nuestros resultados a nivel clínico pudimos probar esta combinación que nunca había sido probada para este tipo de tumor. Obtuvimos el subsidio de la Agencia Nacional para la Ciencia y Tecnología, y también la aprobación del Comité de Bioética de la Facultad, y de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica, con un dinero limitado. A los pacientes se les hacía todo gratis, hicimos estudios de laboratorio para determinar si diferentes moléculas podían servir como predictivas para decir: “Bueno, antes de que comience el tratamiento qué probabilidad hay de que la paciente responda”.

—¿Está en proyecto trabajar con otro tipo de tumores?

—Si bien cada tipo de tumor tiene sus características y sus drogas especiales, ahora estamos estudiando otras que son muy prometedoras que son drogas reposicionadas; a nivel experimental nos están dando muy buenos resultados, como drogas que se utilizan para enfermedades cardíacas u otras drogas utilizadas para enfermos de diabetes tipo 2. La quimioterapia metronómica demostró también ser efectiva en otro tipo de tumores.

—¿Qué rol tienen los laboratorio en este caso?

—El negocio de las farmacéuticas es vender los productos nuevos, que los hay muy buenos, pero son cada vez más caros e imposibles para que la salud pública los pueda costear. Nosotros estamos trabajando con drogas que ya están fuera de patente, y cuestan mucho menos. Utilizamos ciclofosfamida, que es una de las drogas más antiguas que se emplean en el tratamiento del cáncer, y es económica. Cuando un laboratorio elabora una molécula que se va a utilizar como droga, durante 10 años tienen la exclusividad para producir y vender, y así regulan el precio y obtienen ganancias para recuperar lo invertido. Vencido el plazo pueden surgir los bioequivalentes, donde otros laboratorios producen la misma medicación y en general, más barata.

Música celular

El metrónomo es un aparato utilizado para indicar tiempo o compás de las composiciones musicales. La jefa de Oncología Experimental del Instituto de Genética Experimental, Graciela Scharovsky, explicó que el nombre se debe a que esta quimioterapia “se administra a intervalos regulares, sin períodos de descanso”, ya que se evita la “toxicidad muy grande” de la quimio tradicional.

Jóvenes y premiados

En la ciudad de Chicago, Estados Unidos, entre el pasado 29 de mayo y 2 de junio se realizó la reunión anual en investigación en cáncer, organizada por la Sociedad Americana de Oncología Clínica, oportunidad en la que el “doctor al cuadrado” –bromean sus colegas sobre los posgrados que va acumulando– Herman Perroud fue distinguido con el Premio Idea, que se otorgó a 20 de 350 participantes de todo el mundo y que destaca el trabajo de jóvenes investigadores y residentes de oncología de países en desarrollo. “En Chicago estuve con el doctor Gabriel Hortobagyi, jefe de la clínica de cáncer de mama, atendiendo pacientes y viendo cómo trabajan en ese centro de estudios. Fue una experiencia que aproveché mucho”, dijo Perroud.

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