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Juicio oral

Una historia de amor y muerte alrededor de la camiseta

Un relato detallado de cómo se reorganizó la barra durante el ocaso de Pimpi Caminos y el amanecer del Panadero Ochoa.


En la tercera jornada de juicio en el que el ex jefe del paravalanchas rojinegro, Diego “Panadero” Ochoa, es juzgado por instigar el crimen de su antecesor, Roberto “Pimpi” Caminos, nadie echó luz a la relación del acusado con el homicidio, pero fue una pintura de cómo funcionaba la barra brava a fines de la década pasada. Ilustrada por un despechado Matías Pera y por Sergio “Quemado” Rodríguez, condenado por el triple crimen de Villa Moreno, se relató una historia de amor y muerte alrededor de la camiseta de Newell’s. El Panadero es juzgado por Edgardo Fertitta, Marisol Uzandizaga y Julio Kesuani. En tanto es acusado por los fiscales Luis Schiappa Pietra y Nora Marull y su defensa está a cargo del abogado Ignacio Carbone.

“Diego era mi amigo”

Con curvas de físicoculturista, indumentaria de look militar y tatuado hasta el rostro, un despechado Matías Pera declaró durante horas frente al Panadero, a quien buscó en varias oportunidades con la mirada para reclamarle un protagonismo dentro de la barra de Newell’s que supuestamente le había prometido y nunca le concedió. Matías comenzó su relato guiado por las preguntas del fiscal y contó que conoció a Diego en los boliches donde él trabajaba como patovica, hace unos diez años, y que esos encuentros derivaron en una amistad: “Diego era mi amigo en un época”. Luego, contó que se ausentó por un trabajo en Bariloche y a su regreso fue convocado por el Panadero porque “estaba juntando gente para sacarlo al Pimpi de la hinchada”.

A modo de referencia, Matías dijo que antes de las elecciones de 2008 en la que fue derrotado Eduardo J. López tras más de una década de despotismo, habían planeado entrar a la cancha con un “buen grupo de gente” pero que fue un “tristísimo episodio” porque la respuesta fue un ataque a balazos en un local comercial de la familia de Ochoa, donde su cuñado resultó herido y quedó cuadripléjico.

Pera dijo que a partir de allí comenzaron las reuniones semanales entre un grupo cerrado liderado por el Panadero, en las que además de él participaban Richard, el dueño de la casa; Maximiliano “Quemadito” Rodríguez (asesinado en febrero de 2013), su padre Sergio “Quemado” Rodríguez (condenado por el triple crimen de Villa Moreno); Carlos “Betito” Godoy (penado por la muerte del Pimpi); Miguel, alias Morci; su hermano apodado Indio; Javier, conocido como Cucucha Ratón; Diego Báez; Diego Malcovich (asesinado en Salta y Alvear) y Luis “Pollo” Bassi (preso por el crimen de Claudio “Pájaro” Cantero). “Cada persona representaba a la gente que movilizaba. O sea, eran referentes. Pero Diego tenía una conexión directa con la oposición de López para las elecciones. La idea era esa, sacar al Pimpi y agarrar la barra de Newell’s”.

Según la mirada de Pera, las elecciones de 2008 en las que ganó Lorente no se hubiesen podido llevar adelante sin el apoyo del “grupo de choque” a cargo de Ochoa: “López era una persona violenta que buscaba por medio del Pimpi que no haya elecciones. Lorente necesitaba apoyo, estaba todo planificado. A los Autoconvocados les pegaban y se asustaban, no hubiesen podido votar sin nosotros. Y Diego me prometió cosas puntales si lo cuidaba. Una vez me dijo: «Esto es como robar un banco, una vez que estamos adentro repartimos la plata», pero no cumplió”.

En ese sentido, el testigo dijo que el Panadero necesitaba patovicas dentro de la cancha y pistoleros afuera. “En la cancha gana el patovica porque no hay armas, pero en la calle no, lo desinflan de un balazo. Sus pistoleros eran el Quemadito, Betito, Morci y el Porteño (David Rodríguez). Estábamos en un grupo que daba miedo”. Durante el extenso interrogatorio del fiscal a Pera, varias veces se desdibujó el interés que podrían tener las preguntas sobre su relación con Ochoa y el juicio donde se investiga si el Panadero instigó o no el crimen del Pimpi. En varias oportunidades, el juez Edgardo Fertitta advirtió al fiscal sobre ese punto y le pidió que se “circunscriba a la muerte de Pimpi”. Pero Matías, quien reconoció sentir un fuerte resentimiento por Ochoa y habló con nostalgia de las noches compartidas donde sobraban mujeres y champagne en los VIP de los mejores boliches, repitió una y otra vez que Diego lo había defraudado. En un momento hasta se puso de pie y sacó del bolsillo un talonario de rifas y mirándolo fijo le dijo: “A vos te hablo. Me prometiste la seguridad de la cancha y me mandaste a vender rifas y encima querías que te dé la mitad de la plata”.

Más tarde, se refirió al episodio conocido como la “entangada”. Dijo que el Quemadito había pasado un año y tres meses detenido y que en ese período Diego no le llevó ni un paquete de yerba. Al salir, lo increpó en la popular y le dijo al oído que había salido de estar preso y que tenía la casa vacía, que no tenía ni cama, pero ante la negativa de Ochoa, le pidió la barra. “Lo que siguió fue lo que todos vieron filmado”, dijo Pera tras aclarar que se vio obligado a tomar partido por Maxi.

En un  momento, los fiscales pasaron una escucha donde conversan Betito Godoy y Ochoa sobre Pera. Prácticamente toda la conversación son insultos que no revisten amenazas, sobre la persona de Matías, a quien señalan como ortiva, gil, traidor, buchón, caradura, falso, lacra y boludo, entre otros adjetivos.

Pera escuchó la conversación, al principio con algunas interrupciones con agravios hacia Betito, y luego, agradeció con ironía a los fiscales por hacerle escuchar esa charla. Pero se defendió y recordó que cobardes eran ellos al recordar que a Maxi lo mataron de un disparo en la nuca y que a él le dispararon, entre dos y cinco tiros, por la espalda.

Cuando llegó el turno del defensor del Panadero, Pera ya había hablado más de una hora. Ignacio Carbone le preguntó qué relación lo unía con el Panadero, a lo que Pera respondió: “Es mi enemigo”. Luego, desdijo a Pera, quien había afirmado que nunca había denunciado al Panadero. Sin embargo leyó una declaración de Pera en la que lo había acusado en la comisaría 5ª de ser el autor del crimen del Quemadito, aunque luego se comprobó que el Panadero no estuvo en el lugar.

También leyó las escuchas en las que el Panadero busca difundir una foto en el que el Panadero está con el autor del crimen de Maxi, es decir con el Porteño, para hacer correr el rumor y responsabilizarlo por el homicidio.

El Quemado

Sergio “Quemado” Rodríguez fue otro de los testigos presentado por la Fiscalía. El Quemado, quien estuvo en la barra brava de Newell´s, describió cómo comenzó su relación y la de su hijo Maxi con el Panadero por el 2008.

“Ochoa vive a una cuadra y media de mi casa, lo conocía de vista del videoclub. Un día vino con Maxi (el hijo del Quemado) para juntar socios por las elecciones. A cambio me prometió un trabajo en blanco en el club y acepté, pero no cumplió”, dijo.

En relación con este tema, el testigo contó que cuando Maxi quedó detenido por una pelea en un bar cerca del boliche Mogambo, Ochoa no lo ayudó porque según le dijo: “No era un tema de la cancha”. Por este tema, Maxi pasó un año y cuatro meses preso en Coronda. “Le supliqué que ayudara a Maxi pero no me dio ni un kilo de azúcar. Apagaba el celular cada vez que tenía que salir a darle una mano a los chicos”, explicó Sergio para agregar: “Me lo arrebató de los brazos”.

El hombre explicó que esa frase es porque su hijo pasaba mucho con Ochoa y cada vez estaban más distanciados.

El Quemado subió al estrado durante la tarde, cuando prestó declaración. (Foto Juan josé García)

Además, el Quemado agregó que no era cercano al núcleo del líder de la barra. Lo que sabía era porque se lo contaba Maxi. “Los más cercanos de Ochoa eran los más chicos: Maxi, Betito (por Godoy), el Porteño, y Diego Malkovich”, describió el hombre para explicar que todos estaban armados porque Ochoa se sentía amenazado por una nueva vuelta del ex líder leproso, Pimpi, y ellos eran sus cuidadores. Entre las tareas cotidianas que tenía este grupo era intimidar a la gente de Pimpi para que no entre a la cancha.

“Las órdenes del Panadero eran que no entre gente de Pimpi, prometía dinero, salidas a boliches y no cumplió nada. No participaba de eso. Fui siempre un hincha de Newell´s y no me gustaba maltratar a la gente de la cancha. Si alguien de los Caminos quería entrar, lo sacaba a golpes”, explicó.

Los fiscales mostraron al testigo una serie de fotografías donde se podía ver el núcleo duro de la barra brava en su lugar histórico, detrás del arco que da a la tribuna del Hipódromo, al sur. A su vez, se habló de la distribución que también responde a un patrón: en el paralavanchas, el Panadero tenía a su núcleo cercano con los cuatro gatilleros entre los que estaban su hijo y los otros tres antes nombrados. Dos filas delante de ellos estaban los demás, que lo cuidaban para que no haya infiltrados.

En su declaración, el testigo también habló de cuando lo detuvieron con una pistola y contó que se la había dado Ochoa para que la entre al club y que en ese momento, cuando Maxi lo llamó para pedirle ayuda para su padre, el Panadero arregló su salida.

La Fiscalía preguntó sobre si el Panadero tenía temor de que Pimpi vuelva a ocupar la barra y Rodríguez dio más detalles sobre cómo hacía frente a la amenaza del ex líder. “Tenía mucho temor, organizaba y preparaba grupos por si pasaba algo. Después de la balacera a los micros (en febrero de 2010, a los colectivos de Newell’s, cuando fue asesinado el adolescente Walter Cáceres) se agruparon aún más los cuatro más cercanos. Se armaron más y también consiguieron chalecos”, ejemplificó. Además, otro grupo que usaban de fuerza de choque vino de la mano de Pera, quien consiguió 45 patovicas. “Se organizaba corte de cacería, lo sé porque Maxi lo hacía. Y me peleé con mi hijo porque una vez me dijo: «Para terminar con todo esto hay que sacar a Pimpi del camino»”, explicó el Quemado.

Para terminar, cuando le preguntaron sobre la muerte de Pimpi, el Quemado dijo que cuando se enteró no se sintió bien y se empezó a distanciar. “Ochoa festejó. «Me saqué el fantasma de encima»”, aseguró el Quemado que Ochoa  les dijo a 5 o 6 personas de su núcleo más cercano y que su hijo se lo había contado.

Con respecto, a este punto la defensa le expuso al Quemado que por ese tiempo su hijo estaba detenido, como para haberlo escuchado de boca del Panadero.

La hermana y el yerno

A su vez, el segundo testigo de la tarde fue el yerno del Quemado, Carlos Alegre, quien habló del entorno de la barra en los dos años que pasó tocando los bombos en la cancha. Alegre declaró sobre el mismo eje que expuso su suegro sobre la composición de la barra y también acerca del miedo a perder el liderazgo de la barra a manos de los ex barras de Grandoli.

En tanto, su pareja Érica y hermana del Quemadito, habló del mismo esquema aportado por su familia y agregó que su hermano le había contado que “en un momento hubo un plan de parte del Panadero para encontrarse en un calle y chocar con la facción contraria”.  Al ser interrogada por la defensa, Érica aseguró no tener ninguna relación con el club: “Al principio iba porque Maxi nos hizo el carnet a todos pero no participé de la reuniones y me mantuve al margen”.

Una mujer de la Side

La primera testigo de la jornada fue una mujer, cuya identidad pidió sea reservada, ya que trabaja en la Agencia de Inteligencia del Estado, a quien se le pidió que corrobore escuchas telefónicas diligenciadas por ella, al igual que pericias en aparatos telefónicos. En la causa, según mencionó la Fiscalía, hay más de 200 cassettes y 200 CDs de escuchas. La testigo respondió a todas las preguntas, en las que explicó cómo era el mecanismo formal para realizarlas desde la Instrucción del juez Javier Beltramone sobre el crimen de Roberto Pimpi Caminos. Entre otras cosas dijo que las escuchas eran solicitadas por oficio, en plazos determinados, se mandaban a Buenos Aires, que luego respondía mandando el material, destacó la especialista que fue interrogada y que declaró como testigo por muy poco tiempo.

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