Ciudad

Desesperación

Un colectivo en llamas alarmó en la zona norte

Se trata de un coche de la línea 153, de Semtur, que se prendió fuego en Silva y Génova.


Un colectivo de la línea 153 de la empresa Semtur se quemó por completo ayer cerca del mediodía en la zona norte de la ciudad. El fuego iniciado en la parte trasera, donde se ubica el motor, hizo estallar los neumáticos del coche, generando una onda expansiva que destrozó vidrios y extendió las llamas a las ventanas de las casas de los alrededores.

El chofer alcanzó a bajar a todos los pasajeros, y no hubo heridos.

El hecho ocurrió aproximadamente a las 14 de ayer mientras el ómnibus circulaba por calle Silva. Antes de llegar a la intersección con Génova, el conductor fue alertado por un grupo de pasajeros que divisó humo negro que salía de la parte trasera. “La gente empezó a los gritos y cuando miré por el espejo vi que estaba todo ardiendo. El fuego se inicia atrás, en el motor. Venía lleno, había como 40 pasajeros. Casi no dimos tiempo a nada. La gente se empezó a bajar con el coche en movimiento por la desesperación”, relató a este diario Sergio, chofer de la empresa de capitales públicos desde hace 19 años.

Inmediatamente, el colectivero comenzó a despejar la zona y apenas diez minutos después de haber detenido la marcha se originó la explosión de los neumáticos, cubriendo toda la acera y los frentes de las casas de fuego, cristales rotos y caucho quemado. “Los bomberos tardaron un montón en venir”, añadió con la mirada clavada sobre el azul cielo reflejado en un charco de fluido color negro.

Perplejidad en la zona

La casa de José María sufrió la rotura de todos los vidrios del frente. El hombre, todavía conmocionado, estaba parado en la puerta mientras miraba el trabajo de los bomberos y mecánicos de auxilio, que le colocaban dos neumáticos sanos al coche para poder remolcarlo.

“Estaba terminando de almorzar cuando escuché un ruido. Pensé que estaban arreglando la calle pero después me asomé y vi un humo negro terrible y una llama que salía del colectivo. Agarré todas las cosas que pude y salí de mi casa. Por suerte, el chofer ya había sacado a todos los pasajeros”, contó el vecino.

La explosión de los neumáticos afectó buena parte del frente de su casa, salpicado de caucho quemado y fragmentos de pintura levantada. “Éste quedó con las pulsaciones alteradas y, si lo tocás, empieza a hacer un ruido horrible”, soltó entre risas mientras señalaba la luz intermitente de su achicharrado portero eléctrico.

El relato coincide con el de Marcelo, un fotógrafo, cuya propiedad, situada exactamente frente al lugar donde se detuvo el vehículo siniestrado, resultó severamente damnificada.

“Estaba tratando de dormir una siesta y me encontré con fuego en la ventana. A los segundos que me termino de incorporar de la cama escucho la explosión y me volaron todos los vidrios. Ahí salí y me encontré con este espectáculo”, manifestó.

El vecino, que hace 52 años que vive en la misma casa, se mostró “conmocionado con lo que pasó” e indignado por la falta de certezas del seguro para cubrir las refacciones en su propiedad.

“El frente tenía dos meses de pintado. Ahora estoy reclamando porque me queda la casa abierta. Me dijeron que lo tengo que arreglar yo y después presentar la factura para recuperar el dinero, pero yo no tengo un peso ahora… ¿cómo voy a tapar eso? Con una chapa o una madera es muy inseguro”, se lamentó señalando una persiana plástica retorcida.

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