Ciudad

Sin soluciones

Un barrio que se debate en la periferia existencial

El Fonavi de Mendoza y Donado sin atención. En la vecinal dicen que ya no saben qué hacer.


“Ya no sabemos qué hacer, si hasta estoy pensando en mudarme. Tenemos venta de droga al aire libre, desarmaderos en nuestras narices, amenazas”, dice resignada Lea Medina, presidenta de la Vecinal María Dubóe, del barrio Fonavi de Mendoza y Donado. La mujer sabe lo que es la lucha social, el compromiso por su barrio, el tiempo que dedica a hacer trámites, deambular por oficinas y hablar con funcionarios que, dice, ignoran los reclamos.

“En julio logramos que el vicegobernador (Jorge Henn) vea en la situación en que estamos, con serios problemas de cloacas, caminamos entre el agua servida. Hace un mes fuimos a Vivienda y el coordinador territorial, Ubaldo Modarelli, nos dijo que la nota que presentamos, donde detallamos los reclamos, si no tiene su informe quedábamos afuera por no estar comprometidos socialmente. Íbamos a entrar en un programa que se llama Esfuerzo Compartido y pedíamos que se acelerara justamente por la problemática de nuestro barrio, teníamos fecha en diciembre. La semana pasada nos confirmaron que no entramos en el programa, que el último Fonavi que se arregla es el 7 de Septiembre”.

“Fisherton P”

Las viviendas del Fonavi al que se conoció en noviembre de 1983 como barrio Supercemento o simplemente “de Mendoza y Donado”, las conforman 99 monobloques donde viven entre 18 y 24 familias en cada torre; es decir, entre cinco y seis mil habitantes. Lea Medina conoce como nadie su barrio, porque fue una de las primeras en mudarse a vivir allí hace treinta años.

“Esto es Fisherton P, por pobre; dependemos de Vivienda y Habitat. En la vecinal tenemos registrado cada reclamo, tenemos fotos de cada uno que ha venido al barrio: concejales y funcionarios a los que les planteamos nuestras necesidades, pero no le importamos a nadie”.

La mujer tiene una larga militancia por los derechos humanos. Su hermano Oscar era delegado de los talleres Filipini de Villa Gobernador Gálvez y lo sacaron de su casa el 20 de octubre del 76. Y fue justamente Lea quien propuso poner el nombre de María Dubóe, una mujer que murió en una protesta que pedía agua (recuadro) a la vecinal. “Con mucho esfuerzo pintamos su rostro en el frente del local donde nos reunimos y permanentemente aparece con pintadas. Hay gente nueva en el barrio que no quiere que hagamos nada. Nuestro lugar funciona en un centro comercial, por calle Derqui al 7500, frente a la escuela Nº 1263. Frente a la vecinal hay gente que desarma autos, desarma motos”, relata.

“No es fácil”

Entre los problemas que suma el barrio, Medina afirma que “en los centros de manzana hay senderos; pero hay gente que llegó corrida de otros lugares y se apropió de los espacios verdes. Tomaron el centro comercial, cerraron el barrio. Si ocurre un incendio o tiene que venir una ambulancia, no se puede ingresar a los monobloques. No hay por dónde pasar. Cuando llamamos a una ambulancia, tenemos que ir a esperarla a la calle porque además, los médicos y camilleros no se animan a bajar”.

La vecinal se formalizó en el 2012 por el desborde de cloacas. Las sendas peatonales quedaron debajo de las aguas servidas y no se podía ingresar a destaparlas.

“Venimos pidiendo desde el 2010 que se solucione esto; los caños ya no dan más. Hemos recorrido tantas oficinas que una se hace experta en derecho, en arquitectura”, continúa Lea

“Caminábamos el barrio, pero ahora no podemos porque estamos amenazados. Tratamos de no ser tan vistas; se ve que molestamos. Hace años que vamos a la comisaría a denunciar y no pasa nada. Ya ni vamos”, agrega con una mezcla de bronca, impotencia y resignación.

Sobrevivir

La vecinal no cobra cuota. Se realizan rifas o se venden pollos para obtener fondos para fotocopias, traslados o festejar el Día del Niño, por ejemplo.

“Cada vez es más difícil. No cobramos cuotas porque la gente está descreída. Alguna vez hubo gente que se encargó de armar un consorcio y un buen día se fue con la plata, pero, por ejemplo, a un hombre al que le encargamos los pollos para que los cocine en su negocio lo amenazaron y no nos quiere trabajar más para nosotros. Así está el barrio hoy, con gente que viene a comprar los departamentos para usarlos para otra cosa”, desgrana Medina.

“Vivienda no nos entregaba las cuotas para pagarlas si no teníamos las expensas al día. Este barrio no tiene final de obra y nos dicen que no nos entregan las escrituras. Por eso la gente comenzó a vender y a irse”, añade.

“Nosotros comenzamos a armar todo de nuevo, pero la gente está muy descreída, y hay que trabajar desde muchos costados, Vivienda no nos da información. Desde Hábitat dan charlas pero acá no vienen. Nosotros tenemos formados cinco consorcios y hemos ido a los monobloques a explicar pero es un trabajo que le corresponde a Vivienda. Hemos llegado a un punto en que nos estamos enfrentando vecinos contra vecinos”, concluye la militante vecinalista.

El nombre: “María Dubóe murió por pedir agua”

El calor de diciembre trajo, como tantas veces, cortes de agua. Era 1995 y María Dubóe convocó a protestar con baldes en Donado y Mendoza. Un camión que no hizo caso al corte la atropelló y murió allí. “Tuvo que morir para que tengamos agua; fue terrible. Al camionero, a los pocos días lo largaron. Cuando conformamos la vecinal no hubo dudas de que la mejor manera de homenajear su lucha era ponerle su nombre. Pero no queremos que muera más gente para poder conseguir mejoras. Hicimos un mural con su rostro y a fin de agosto, cuando festejamos el Día del Niño, amaneció todo pintado. Hay gente nueva en el barrio que nos quiere amedrentar”, afirma Lea Medina, presidenta de la vecinal.

La propiedad: “El barrio depende de Vivienda”

Lea siempre tuvo peluquería y el agua era fundamental para su trabajo, pero su vecina de planta baja cerraba la lleva de paso cada vez que las cloacas se tapaban. “Era una señora mayor que no avisaba y me dejaba sin agua. Así comencé a ir a Aguas Provinciales a hacer reclamos, al Enrres. Nos decían que dependíamos de Vivienda, y allí íbamos. Ellos nos decían que éramos ilegales –«no tienen representatividad, no tienen ni vecinal ni consorcio»– y creyeron que no lo íbamos a conformar. Pero lo hicimos y ya tenemos personería jurídica. La Municipalidad vino a podar árboles y arreglar algunas cosas, pero dependemos de Vivienda que al día de hoy no han entregado escrituras. Sólo unas 50 casas la tienen”.

Hay turno para arreglar San Martín

La remodelación de avenida San Martín entre Batlle y Ordóñez y Circunvalación comenzará a concretarse la semana que se inicia el 5 de octubre. El dato fue confirmado a este medio por fuentes municipales en las últimas horas. El presupuesto original era de 31 millones de pesos, pero las ofertas de los que licitaron superaron largamente esa cifra. La más baja la entregó la firma casildense Rava SA de Construcciones, con 42.915.656,54 millones.

Desde el Ejecutivo destacaron que con la obra no sólo se buscará mejorar la circulación en ese acceso por el sur, sino también las condiciones urbanas en todo el sector.

Es que en la zona de avenida San Martín y Batlle y Ordóñez ya está en marcha la construcción de los andenes de la estación de trenes Rosario Sur, a la cual prevé llegar la conexión ferroviaria con Buenos Aires en el segundo trimestre del año próximo. Y en breve se iniciarán allí las tareas de la propia estación a la que arribarán las formaciones.

El proyecto de transformación de San Martín prevé la demolición total de la estructura existente y la construcción de una calzada de doble sentido de veinte metros de ancho, sin separador central.

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