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El juicio

Triple crimen: fiscal pidió hasta 30 años de cárcel

En alegato coincidente con la querella, Marull solicitó tres décadas de cárcel para tres principales imputados por homicidio agravado y 26 años para el cuarto, Palavecino. Los abogados de las familias de las víctimas pidieron 35 años para el cuarteto.


Por cinco horas se escucharon los alegatos de clausura de la acusación y las querellas en la anteúltima audiencia del juicio oral donde se dirime el triple crimen de Villa Moreno. Con planteos similares, las partes expositoras coincidieron en la calificación legal y solicitaron altísimas penas para los cuatro acusados. La Fiscalía, a cargo de Nora Marull y Luis Schiappa Pietra, requirió 30 años de prisión para Sergio “Quemado” Rodríguez, Brian “Pescadito” Sprío y Daniel “Teletubi” Delgado, en su carácter de coautores, por triple homicidio agravado por uso de arma y participación de un menor y portación de arma de guerra, y para Sprío solicitó además la unificación con una condena de la Justicia federal a 5 años y 6 meses. La diferencia se marcó en el pedido de condena contra Mauricio “Maurico” Palavecino. Para este acusado la Fiscalía solicitó 26 años por su participación necesaria en el hecho. Por su parte las querellas coincidieron en el encuadre legal y la participación criminal endilgada aunque variaron en el pedido de pena. Su reclamo fue una condena de 35 años de prisión para los cuatro imputados. El próximo lunes será el turno de las defensas, que brindarán fundamento probatorio a sus teorías del caso.

Al inicio de la audiencia se dio lectura al prontuario de los acusados. Salvo Sprío, que fue condenado por la Justicia federal a 5 años y 6 meses de prisión por tenencia de estupefacientes para comercialización, el resto no cuenta con antecedentes condenatorios.

Luego fue el turno de los alegatos de clausura donde la Fiscalía y los querellantes Federico Garat y Jessica Venturi –por las familias de las víctimas Claudio “Mono” Suárez y Jeremías “Jere” Trasante– y Norberto Olivares (por los padres de  Adrián “Patóm” Rodríguez) realizaron una exposición leída y similar del material probatorio, aunque más de la mitad del tiempo fue utilizado por el Ministerio Fiscal.

La previa

La Fiscalía realizó un análisis cronológico de los hechos donde se resaltó la conexidad de la masacre de Villa Moreno con dos delitos previos: el ataque que hirió a Facundo Osuna el 29 de diciembre de 2011 a metros de su casa, por el que acusó a Maximiliano “Quemadito” Rodríguez (quien sería asesinado en febrero de 2013) y la balacera a éste último, horas antes del múltiple homicidio. Las partes afirmaron que el triple fue en venganza por agresión al hijo del Quemado y respaldaron la postura con los testimonios que se brindaron en la sala. Sostuvieron que el Quemadito se defendió con un arma calibre 9 milímetros que, si bien no fue hallada en el auto en que circulaba, sí se encontró un cargador de ese calibre al igual que vainas 3.80, calibre que utilizó el agresor, según refirieron.

Este hecho derivó en el traslado del Quemadito al Heca, escena de la cual la Fiscalía produjo un detallado muestreo de filmaciones donde se observa a Sofia L., novia de Rodríguez hijo, su amiga Mariana C. y dos de los amigos de la víctima: Teletubi y Pescadito, quien según registros telefónicos fueron llamados por Sofía para auxiliar a su pareja y trasladarlo al centro de salud.

Luego se puede observar una charla de Teletubi con el policía Lisandro Martín –procesado en una causa paralela por incumplimiento de los deberes y encubrimiento agravado junto con sus pares Eduardo Carrillo y Norberto Centurión–, quien al parecer brindó los datos personales del herido que fueron consignados en forma errónea. Marull describió la llegada del Quemado y su ex mujer, la pelea que protagonizan con el personal del hospital en que un empleado declaró haber escuchado decir: “Nos la van a pagar”. Se ven idas y venidas de los acusados por el lugar. Sofía L. ubicó a Palavecino en el Heca, aunque no fue tomado por una cámara; el cruce de llamadas telefónicas entre todos ellos y la partida de los acusados a las 3.42.

El ataque

Luego relataron el ataque a los chicos de Villa Moreno quienes estaban sentados en un banco de la cancha ubicada en Presidente Quintana y Dorrego veinte minutos después. Según refirieron, está probado que llegaron en una Renault Kangoo blanca, se bajaron por Biedma, cruzaron el predio y uno que llevaba la voz cantante preguntó a las víctimas por Andrés y, como no contestaron, disparó hacia arriba. En ese momento el único sobreviviente comenzó a correr.

Sostuvieron la veracidad del testimonio de este muchacho (apodado Moki) y el reconocimiento que efectuó del Quemado en la sala de audiencias, a quien describió y señaló en la filmación del Heca: dijo que tenía la misma remera rayada que al momento del ataque. Al resto no pudo identificarlos porque estaban más atrás, en los árboles y no los alcanzaba la luz de la calle.

Complementaron el material probatorio con el testimonio de Ezequiel Villalba (alias Negro Eze), a quien se presume que buscaban los agresores y que según expresaron era parte de una banda de Villa Moreno enfrentada con la del Quemado. El joven declaró haberlos visto subir a la chata y partir frente a él, circunstancia en la que observó a Palavecino manejar, el Quemado de acompañante y Teletubi atrás, un cuarto no lo reconoció y no vio a Pescadito, aunque sostuvo que siempre estaba con ellos.

Armas y teléfonos

Los tres expositores coincidieron en destacar una pericial balística que hilvanó tres escenarios delictivos. En el triple crimen se recopilaron 32 vainas servidas, 2 balas deformadas y 1 plomo encamisado, todas 9 milímetros. En Vera Mujica y Garay, donde fue baleado el Quemadito, se levantaron dos vainas servidas 9 milímetros; una coincide con las vainas recogidas en Villa Moreno y en jurisdicción de la comisaría 33ª –donde fue abandonado el vehículo de Rodríguez luego del ataque– se halló en el interior del BMW gris material balístico: nuevamente una vaina coincidió con las encontradas en la escena del triple crimen. Lo que hizo conjeturar a las partes que el arma de Maximiliano Rodríguez fue utilizada en el múltiple homicidio.

A ello agregaron que la ametralladora PAM 1 utilizada en el hecho fue encontrada en otro procedimiento, en barrio Tablada, donde coincidieron 8 vainas servidas secuestradas en Villa Moreno, y un arma calibre 9 milímetros fue secuestrada a Gerardo M., alias Jeta, otro de los acusados (aunque en un tribunal de menores), donde la coincidencia se dio en una sola vaina.

Se hizo hincapié en el cúmulo de escuchas entre los diversos acusados y sus familiares o parejas donde se muestran coartadas, el traspaso de información sobre el hecho y se habla de armas, quioscos y sobrenombres vinculados con el mundo de la droga, según refirió la fiscal.

La huida

Las partes consideraron probado el escape del Quemado y su pareja a Entre Ríos, donde posteriormente fue detenido, y la huida de Sprío y Delgado a la localidad balnearia bonaerense de Villa Gesell, donde sus celulares fueron captados por antenas del lugar, aunque ambos fueron detenidos con posterioridad en la ciudad.

Palavecino fue testigo de la causa aunque luego terminó imputado. Esa primera declaración fue incorporada por lectura y en ella afirmó que Jeta le contó que le dieron con todo a los amigos de Ezequiel, que tenían una metra y una pistola y que a los 3 o 4 días Delgado y Sprío se fueron a la costa atlántica. Y agregó que el adolescente le contó que fueron Rodríguez, el Jeta, Delgado y Sprío y que pensaron que eran 4 los muertos, refirió la fiscal Marull.

Palavecino pidió custodia luego de la testimonial y a los días solicitó que se levantara, lo que coincidió con una charla telefónica con el Quemadito en la que afirmó que iba a arreglar todo, sostuvo la fiscal. Luego presentó una denuncia por apremios que ratificó meses después, sostuvo Marull, quien pidió justicia y detalló que los acusados ya tienen una condena en sus conciencias.

“Se infundió terror”

Por su parte, la querella compuesta por Garat y Venturi sostuvo que este múltiple crimen no fue aislado o casual sino que debe verse en el marco de enfrentamiento recíproco de bandas.

Refirió que en sede policial Sofía L. afirmó que le escuchó a su pareja, el Quemadito, decir que quien lo había baleado era el Negro Eze, cuando era trasladado al hospital, aunque luego se desdijo. Describió que hubo modalidad homicida, un despliegue organizado, efectuado con rapidez, con recursos económicos, vehículos y armas disponibles en un breve lapso. Agregó que se infundió terror en el lugar que derivó en obstáculos a la investigación y se mostró una violencia inusitada. Afirmó que se trata de una disputa territorial vinculada con el narcotráfico, donde el entorno de las víctimas debió desagraviar sus nombres. Se refirió a la cantidad de balas que recibieron los jóvenes asesinados y la corta distancia con la que fueron atacados y el vínculo de los acusados, especialmente el Quemado, con el personal policial.

“Sangro, lucho y pervivo”

Por último, el abogado Olivares apoyó los argumentos de sus colegas, desechó que se haya producido un montaje cinematográfico o un golpe de efecto a la garantía constitucional del debido proceso, como afirmaron las defensas. Sostuvo que son profusas y variadas las pruebas que sostienen a los acusados como integrantes de una banda delictiva. Afirmó que tenían motivos para estar en el lugar del hecho, ya que había una disputa despiadada con otra banda de Villa Moreno. Fueron quienes materializaron el hecho y luego se fugaron, agregó para de inmediato detallar que los autores fueron identificados a partir de dichos de Palavecino y el secuestro al celular de la novia de Teletubi. Concluyó con una frase que surgió de una escucha: “Yo robo, mato y trafico”, achacada a Palavecino, para sintetizar la cultura que se ha instalado y quiso reemplazarla por otra de Miguel Hernández en referencia a la libertad: “Yo sangro, lucho y pervivo”.

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