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madre de barrio humilde de santa fe denuncia sin respuestas

Tiene 9 años, ya no soporta el acoso que sufre desde hace años en la escuela y se quiso suicidar

El martes pasado J. se tomó 10 pastillas de Clonazepam. No quería vivir más. El dolor del acoso escolar por un grupo de compañeritos que se burlan de su peso fue el detonante para tomar esa decisión.  


J. tiene nueve años, dos hermanas y una madre enfermera. Cursa cuarto grado de una escuela del barrio Pompeya de Santa Fe. El martes pasado, la pequeña se tomó 10 pastillas de Clonazepam de 2 mg que encontró en un cajón, en su casa. Eran las 3 de la tarde y estaba al cuidado de sus hermanas de 11 y 16 años. Su mamá, Angi, llegó del trabajo a las 20 y al ver el estado de su hija la llevó de inmediato al Hospital Psiquiátrico cercano a su domicilio. Le hicieron un lavaje gástrico y la dejaron internada hasta el jueves. La pequeña no quería vivir más y le explicó a la madre la razón: ya no podía soportar el bullying que sufre en la escuela desde hace años.

“Es una zona muy carenciada, con poca contención, siempre lo ha sido y mi nena vive acoso escolar desde 2° grado”, relató entristecida Angi en diálogo con El Ciudadano.

Angi dice que aunque no quiso, tuvo que subir un video en el que su hija cuenta lo que sufre para que la escuchen.

Angi contó que su hija intentó suicidarse porque en la escuela le dicen “gorda”;  la cargan y abusan de ella por su peso. El miércoles fue a la escuela, habló con la directora y hay un acta en el que se detalla la situación y los cinco chicos involucrados en el acoso persistente que denuncia la madre. El papel quedó ahí. Desde el centro educativo no volvieron a contarse con la mujer hasta el viernes último. No fue gratis: el cambio de actitud vino de la mano de la repercusión de un video que Angi colgó en su cuenta de Facebook. No quería exponer a su hija, pero no encontró otra manera de forzar una respuesta que hasta ahora no llegó. En las imágenes, J. relata lo que vive desde hace tiempo: la persecución y acoso de parte de compañeros de grado.

“Me muero de vergüenza de exponer a mi hija así. Jamás público nada personal, pero yo hoy hubiera llorado por mi hija muerta por unos pendejos crueles. Lo que dice (J.) en el video no es ni la mitad de lo que me contó”, escribió la mujer en la red social.

“En la escuela me dicen gorda. Me ponen la traba (el pie) y cuando me caigo me dicen que hubo un terremoto”. “Me tiran manzanas, frutas. Ya no quiero vivir más”. “Le conté a los profesores y nos retaron a nosotras. A los varones no les dicen nada”. Son algunas de las frases de la niña grabadas por su madre.

En otro fragmento del video, la mamá le pregunta dónde había estado estos días y la nena contestó: “En el hospital, porque me quise matar con pastillas”.

“Es una nena feliz”

Angi explica que ve a su hija feliz y que no tenía conciencia de la situación que vive. “Sabía que a veces no quería ir a clases, pero es una nena feliz”, repite la mujer. Contó que el jueves, al llegar a su casa, notó que la nena estaba exaltada, se golpeaba la cabeza contra la pared, le pegaba al perro. Incluso, intentó agredir a su hermana con una tijera. Poco después sabría la razón: los ansiolíticos que había tomado.

Una escuela con poca contención

Angi admitió a El Ciudadano que piensa cambiar de escuela a Jazmín porque no recibió contención alguna por parte de los directivos. “Hacé lo que quieras”, dice que le replicaron.

“Esa escuela es un desastre viven cambiando de directores, y de profesores, es muy difícil que ellos hagan un seguimiento de los chicos. Cuando fui a hablar por mi hija me preguntaban por el padre de la nena. Yo soy madre soltera, pero tengo mucha contención familiar, no iba por ahí el dolor y la angustia de mi hija”, dijo.

Contó que no es el único caso de bullying en esa escuela. “Mi hija de 16 años también vivió acoso escolar allí por el tema del peso y a mi sobrina la cargaban por su tono de voz”, ejemplificó la madre a la vez que señaló que a partir del video publicado muchas otras madres le contaron que sus hijos sufren acoso escolar en la escuela.

“Es una escuela que no es pedagógica”, resaltó la madre angustiada. “En el mismo grado que va mi hija hay chicos no videntes que deberían tener otro trato educativo y no lo tienen”, dijo consternada.

Un barrio carenciado y problemático

La mama de J. intentó consolar su dolor entendiendo que es un barrio carenciado y por eso la misma institución no puede hacerse cargo de las diferentes problemáticas sociales.

“Hace un tiempo denuncié a la escuela un caso de abuso infantil que sufría una nena que vivía en una vivienda usurpada frente a mi casa. No tomaron cartas sobre el asunto, el problema se resolvió cuando el padrastro, abusador, la sacó de la escuela a la nena”, contó Angi y explicó que no hizo la denuncia a la Policía porque los allegados al hombre habían intentado quemar su casa.