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Crisis láctea

A Centeno le quedan dos fichas

La reestructuración de Sancor aprobada en una asamblea realizada en Sunchales no contempla el cierre de la planta de la localidad santafesina. Si fracasa la venta, los trabajadores evalúan autogestionar la fábrica.


En una asamblea realizada en la ciudad santafesina de Sunchales, la cooperativa láctea Sancor aceptó por unanimidad iniciar un proceso de reestructuración; condición que el gobierno nacional le puso a la histórica firma para que pueda acceder a un préstamo por 450 millones de pesos para superar la crítica situación financiera que atraviesa. La planta ubicada en la localidad santafesina de Centeno, a unos 110 kilómetros de Rosario, no está entre las que cerrarían sus puertas, ya que la empresa La Tarantela continúa negociando su compra. En caso de que esta adquisición no prospere, los trabajadores evalúan, como segunda opción, conformar una cooperativa.

La Tarantela es la principal interesada en adquirir la fábrica de Centeno, que produce queso mozzarella. Según fuentes consultadas por El Ciudadano, la traba de la negociación radica en que varios de los 50 trabajadores de la planta ubicada sobre la ruta nacional 34 ya consiguieron otros empleos, por lo que pretenden desvincularse de la empresa cobrando su indemnización; un dinero que Sancor no puede pagar y del cual La Tarantela no ve con bueno ojos hacerse cargo.

La planta de Centeno se encuentra parada desde el 7 de marzo pasado y sus trabajadores, que se encuentran suspendidos, continúan cobrando sus salarios, aunque con dificultades. “Este mes nos dieron 23 mil pesos y después dos cuotas de 5 mil cada una, todavía nos deben, pero seguimos ligados a Sancor”, contó a El Ciudadano Claudio Ordóñez, trabajador de la fábrica ubicada en esa localidad de 3.100 habitantes, en el departamento San Jerónimo.

De fracasar la compra por parte de La Tarantela, los empleados de Sancor Centeno evalúan, como segunda opción, la conformación de una cooperativa de trabajo. “Es un proceso más complejo, por lo que la prioridad es que la negociación con La Tarantela llegue a buen puerto”, expresó Ordóñez.

En tanto, el trabajador destacó la presencia del gobierno provincial, a través de su ministro de Producción Luis Contigiani, y de las autoridades locales. En tanto, aclaró que los trabajadores están actuando actualmente sin el respaldo del gremio Atilra. “El sindicato no banca el acampe y toda la movida que estamos haciendo, es una decisión nuestra”, aseguró Ordóñez en ese sentido.

En Córdoba no cuajó

Durante la asamblea en Sunchales, donde se encuentra la sede principal de la cooperativa láctea y en la que se dieron cita delegados gremiales, productores y directivos, Sancor confirmó que se aprobó la conformación de un “Fideicomiso Financiero de Administración y el Plan para comenzar el camino hacia su reestructuración”.

La empresa explicó que la reestructuración entre otros objetivos comprende “la obtención de un préstamo del Fondo para el Desarrollo Económico Argentino (Fondear) por 450 millones de pesos”.

Además prevé “el inicio de un proceso de estabilización de la cooperativa con el restablecimiento de las actividades productivas y comerciales”.

La cooperativa aseguró que se efectuará “la regularización gradual de los pagos pendientes” y que está prevista “la incorporación de socios estratégicos”.

“Esta aprobación es el comienzo de las múltiples gestiones emprendidas por la cooperativa, en la firme voluntad de avanzar en la búsqueda de soluciones definitivas en su marcha industrial, comercial y empresaria”, manifestó.

La puesta en marcha del plan de reestructuración es el paso previo al ingreso de un socio a la empresa y al comienzo de la etapa definitiva de la situación que atraviesan varias plantas.

El caso de Centeno se diferencia del de las plantas de las localidades de Brinkmann y Coronel Moldes, en la provincia de Córdoba, que cerrarían sus puertas.

Por otra parte, los consejeros analizaban distintas alternativas para conseguir dinero. Entre ellas, además de la venta de la fábrica de Centeno, se encuentra la posibilidad de venderle el 10% de frescos a la aceitera Vicentín (que ya compró el paquete mayoritario de yogures) por 250 millones de pesos mientras esperaban cobrar algo de la deuda que mantiene Venezuela, por alrededor de 37 millones de dólares.

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