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Rosario va por el reinado de Miss Trans Argentina 2013

Por Laura Hintze.- Laureana López Krupp será una de las representantes en el certamen que se realizará el 7 de diciembre en Buenos Aires.


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Laureana López Krupp se planta frente al mundo con su metro ochenta de altura, su pelo castaño y largo, sus cinco tatuajes, sus piernas flacas, su actitud hecha de años y años de pelearla. Se planta y escupe con dulzura: “Soy una chica trans, un tercer sexo, un puto. Como quieran. Soy Laly. Soy yo”. Se define de a poco, elige cada palabra entre segundos. Dice que es introvertida, aventurera, romántica, atrevida, impulsiva, soñadora. No tiene modelos para seguir. La joven, capricorniana de 27 años, será una de las representantes de Rosario en el concurso de belleza Miss Trans Argentina 2013. El evento tendrá lugar el 7 de diciembre en el Hotel Bauen (Capital Federal) y reunirá a quince chicas (o más, ya que la inscripción continúa abierta) que intentarán ser elegidas como la más linda de las transexuales del país.

Laly desborda estilo y actitud, casi al punto de inhibir a quien tiene al lado. Ella lo admite. “Siempre fui al choque. Iba al colegio con pelo largo, pantalones súper ajustados, aros combinando con la cartera y la cartera combinando con el cinto. Todo un circo”, se ríe. “La secundaria fue la mejor etapa de mi vida. Mi curso siempre me apoyó, nunca quise demostrar lo que no era. Hasta el día de hoy tengo muy buena relación con mis compañeros de la secundaria. Ellos siempre me aceptaron, como sus familias. Tanto, que pude ir vestida de mujer a la graduación”. Ella misma se hizo el vestido de graduación. Diseñar, cortar, coser. “Era un corset blanco con costuras negras y bordado en plata y un pollerón de tajos blancos y negros. Los tajos blancos bordados en negro, los negros en blanco. Todo hacía juego con la bijouterie, cartera de mano. Cada cosa hecha por mí hasta el tocado del peinado”, contó, rápido y al hilo. Luego de una respiración profunda, señaló: “Y también tenía unos zapatitos 41 que me apretaron toda la noche”. Laly rió. “Lo tengo que admitir, quedaban apretaditos. Pero no importa, es el taco. Ah. Y bajé de una limousine. Fue mi noche”.

Para ella, la estética, la sexualidad y la personalidad se construyen. Ladrillo tras ladrillo en función de la familia, las amistades, la sociedad, lo que siente más allá del nombre y los genitales. “Somos personas. Tenemos las mismas habilidades físicas y mentales que cualquier ser humano, más allá de cómo nos encasillen”, dice. Ahora, y luego de años de militancia social en Rosario, se enfrenta a un nuevo desafío. Ser una Miss Trans para visibilizarse socialmente, definirse y mostrarse como es y eligió ser sin vergüenza: “Es la corona en mi vida de lo que logré ser”.

Las telas ya cuelgan del maniquí y esperan que las manos de Marcela Veiga –50 años, trans, diseñadora y la mejor amiga de Laly– las transformen en un vestido de noche. Marcela recorre los hilos con elegancia y los describe: gasa bordada tipo encaje en paillettes negros y plateados con hilos metalizados plateados; con un forreau (“se escribe así, f-o-r-r-e-a-u”, señala con experiencia) blanco de gasa y cola de pato bordada con las mismas flores del paillett. Marcela tiene un pequeño taller en su casa, ubicada en el centro de Rosario. Confecciona ropa de alta costura y será la diseñadora de Laureana para Miss Trans Argentina 2013.

La historia de Laureana Lópes Krupp representando a Rosario es una historia de amigas. De Laly y de Marcela, su amiga, diseñadora, protectora y mentora. “Yo doy la cara, pero ella es la culpable”, resume Laly, señalándola con la cabeza. “Estaba en Europa cuando me dijo «querida, en noviembre tenés que estar acá porque sos la postulada por Rosario para el Miss Trans Argentina»”. Ivana Bordei, organizadora del concurso, pasó por la casa de Marcela para que le diseñara un vestido. “Me contó del evento y yo le dije enseguida que ya le tenía la candidata de Rosario. Yo la conozco desde chica y la creo capaz. Tiene capacidad para hacerlo. Sé de su lucha, todo lo que hizo y peleó, como todas nosotras. Con sólo participar del concurso se le abren un montón de puertas”, contó Veigas.

Marcela y Laly se conocieron hace diez años en el Bar del Mar (Balcarce y Tucumán). “Ella recién terminaba la escuela. Era muy grosera y nosotras no les dábamos cabida a las principiantes. Pero Laly me pareció agradable. Nos hicimos amigas e impuse que donde iba yo, iba ella”, recordó la mayor de las amigas. Después de una década encontraron en el Miss Trans algo más que en concurso de belleza, que un espacio para lucir el cuerpo y desfilar. Para ellas, participar de Miss Trans es “un espacio donde caben las ilusiones de las dos”. Las dos sueñan con dedicarse a lo que les gusta: la moda. “Éste es un impulso para hacer lo que nos gusta, por eso dentro de un año nos veo con una marca propia, trabajando totalmente independientes. Es la oportunidad para demostrar que sí se puede”, sueña Laureana.

Cabe insistir. El concurso excede incluso al desafío personal. Es ante todo una representación de los logros de la comunidad transexual argentina. Marcela la respalda y explica, de manera clara y sencilla, que hace diez años no podían pensar en esta oportunidad: “Ni siquiera se podía soñar. No teníamos permiso para pensar. Ahora viene una nueva generación. La sociedad todavía tiene conceptos muy erróneos sobre nuestras personas. Lo que se ve de lo trans es lo que se vende: lo bizarro, el escándalo, lo desagradable. Pero no son mayorías. Hay trans psicólogas, maestras, abogadas, diseñadoras, que tenemos que vivir de la prostitución, que no renegamos de eso, pero que somos normales y por eso no nos ven”.

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