Ciudad

Cultivando derechos

Rosario se plantó por novena vez

La Marcha por la Legalización de la Marihuana se realizó ayer en la ciudad, en simultáneo con localidades de todo el mundo. La regulación del Estado de las drogas ilegales y el cese de detenciones a cultivadores y usuarios fueron los principales reclamos.


Alcides tiene 70 años. Está parado frente al escenario armado en la plaza Sarmiento –San Juan y Entre Ríos– y escucha cómo un joven canta su propia versión en castellano de “Redemption Song”, de Bob Marley. El hombre se mantiene casi inmutable, salvo por el saludo de varias personas al pasar. Hace un par de años, un hombre de 70 años en la Marcha Mundial de la Marihuana era un extraño, un señor perdido, casi desubicado.

Ayer, en cambio, fue uno más, como los niños y las familias, los adultos y profesionales, como los que rechazaron un sequita de porro porque no fuman pero igual están. Alcides, cuenta, estuvo toda la semana controlando el clima para que el tiempo no le sea adverso.

Habla del sol con alegría. La de ayer fue la segunda marcha de la marihuana a la que asiste. La primera fue el año pasado, después de que lo liberaran. El hombre, de Villa Constitución, contó que tenía tres plantas en su casa, y que la Policía Federal allanó su casa y pesó todo junto: las ramas, la tierra, lo que se fuma y lo que no.

Le dio siete kilos y el hombre pasó siete días preso por supuesta comercialización de marihuana. Alcides tenía 67 años cuando empezó a fumar cannabis, por recomendación médica. Hasta ese momento la planta le era indiferente. “Me la dieron para la depresión, mantener baja la presión arterial y calmar los dolores”, enumera. Hoy, con causa abierta, no consume más marihuana, no cultiva ni compra: dice que el mercado no ofrece buena calidad. La marcha, para él, es una herramienta de cambio. “A mí me están negando un remedio”, resume.

La Marcha Mundial por la Marihuana se realizó ayer en todo el mundo. Rosario no fue la excepción. Los manifestantes concentraron en la plaza Sarmiento y coparon el centro hasta el Monumento a la Bandera. Contra los prejuicios, durante las horas que duró el evento no hubo sólo porro. Los picnics con mate y galletitas coparon la plaza, también tuvieron su protagonismo las bicicletas y el encuentro entre amigos. Hubo algunas cervezas, bandas en vivo, pintores en vivo, malabares, comida (dulce, salada, “para el bajón”, y “loca”) e incluso una mesa de consulta sobre cultivo de cannabis.

La novena edición local demostró que la movilización hecha raíces difíciles de cortar y que se ensanchan para todos lados: los barrios y el centro, los jóvenes y los adultos, los padres con sus hijos, los que consumen y los que no. La discusión, además, se actualiza a medida que el narcotráfico se vuelve un mal cada vez más evidente. La bandera de la Marcha no sólo pide nuevas leyes sino que exige a los tres poderes del Estado que pongan el foco en los verdaderos núcleos de poder que genera la droga y no persiga a quienes consumen o cultivan para su uso personal. “Contra el narcotráfico, plantate” fue la consigna que se repitió en banderas y remeras de los que coparon las plazas y calles locales.

“Todavía se siguen produciendo causas por tenencia para consumo. Es decir: se sigue despilfarrando dinero público en perseguir consumidores y autocultivadores”, señaló Pablo Ascolani, presidente de AREC, la Asociación que impulsa la marcha. Ascolani destacó que en 2013 y 2014 se abrieron las primeras causas – al menos desde 2006 – por cultivo de cannabis para consumo personal. “Es sumamente preocupante. Los allanamientos sin pruebas de comercialización, más allá de la existencia de plantas. La Justicia no investiga las grandes causas de narcotráfico, se dedica a allanar casas. El narcotráfico no sólo mata en la periferia sino que corrompe distintos estamentos del Estado, entre ellos el Poder Judicial”.

En Argentina todavía está penalizada la tenencia para consumo personal. La pena puede ir de dos meses a un año. Por eso, el reclamo principal y con la confianza puesta en la nueva legislación uruguaya al respecto, es el de una nueva ley de drogas que incluya al Estado como su principal regulador. En ese sentido, Ascolani celebró la presencia de distintas banderas políticas en representación de esos poderes del Estado que tienen que impulsar la legislación que ellos reclaman. También hizo hincapié en el rol de la sociedad.

Mirando a su alrededor, el militante resaltó que la despenalización de la marihuana haya dejado de ser una bandera de adolescentes para abrir la brecha etárea.

“Hay menos estigmatización, menos prejuicios y la gente asume que consumir drogas ilegales no hace que la persona sea un delincuente, más allá de lo que indique la ley.

Los que consumen son ciudadanos corrientes, con trabajo, estudios y responsabilidades”.

Las consignas

Regulación estatal de todas las drogas ilegales, empezando por el cannabis, para terminar definitivamente con el narcotráfico.

Cese inmediato de las detenciones a cultivadores y usuarios de drogas, y reconocimiento de las libertades individuales y actos privados.

Recursos públicos para investigar los usos terapéuticos del cannabis y los usos industriales del cáñamo.

Formalización de las Asociaciones Cannábicas y Clubes de Cultivo.

El Estado y las organizaciones sociales juntos por una nueva ley de drogas justa, humana y eficaz.

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