Ciudad

Copa América

Rosario, de fiesta a desazón

La ciudad se paralizó durante tres horas. Ansiedad en la previa, tensión frente al televisor y amargura tras la derrota.


El seleccionado argentino entusiasmó a lo largo de casi un mes. Renovó la ilusión en el pueblo a un año de haber perdido la final del Mundial en Brasil. Y así, tras eliminar a Paraguay, el sueño de volver a gritar campeón de América crecía y se agigantaba. No sólo en todo el país, especialmente en Rosario, ciudad que aportó la mayor cantidad de jugadores del plantel además del entrenador. Así, en los días previos al decisivo encuentro de ayer en Santiago en la ciudad Cuna de la Bandera los rosarinos invadieron las casas de venta de ropa deportiva buscando la celeste y blanca o los locales de expendio de cotillón adquiriendo artículos para alentar a la distancia. Y ni que hablar de lo que fue ayer la ciudad. Pero el final volvió a ser el mismo al de un año atrás: con caras largas y más tristeza.

Ayer los rosarinos hicieron todo temprano: las compras, el almuerzo y luego esperar la final. Así, las calles estuvieron desiertas por casi tres horas. Y los bares estuvieron repletos de parroquianos mirando y sufriendo con la selección.

Por ejemplo, en el tradicional bar “El Cairo” no había una silla para ocupar. Y hasta el actor Ricardo Darín, ocasional visitante de la ciudad, no podía disimular su ansiedad mientras transcurría el juego.

Ni que hablar de lo que pasaba en los bares de avenida Pellegrini y otros céntricos.

La combinación de sensaciones era nerviosismo, ansiedad, angustia y emoción, y se hacían notar en los rostros de los parroquianos que no desviaban la mirada de la pantalla.

A la hora de los penales, los remates desviados despertaron el lamento generalizado y cada tanto de la Roja tenía un insulto incluido. La mueca de tristeza de todos los presentes, cuando llegó el desenlace de la serie de penales, se hizo indisimulable.

El clima del final fue silencioso, ya que otra Copa se escapó de las manos. Y rápidamente los bares quedaron vacíos, y la ciudad volvió a la normalidad, aunque con dolor y mucha tristeza.

El aliento de los argentinos se hizo sentir

Los hinchas argentinos identificados como manchas celestes y blancas desperdigadas por varios sectores del estadio Nacional se hicieron sentir en el medio de la marea roja.

Poco más de dos mil simpatizantes nacionales asistieron a la final de la Copa América que estuvo marcada por la amplia mayoría del público dueño de casa.

La mayoría se enfundó con los colores patrios pero también se observaron banderas de Defensa y Justicia, Banfield, Independiente, Vélez, ubicadas en una de las dos cabeceras.

Esos sectores fueron lo que tuvieron más presencia pero también se divisaron varios grupos en distintos sectores del recinto que más partidos albergó en la historia del certamen continental.

La imagen era de varias manchas celestes y blancas en medio de la marea roja.

Las especulaciones alrededor de la ceremonia de los himnos quedaron solo en eso, hubo respeto total de ambos lados. Un hecho destacable para los dos públicos cuando en la previa se respiraba un aire más de guerra que de un partido de fútbol.

Lo mismo ocurrió durante el minuto de silencio que se realizó por el piloto chileno Carlo de Gavardo, quien falleció en las horas previas al partido.

Los primeros minutos fueron los de más aliento, sobre todo, para el combinado local con el ya famoso “Chi chi chi, le le le, viva Chile” que se expandía por todos los costados de la cancha.

“Ole ole ole, Chile Chile” y el “vamos, vamos chilenos que esta tarde tenemos que ganar”, fueron los cánticos preferidos de los más de cuarenta mil trasandinos.

En el segundo tiempo, Arturo Vidal levantó al público después de una falta cometida por Mascherano. En ese instante, las 40 mil banderas donadas por un empresario local volvieron a flamear.

Los momentos de más algarabía de los hinchas albicelestes fueron cuando el equipo de Gerardo Martino tenía alguna situación de pelota parada y se aprovechaba el silencio de los locales.

El único hecho lamentable fue la agresión que sufrió la familia de Lionel Messi integrada por Jorge, su padre, Celia, su madre, y los hermanos. Cuando el clima se puso más espeso debió abandonar el sector bajo de la platea preferencial y fue reubicado por el embajador Ginés González García en uno de los palcos oficiales.

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