Ciudad

Rosario, ciudad cultural

Por Laura Hintze.- Durante el año que pasó se desarrollaron cientos de actividades en todos los distritos y hasta en la Unidad Penitenciaria N° 3 y el Irar, donde reconocidos escritores coordinan talleres de literatura.

Todos lo afirman: Rosario es una ciudad cultural. Muchos pueden criticar a dónde se aboca esa cultura, si es centralizada o si no lo es, si es para todos y de libre expresión o no tanto. Sin embargo, el simple hecho de que la discusión se centre en esas temáticas demuestra que, en comparación con otras ciudades, Rosario está un paso adelante en lo que al arte y la cultura respecta. Según la suma de datos oficiales, 211.260 personas se han visto involucradas de una u otra manera en las ofertas culturales que se llevaron adelante en cada uno de los distritos y centros culturales rosarinos a lo largo de 2011.
No obstante, hacer un “balance cultural” del año que pasó es más que complicado; hasta podría decirse imposible. El arte y la cultura atraviesan todas las políticas y vidas, ya sea por tomarlos como hechos cotidianos como por la falta de los mismos. La gama de actividades ofrecidas para la ciudadanía va desde concursos (de literatura, historieta, dibujos), ferias (artesanos, libros, textos escolares, antigüedades) y talleres (barriales y en el centro, de diversas danzas, expresiones artísticas, manualidades y deportes) hasta los numerosos festivales ya instalados en la agenda anual y los que van apareciendo todos los años.
La cultura rosarina también logra superar las barreras y atravesar los muros: en los penales se dictan talleres literarios, de teatro y de radio que ofrecen una nueva perspectiva de la libertad. Y por fuera de esos datos oficiales, se suman a la lista las propuestas alternativas y las cotidianas, que apuestan a la cultura y la hacen día a día. Están los grupos de jóvenes que salen a pintar murales todas las noches; los que apuestan al cine, a la danza o a la música como método de difusión de ideas; la Feria del Libro Independiente y Autogestiva; y hasta la propia gente que elige pasar su tarde en el teatro, en una sala de cine o en el museo.

En los barrios

Una apuesta fuerte de la ciudad es lograr que todos tengan acceso a la cultura; generar, en todos los barrios, espacios de creación y recreación. La descentralización se materializa en los seis distritos (Centro, Sur, Norte, Oeste, Sudoeste, Noroeste), desde los cuales un coordinador de Cultura municipal se encarga de llevar talleres, actividades y diversos acontecimientos a cada uno de los barrios que les competen, de manera libre y gratuita. Todos los centros municipales se aferran mucho a lo que la población expresa mediante el Presupuesto Participativo, y lo interesante es que la mayoría coincide: más plata para talleres, fortalecimiento de bandas y comparsas, acceso gratuito a festivales y recitales. Es en los barrios donde se producen y trabajan las ideas más interesantes de la ciudad, y en donde participa y se involucra la mayor cantidad de personas: superan las 110.000.
Además de las actividades más comunes, entre las que se encuentran el teatro, las danzas (cumbia cruzada encabeza la lista) y las artes plásticas, cada zona de Rosario tiene su particularidad. Como bien señaló Guillermo Martínez Nethint, coordinador cultural del distrito Sudoeste, lo que se pretende es “explotar lo que hay en cada barrio”. En el Sudoeste, por ejemplo, se dictan talleres de origami, ritmos latinos, caricaturas y hasta ciencia ficción. Éste último resultó el impulsor de las jornadas de “Rosario Fantástica”, llevadas adelante en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia. En total, 170 acontecimientos realizó el Sudoeste en 2011, todos “votados por el Presupuesto Participativo y relacionados a instituciones, ONG, clubes, vecinales que funcionan en los diferentes barrios del distrito”.
Del otro lado de la ciudad, precisamente en el Norte, aún se sorprenden de uno de los “booms” de los últimos años: el taller de comic, que está entre los más elegidos, y todas las semanas tiene que ir saltando de barrio en barrio para llegar a todos y todas. El Oeste, por su parte, empieza a caracterizarse por ser la zona del hip hop (funciona una escuela y ya han producido un video).

En la cárcel

Otros espacios surgen por fuera del circuito céntrico y más “reconocido”. Los más escondidos están tras las rejas, donde, según señaló la coordinadora y escritora Susana Valenti, “a pesar de la oscuridad, se hace cultura también”. En efecto, tanto Valenti como, el escritor Fabricio Simeoni, han transitado 2011 (y los años anteriores también) dejando unas cuantas horas en cárceles e institutos de rehabilitación. “Si tengo que hacer un balance del año que recién se fue creo que el acontecimiento, el modesto acontecimiento, es continuar cada año con el desafío de acercar la palabra poética a este espacio de excepción”, reflexionó Valenti.
Desde hace diez años su taller de literatura funciona en la Unidad Penitenciaria Nº 3 y en el Penal de Piñeiro. Su promedio de alumnos siempre rondó entre los 12 y 16: no es una población ni fácil ni constante la no la cárcel. Sin embargo, ella destaca el que considera el principal valor de su trabajo, y de cualquiera que esté allí: “Creo en la persistencia, ligada al compromiso y las convicciones”. Desde hace cinco años, poetas extranjeros y nacionales que llegan a Rosario por el Festival de Poesía son invitados a intercambiar con los internos del taller de Valenti. Según cuenta ella, los extranjeros han definido ese encuentro como una experiencia única, emocionante y hasta revolucionaria.
Por otro lado, Simeoni dicta un taller de escritura en el Instituto de Rehabilitación del Adolescente Rosario (Irar). Para él, el paso de un nuevo año como coordinador del taller de literatura lo ha llevado a generarse más interrogantes, aunque esta sensación, a su vez, “estuvo supeditada a la devolución afectiva, al lazo comunicacional y corpóreo, como así también a la combinación de muchos aspectos que son más vitales que académicos. La idea siempre es darle continuidad a la espera, vislumbrando un cambio alentador para nuestros chicos, los verdaderos protagonistas de esta historia”.

En el centro

Los más importantes circuitos de arte, encuentros y congresos de la ciudad se generan en salas de teatro, cine y centros culturales ubicados en el micro y macrocentro. La mayoría de los festivales y exposiciones se llevan adelante en esa zona de la ciudad, saliéndose unas pocas veces del itinerario; sin embargo, suelen ser los más concurridos. Según los datos oficiales, en total y sólo en los centros culturales céntricos, fueron casi 100 mil las personas que se acercaron a las actividades ofrecidas. “Hubo de todo en el año. Cuando miro para atrás, me agarro la cabeza y pregunto cómo lo logramos”, contó Federico Fernández Salafia, subdirector del Centro de Expresiones Contemporáneas (CEC).
El balance de Salafia define a 2011 como un año interesante y diverso, que no da más lugar a discutir si Rosario es cultural o no. “Queda más que claro que sí”, afirma. Desde su perspectiva, la nueva infraestructura del Parque de España ha colaborado a que sean cada vez más los que entran al CEC; ya que así como muchas muestras pueden parecer muy específicas, no son pocos los que están paseando y entran por pura curiosidad.
Otro espacio emblemático es el Centro Cultural Bernardino Rivadavia, que desde 2003 apuesta a introducir ciclos y actividades para todos. “En 2011 se revalorizó el Centro, se abrió y se espera intensificar ese trabajo durante este año: reconocerlo como ícono cultural, abrir programación, modernizarlo”, describió su director, Rafael Ielpi.
A lo largo del último año mantuvieron los ciclos permanentes y se introdujeron otros (por ejemplo, el de “Mujeres argentinas en épocas de la Independencia”); se innovó en las propuestas relacionadas con ciclos de cine, además de abrirse las puertas y posibilidades a artistas locales, de todos los niveles.

Comentarios