Extravagantes disfraces multicolores, bailarinas semidesnudas sobre enormes carros alegóricos, la pegadiza batería: las principales escuelas de samba invadían ayer el sambódromo de Río con un homenaje a Vinicius de Moraes y su “Garota de Ipanema” y paseos a Alemania y Corea del Sur en un fascinante viaje de luz, música, erotismo y fantasía.
El carnaval más famoso del mundo, que comenzó hace 15 días en centenares de fiestas callejeras, se celebra tras la tragedia que enlutó el país el 27 de enero, cuando un incendio en una discoteca del sur del país dejó 239 muertos y más de 100 heridos.
El accidente en Santa María encendió alarmas sobre la seguridad en lugares públicos en Brasil, sede del Mundial de fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de Río 2016, un tema que vuelve a estar a prueba durante todo el Carnaval y especialmente en los desfiles del sambódromo, que reúnen cada noche a 72.500 espectadores.
En este templo a cielo abierto diseñado por el arquitecto Oscar Niemeyer, las primeras seis escuelas del grupo especial, una especie de primera división del carnaval, bailarán y cantarán a lo largo de 720 metros, luchando por el título de “campeona”. Las restantes seis escuelas desfilan hoy a la noche.
La escuela Uniao da Ilha rinde homenaje a Vinicius de Moraes, uno de los autores de la popular canción “Garota de Ipanema”.
“Vinicius cumpliría 100 años en 2013 y es una de las figuras más importantes de la cultura brasileña”, dijo a la AFP Alex Sousa de Uniao da Ilha.
Imperatriz Leopoldinense se enfoca este año en el estado de Pará, en la Amazonia brasileña, mientras que la campeona del año pasado, Unidos da Tijuca, llevará al espectador a Alemania, e Inocentes de Belford Roxo hasta Corea del Sur.
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