Espectáculos

Estreno teatro

Repensar las instancias de la muerte en un tiempo donde su presencia ronda a cada paso

El colectivo local Rosario Imagina, que lleva adelante Rody Bertol, dará a conocer este jueves y viernes en el CEC “Aquella vez. Mañana será otro día”, con dramaturgia del propio Bertol, bajo la dirección de Viviana Trasierra, y con las actuaciones de Gustavo Maffei y Mariana Pevi


Pasaron treinta años desde que Rosario Imagina, en 1991, y de la mano de su mentor y maestro, Rody Bertol, puso en marcha una maquinaria de producción teatral que (enhorabuena) no se detiene y sigue más viva y productiva que nunca. En ese recorrido de multiplicidades poéticas y de intercambio de roles, este espacio abierto y fecundo de creación escénica local, pone en marcha por estos días una nueva trilogía, como la que inauguró hace unos años con El arbolito rojo, en un tiempo en el que Bertol llegó a la conclusión que ya era hora de desandar lo propio, lo vivido.

“Toda obra de teatro, en realidad, toda obra de arte, es una fábula sobre el tiempo por venir, y una larga confesión sobre el pasado. No hay nada mejor de lo que podamos hablar que de lo que hemos vivido. El teatro inventa su propio tiempo para relatar; emplaza al espectador en un futuro anterior, en un presente presentado, donde tiene lugar ese aún que muestra a esta vez equivalente a aquella vez. Ese aún que enlaza tres cosas distintas: actuar, mirar, ser en un mismo vínculo emocional. El teatro construye su tiempo en un mundo paralelo. La actuación es una presencia diferida, por su evanescencia está siempre a punto de huir en el ahora. En esa fuga radica su esencia, y en la imposibilidad del personaje teatral de ser real, radica su belleza”, reflexionó Bertol sobre el recorrido, el paso del tiempo y el tiempo del teatro que siempre es el aquí y ahora.

El nuevo ciclo de Rosario Imagina lleva como título el sugerentes Sobre ángeles, demonios y fantasmas y es allí donde este jueves y viernes (también los próximos) se conocerá en el CEC Aquella vez. Mañana será otro día, donde Bertol abre el juego una vez más y, con su aporte desde la dramaturgia, suma a Viviana Trasierra en la dirección, con las actuaciones de Gustavo Maffei y Mariana Pevi, al frente de un equipo que completan Ignacio Almeyda en plástica escénica y Estefanía Salvucci en asistencia coreográfica.

“Salir nuevamente a escena después de esa terrible pesadilla que ha sido la pandemia es como volver a sentirme vivo, deseante. Es volver al camino para seguir caminando. Volver a hacer funciones para nosotros, la gente de teatro, ha sido algo muy anhelado y es y será, por lo tanto, una enorme alegría. Por eso yo quiero invitar muy especialmente a ver Aquella vez…, que es una obra que conmueve. Es una obra que está hecha de amor, de duelo y con agradecimientos”, planteó Bertol. Y sumó: “Si bien se toca por momentos el tema de la muerte, es para hablar sobre la vida. Más allá de las referencias personales, mi madre murió de covid y mi padre murió por no poder concebir la vida sin mi madre; más allá del diagnóstico de una infección, moría de tristeza. Pero en la obra se tomó el tema desde un lugar y con una visión más indulgente con la vida que nos ha tocado y con los tiempos que nos han tocado. Ángeles, demonios y fantasmas es mi segunda trilogía que también nació casi como sin querer. Y me siento muy feliz que hayan asumido la dirección de esas tres obras tres mujeres que despegan con estas obras hacia un trayecto y hacia un recorrido, porque son muy talentosas, de la dirección teatral. De alguna manera, esta trilogía tiene que ver con las heridas de Hernández: las del amor, las de la vida, las de la muerte. Aquella vez… es una obra y es una experiencia”.

Hablar de la muerte

“La muerte prueba que la vida existe”, sostiene Litto Nebbia en la letra de una de sus canciones y la frase se acerca cómodamente a lo que plantea esta nueva experiencia teatral. “La propuesta deviene de la desoladora experiencia pandémica que ha movilizado al mundo recientemente. A su vez, visibiliza otras pestes, como son el femicidio, el suicidio y la discriminación por orientación sexual. La obra aborda la ausencia, el amor, el dolor ante la pérdida, la memoria y la fugacidad del tiempo. Es, ante todo, una reflexión sobre la vida, sobre sobrevivientes, que nos permite hablar de lo más genuino: lo que hemos vivido”, aporta el equipo creativo.

“Hay un tema que es muy central en esta obra y es la muerte, como también pasa con los clásicos. Es una obra gestada desde el dolor, desde la angustia; también desde el amor, la pérdida, la ausencia de seres tan queridos para Rody, en este caso, pero todo tiene un impacto inmediato y muy identificatorio en mí, porque desde muy niña me vi lidiando con la muerte de mis padres; primero mi madre y ya un poco más grande, de mi padre, y de otras muertes muy cercanas. Ahora puedo ver que Rody, en algún lugar, supo que yo podía hablar de la muerte y que podía acercarme y emparentarme con emociones muy profundas desde ese lugar”, expresó la actriz y directora Viviana Trasierra, quien reconoció, en el ejercicio de la dirección, la posibilidad de exorcizar, de algún modo, esos resabios de las muertes cercanas porque siente que este proceso le permite contar también sus propias historias y volverlas universales, que es una de las tantas posibilidades que ofrece el teatro.

“Cuando se habla de la muerte, también se está hablando de los muertos propios, y siento que es un tema del que hay que hablar. Este trabajo no sólo habla de la muerte como el cierre, el final de una enfermedad, sino que también habla del suicidio, de los femicidios, que son estas otras pestes con las cuales convivimos y que son tan duras y tan complejas de poner en escena, en el contexto de una obra de teatro”, expresó la directora.

Respecto del riesgo que implica apostar a la dirección con una temática semejante, Trasierra evaluó: “El lugar de la dirección me resulta sumamente atractivo y desafiante. Soy actriz y también es desafiante la actuación, pero la dirección es un lugar muy provocador al que puedo acceder porque somos un equipo muy generoso, que propone una trama, un sostén que aporta la fuerza y la confianza necesarias como para poder operar desde ese lugar cómodamente y en una relación de total respeto y afecto; es una gran oportunidad de navegar el teatro desde la dirección y transitar todas las posibilidades que ofrece el rol: jugar de mil maneras la historia que estamos contando y al mismo tiempo lo pienso desde la actriz, desde cómo lo actuaría yo; creo que para un actor o una actriz que se propone dirigir es imposible no pensarse desde el lugar que propone la escena. Es otra forma de producir el lenguaje, con el actor o la actriz que toma lo que le proponés y lo resignifica. Dirigir es un diálogo, una construcción y una negociación permanente, y al mismo tiempo, un dejarse sorprender porque es un proceso revelador y maravilloso”.

Recuperar la presencia 

“Haber sido convocada para la dirección de una obra tan sensible, tan propia de Rody –sumó la directora–, implica, primero, un compromiso artístico, pero también afectivo, ético y estético, porque es una tarea de mucha responsabilidad, pero hay una confianza en Rody que es, además de todo lo que es, un gran armador de equipos. Esa es una característica de su trabajo, una enorme generosidad, porque a lo largo de estos años ha propiciado estos cambios de roles permanentemente”.

“Yo soy una actriz de este colectivo que ahora tengo la oportunidad de dirigir, que si bien tengo experiencias anteriores en la dirección, sobre todo en Funes que es la ciudad donde vivo, es la primera vez que dirijo una obra en Rosario, en un circuito muy importante, con un público exigente, habiendo conformado un equipo hermoso en este momento post pandémico, tras mucho tiempo de ensayos virtuales; pasar esa instancia y haber vuelto a contar con los cuerpos en escena es trascendente para todos nosotros. El reencuentro en escena también fue un proceso a desandar: éramos cuerpos que habíamos perdido la capacidad de tocarse, la confianza de hablarse de cerca y mirarse de cerca, éramos cuerpos temerosos de la enfermedad y de la muerte, precisamente hablando de la muerte, lo que volvió a todo este recorrido en una gran paradoja que nos llevó, en algún momento, a quitarnos los barbijos, a poder experimentar el gesto pleno, la mirada, la voz y nuevamente el contacto”, evaluó finamente la directora.

Para agendar

Rosario Imagina presenta el estreno de Aquella vez. Mañana será otro día, por el momento, con cuatro únicas funciones en el Centro de Expresiones Contemporáneas (CEC, Paseo de las Artes y el río), que tendrán lugar este jueves y viernes y los próximos (28 y 29), a partir de las 21.  Para consultas o reservas de entradas está habilitado el WhatsApp 341-6852588.

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