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Triple crimen, el juicio

Quemado: policías y búnkers

Durante la sexta jornada del debate quedó en evidencia el vínculo entre el principal implicado en la matanza de Villa Moreno, Sergio Rodríguez, y los uniformados que están procesados en otro expediente. También sus nexos con la venta de drogas.


La sexta jornada del juicio oral por los crímenes de Jeremías “Jere” Trasante, Adrián “Patóm” Rodríguez y Claudio “Mono” Suárez se desarrolló sin demasiados sobresaltos. Tanto por la mañana como por la tarde se avanzó en el vínculo de la banda de los Quemados con los policías que están procesados por encubrimiento agravado en una causa separada que se sustancia en el sistema escrito. Sobresalió en el turno matutino un olvidadizo policía, entonces subjefe de Homicidios, en el marco de cuya declaración se escuchó una comunicación telefónica entre el principal implicado en el triple crimen, Sergio “Quemado” Rodríguez, y una mujer que deja al descubierto el entramado familiar y el manejo de una boca de expendio, al parecer de drogas. También ayer se incorporó por lectura el testimonio del Facundo Osuna, quien sería asesinado a mediados de 2012, donde se detalla un ataque que sufrió tres días antes a la matanza. Y declararon tres familiares de las víctimas.

El primer testigo de la audiencia vespertina fue Aníbal de la Torre, quien se desempeña como secretario del Juzgado de Instrucción 7ª y llevó adelante las investigaciones de las causas del triple crimen, la complicidad policial y el atentado contra Maximiliano “Quemadito” Rodríguez, ocurrido horas antes de los asesinatos de Villa Moreno.

De la Torre fue el encargado de entrevistar al Quemadito, quien en su declaración dijo no recordar ni haber visto a su agresor aquel 1º de enero de 2012. Sin embargo, sobre el contenido de su testimonio no se reveló más información, ya que en una instancia previa del juicio se determinó la no presentación oral de esa prueba.

La conexión policial

En relación con la causa por complicidad policial, la Fiscalía indagó en el accionar del policía Claudio Centurión, uno de los imputados en ese caso, y en su contacto con Sofía L., novia del Quemadito. Según el testigo, desde el Juzgado de Instrucción se investigó el hecho de que el uniformado tuviera el teléfono del Quemado. La madrugada del 1º de enero de 2012, personal policial encontró el auto del Quemadito en la zona sur, tras la balacera, y en él había un currículum de Sofía L. A partir de esto, según se ventiló en el juicio, el comisario inspector Eduardo Carrillo –también procesado en el caso– se contactó con Centurión y éste llamó al Quemado quien lo puso en contacto con Sofía L. Según lo que dijo el testigo, Centurión se comunicó con la novia del Quemadito con un teléfono Nextel y se encontraron en una estación de servicio.

Durante la audiencia la Fiscalía pidió que se leyera la conversación mantenida por este medio, pero ante la apelación de la defensa el tribunal tomó la decisión de no considerarla por formar parte de otra causa. Sin embargo, el testigo reconoció el número de teléfono.

De la Torre contó que se investigó la vinculación entre Centurión, Rodríguez y Sofía L. a partir de las escuchas telefónicas. Ellas demostraron que desde las primeras horas del 1º de enero había un conocimiento por parte de la Policía de que el Quemadito estaba internado en el Heca y que se trató de ocultar su paso por allí.

La intervención

Cuando fue el turno de la defensa, las preguntas se focalizaron en las escuchas y cómo había procedido el Juzgado de Instrucción en este sentido y en la legalidad de la prueba. Las intervenciones telefónicas surgieron a partir del teléfono de Antonella G., novia de uno de los cuatro acusados en este debate, Daniel “Teletubi” Delgado.

Según De la Torre en el teléfono secuestrado en Mendoza al 600, en un procedimiento objetado por la defensa, había 30 contactos y se pidió la intervención sobre una gran parte de ellos.

Asimismo, se escuchó la declaración de Walter Maragliano, jefe de Investigaciones de la Tropa de Operaciones Especiales, quien habló de las escuchas realizadas desde febrero de 2012. El oficial expresó que del contexto de las comunicaciones fueron surgiendo las identidades y que se hablaba de quioscos de venta de droga que regenteaban los imputados.

Otro de los testimonios fue el del representante legal de la firma Nextel, quien validó los informes sobre los teléfonos involucrados en la causa presentados por la empresa.

Por la mañana, declaró el dueño de un departamento de Mendoza al 600 utilizado por Teletubi mientras se encontraba prófugo. El hombre estuvo presente en los allanamientos que se realizaron en el 7ª y el 9ª piso, ambos alquilados a una misma persona. Del 9ª se secuestro una escopeta y drogas.

Más tarde fue el turno del entonces subjefe de la brigada de Homicidios, cuya frase de cabecera fue “no recuerdo”. El uniformado afirmó que no intervino en escuchas realizadas por la sección de la que era jerárquico y dijo no recordar hipótesis previas a la declaración testimonial que le tomó a Mauricio “Maurico” Palavecino, otro de los imputados. Refirió que trajeron al joven, quien espontáneamente fue brindando datos, aunque afirmó no recordar quién lo trasladó. El declarante concluyó que no es común que le tomen testimonial a alguien que había sido demorado y sostuvo que desconocía que uno de los teléfonos intervenidos previo al testimonio era de Palavecino.

La conversación

Durante el testimonio del subjefe de Homicidios se oyó en el recinto una comunicación telefónica atribuida al Quemado y una mujer de su familia. El audio es de una comunicación efectuada el 13 de enero de 2012, fecha en la que su hijo, Maximiliano, estaba detenido. Se focalizó en un mensaje que la interlocutora le mandó por error al Quemado y que iba destinado a otra familiar al que nombraron como “la Tilinga”, efectuando recriminaciones en torno de la falta de atención a su hijo y al intento de quedarse con “un quiosco”.

En la charla la mujer le dijo al hombre que habló “con los pibes” y que le dijeron que la dejara –a la Tilinga– porque no iba a tener la misma “habilitación” que ellos y que habían hablado “con uno de Drogas”. Agrega que se comunicó con “el Pez” (al parecer el cuarto imputado en el juicio, Brian “Pescadito” Sprío) y le dijo que la dejara, que cuando se enteraran los otros la iban a sacar y que ese quiosco se iba a cerrar. Luego la atención se centró sobre la causa. Allí el hombre le refirió que no molestara al abogado que ese tema lo manejaba otro pibe y “el patrón de Maxi”. La mujer agregó que el Pez y Tele estaban con pedido de captura y que el Jeta (Gerardo M., menor al momento del triple crimen y cuya responsabilidad se tramita en el fuero correspondiente) andaba “como si nada”. Del otro lado, el hombre le sugirió que peleara, que lo tratara bien para que lo ayudara “con los bagayos” –en referencia a los elementos que la familia les lleva a los detenidos– porque si no iba a tener problemas.

El ataque inicial

Por la mañana, se dio lectura a la declaración que brindó Facundo Osuna, quien fue baleado el 29 de diciembre de 2011 a una cuadra de la cancha de fútbol donde ocurrió el triple crimen: la víctima caminaba por Dorrego hacia su domicilio cuando fue atacada. Dijo que cuatro personas llegaron en una camioneta de las que se bajaron armados el Quemadito y Jeta. El joven corrió y escuchó disparos. La victima logró llegar a mitad del pasillo de ingreso a su casa y cayó. Desde allí observó cómo el Quemadito le disparaba desde la vereda.

“Fueron el Quemado y sus soldaditos”, fue la frase que escuchó una hermana del Patóm

Por la tarde declararon dos hermanas de Adrián “Patóm” Rodríguez. Una de ellas, Alicia Quiroz, contó que la madrugada del triple crimen estaba en su casa, ubicada en un pasillo por Moreno al 3900, y cerca de las 3.30 su hermano pasó a saludarla por el comienzo de un nuevo año. El joven había festejado con su novia. Más tarde, la mujer escuchó los tiros pero en un primer momento pensó que eran cuetes. Minutos después, salió de su casa y vio a Ezequiel Villalba (alias Negro, presunto blanco del ataque) en un pasillo ancho contiguo al de su domicilio, quien le dijo que le habían pegado un tiro al Mono (una de las tres víctimas, Claudio Suárez). El Negro, que según la testigo estaba con “Danonino y Federico”, le dijo algo más: “Lo único que sé es que fue el Jeta y la banda del Quemado”. Alicia fue a la canchita con su madre y se enteró que su hermano estaba herido también. A toda velocidad fueron al hospital y allí se fueron enterando que los tres muchachos habían fallecido.

En tanto, Verónica Rodríguez contó que esa madrugada estaba durmiendo cuando, alrededor de las 5.30, su cuñada le golpeó la puerta y le dijo que le habían disparado a su hermano. La muchacha se dirigió en moto con su marido al Heca, pero en el camino se les pinchó una rueda y regresaron. Según la testigo, en la canchita de Moreno había mucha gente. Ella se acercó y un chico del barrio le dio un puñado de cápsulas amarillas y le dijo: “Fueron el Quemado y los soldaditos”. Verónica no sabía de quién le estaba hablando y entregó los casquillos a la Policía. Luego fue al hospital en el auto de una amiga y se enteró del fallecimiento de su hermano.

Por la mañana había declarado Elizabet, hermana de Claudio Suárez, quien contó su vivencia respecto al hecho y dijo que gente del barrio le refirió que la responsable del triple crimen “fue la banda del Quemado”.

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