Ciudad

Abierto, pero excluyente

“Puerto Norte genera un gueto con barreras simbólicas”

Claudia Rosenstein, investigadora de la Facultad de Arquitectura, analizó el impacto de las torres Forum y Ciudad Ribera.


“Puerto Norte genera un gueto con barreras simbólicas que limitan el acceso a toda la población”, dice Claudia Rosenstein, docente de la facultad de Arquitectura y magister en hábitat y vivienda. Junto con un grupo de académicos, Rosenstein realizó una investigación en la que analiza el impacto de las construcciones Forum y Ciudad Ribera, su integración al barrio y el uso del espacio por parte de los vecinos. El estudio partió de comparar el proyecto local con el análogo Puerto Madero de Buenos Aires. Entre las conclusiones provisorias, el trabajo determinó que en ambos predomina una visión económica empresarial. Las personas que frecuentan el predio lo hacen mayormente por sus bares y restaurantes, pero no lo consideran como un lugar recreativo y de esparcimiento. Tampoco favorece la inclusión con los viejos vecinos del barrio, quienes –según concluyó investigado ra– se irán progresivamente de esas tierras.

“Partimos del supuesto que el proyecto se diferenciaba de Puerto Madero, el cual se gestó como un negociado que buscó promover el mercado inmobiliario, pero encontramos muchas similitudes. Puerto Norte no aporta a la ciudad en su conjunto”, explicó Rosenstein, acerca de la investigación que realizó durante tres años, acompañada por Eduardo Shajshir, codirector y titular de la cátedra de Proyecto Arquitectónico, junto con los arquitectos Gustavo Molteni, Diego Formica, Sebastián Ruani y José Luis Ruani.

Sin espacio público

Luego de una serie de entrevistas a personas de diversos barrios, edades y clases sociales, Rosenstein concluyó que el proyecto de Puerto Norte no logró una apropiación por parte de los ciudadanos como espacio público.

Las personas que concurren, en su mayoría de clase media alta, sólo frecuentan la zona por los bares y restaurantes, pero muy pocas lo ven como un lugar de esparcimiento.

“El proyecto arquitectónico es limitativo, con profusión de espacio seco y donde no se puede hacer ningún tipo de actividad. Los trabajadores no conocían el lugar, creían que no era de acceso público”, señaló la docente, y advirtió que “la mayoría de las personas elige la zona del parque central (parque España y de las colectividades) de la ciudad  porque no está prediseñado, se pueden apropiar del espacio y desplegar actividades”.

“La ciudadanía se logra a partir de la participación y el encuentro con el otro y lo diverso. En la costa central la gente tiene la opción de sentarse en un bar o hacer un picnic si no tiene capacidad de consumo. En Puerto Norte no existe esa diversidad de opciones”, señaló Rosenstein.

La investigadora destacó que el proyecto de Forum y Ciudad Ribera marcó una ruptura en las políticas de espacio público que se venían dando en Rosario, y señaló como punto de quiebre el paso de la intendencia de Binner a Lifschitz.

“Todo lo que se hizo en forma democrática e inclusiva, como la costa central, cambió en 2004 hacia un alineamiento con los capitales privados”, aseguró la profesional, y advirtió que el municipio puede lograr ciudades más equitativas a través de la redistribución de la renta de los privados.

“En Puerto Norte se hizo a través del convenio urbanístico. Los privados hicieron el negocio y devolvieron hectáreas en espacio público e infraestructura vial. La crítica es que son sólo vías de circulación rápida de auto y no hay espacio de paseo”, agregó.

Concentra y divide

La investigación concluyó que los proyectos de Forum y Ciudad Ribera generan un gueto y no favorecen construir ciudades inclusivas.

Lejos de favorecer la integración, la cercanía de las torres con el barrio Refinería promueve la exclusión de los vecinos originales del barrio, quienes serán progresivamente expulsados, según advirtió Rosenstein.

“El propio mecanismo del mercado y crecimiento de la ciudad hará que esos terrenos se valoricen. Las inmobiliarias van a querer comprar las viviendas y va a cambiar la fisonomía del lugar, con la consecuente expulsión de los habitantes originales de la zona”, adelantó la investigadora, y señaló que los más grandes rechazan el cambio, mientras los jóvenes ven la posibilidad de un gran negocio.

“No va a ayudar a la integración, sino que va a reconvertir el barrio”, manifestó Rosenstein, quien aclaró que las conclusiones son provisorias y que pueden modificarse cuando se terminen las obras en la zona del parque arenero.

BREVE HISTORIA DE LA ZONA

La urbanización de Puerto Norte se inició tras la reforma del Estado en los años 90 que desreguló y privatizó sectores de la infraestructura pública. En Rosario se desmanteló la red ferroviaria y se trasladó el puerto de la zona norte al sur. Así se liberó tierra adquirida en parte por privados, quienes debieron donar un 45 por ciento del predio para construir en Puerto Norte la llamada avenida de la Costa y el borde costero, asumiendo ese desembolso como plusvalía. En 2004 se organizó el área en siete Unidades de Gestión, dos de las cuales siguen siendo estatales.

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