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Opinión

¿Proscripciones en el peronismo?

El Justicialismo santafesino no pasa por su mejor momento y, en opinión de quien esto escribe, algunas actitudes, que parecieran estar algo lejanas de los postulados de Perón y Eva Perón, agravan el cuadro.


El Justicialismo santafesino no pasa por su mejor momento y, en opinión de quien esto escribe, algunas actitudes, que parecieran estar algo lejanas de los postulados de Perón y Eva Perón, agravan el cuadro. Todas las encuestas para el territorio provincial, incluso con “la gran carta” si es que se decidiera a ser candidata a gobernadora, esto es María Eugenia Bielsa, indican que el justicialismo obtendría un tercer puesto. Esto es aceptado, incluso, por algunos dirigentes y militantes peronistas y corroborado por un importante número de personas con las que uno habla. No se sabe bien, o no es posible dilucidarlo, si la causa de esta caída es la “emigración” de algunos peronistas hacia las huestes del macrismo y del massismo, o si esta “escapada” peronista, que puede justificarse en diferencias con el gobierno central, es un efecto.

Hace unos días, en un rapto de honestidad, un dirigente peronista de nuestra provincia fue contundente: “debemos ser sinceros, con María Eugenia arrimamos un poco más, pero seguimos terceros”. Es decir, y para traducir: con Bielsa se podrían mejorar las posibilidades para que algunos candidatos a diputados provinciales, senadores y concejales o presidentes comunales, pudieran concretar sus aspiraciones de ser electos

¿Será sólo por esto que algunos insisten con Bielsa gobernadora, o acaso les interesará realmente un mejor posicionamiento de su partido?

Lo cierto es que algunas fuentes (varias) también hace unos días atrás señalaron que viajó a Rosario el titular de la Cámara de Diputados de la Nación, el kirchnerista Julián Domínguez, con quien María Eugenia Bielsa tiene una estrecha relación. Lo hizo especialmente para reunirse con Bielsa y proponerle que fuera candidata a gobernadora. La reunión, dicen las fuentes, duró varias horas y “la señora Bielsa puso tantas condiciones, que dejó la impresión de que prefiere no participar”.

¿Cuáles fueron esas condiciones? Según ciertos dirigentes, que ella se haría cargo de comandar la campaña, que debía tener un frondoso poder en el armado de las listas y algo que, de ser cierto o aplicarse, se convertiría en un baldón oscuro, lamentable, para el peronismo o cualquier partido político: que algunos dirigentes y militantes del peronismo deberían ser excluidos de las listas y de la participación.

La noticia cayó como un balde de agua fría en un primer momento, y de inmediato algunos comenzaron a recordar la tan mentada acción de Bielsa cuando era vicegobernadora: “bajó los cuadros de Perón y Eva Perón ¿por qué no habría de bajar a los cuadros militantes?”, bramaron algunos, quienes no dejaron de recordar que “la señora no es afiliada al peronismo”.

Lo insólito de este pedido hecho al corazón del kirchnerismo es que entre los discriminados figuran, nada más y nada menos, militantes kirchneristas de cuya lealtad a Néstor y a Cristina, a través de los años y en los peores momentos de crisis política, no dudan ni los que están en las antípodas de tal pensamiento político.

Otra de las cuestiones, al parecer, que plantea María Eugenia es el nombre con el que se competiría en las elecciones. No vería ella, según dicen, con buenos ojos que el nombre del espacio fuese “Frente para la Victoria”. Tanto es así que durante el reciente congreso peronista realizado en Santa Fe alguien de la rama femenina, la esposa de un presidente comunal concretamente, propuso que para dirimir el nombre con el que se presentaría el peronismo se la consultara a Bielsa. La moción no prosperó, como se sabe, y se encomendó al presidente del partido y su consejo directivo que zanje la cuestión.

Un congreso, por lo demás, que fue más un protocolo que otra cosa, en donde sobrevoló el fantasma de la discriminación política y en el que la medida más importante adoptada fue la aplicación del sistema D’Hondt en la elección de diputados nacionales.

Así las cosas, ahora el justicialismo tiene hasta el 13 de febrero para dirimir quién será el candidato. Todo depende de si se aceptan las condiciones de una María Eugenia que cuenta con el respaldo de una parte del kirchnerismo con de que ella mantiene buenas y estrechas relaciones. Entre esa parte figura la agrupación juvenil La Cámpora.

Recuérdese que ya el año pasado el diputado Marcos Cleri había sostenido que Bielsa “tiene la firmeza, convicciones y los valores, porque conoce la provincia, porque ya fue vicegobernadora y tiene una mirada en mediano y a corto plazo. Es una gran mujer que trabaja todos los días y lo demuestra desde el lugar donde esté ejerciendo, como cuando fue concejal o cuando fue diputada y hoy como arquitecta”.

Pero la participación de Bielsa, si no se arreglan ciertas cuestiones y tal como están las cosas, implicará el riesgo de nuevas fracturas; no ya dentro del peronismo sino en el seno del Frente para la Victoria santafesino, pues hasta este mismo momento hay dirigentes que están firmemente decididos a no abdicar. Cuanto más, si han trabajado sin desmayo (hay que reconocerlo) en favor del espacio político inaugurado por el ex presidente Néstor Kirchner. De otro modo, comienzan a tomar forma los nombres de Alejandro Ramos, actual secretario de Transporte de la Nación, y de Omar Perotti, actual diputado nacional como candidatos por el justicialismo para aspirar a la Gobernación santafesina.

Mientras tanto, ha comenzado a escucharse el suave ronroneo de una campaña lanzada en algunas mesas de café que podría “viralizarse” en el peronismo: “si tenés dudas votá en blanco (como en su momento lo determinó el líder desde Madrid), pero no saltés el cerco. Puede ser catastrófico”.

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