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Vida y plenitud

¿Por qué somos envidiosos?

La fábula de la serpiente y la luciérnaga sirve al autor para indagar sobre los celos hacia el otro. También indaga sobre cómo respondemos o reaccionamos según las circunstancias; la capacidad de elegir sobre lo que somos


Cuenta la leyenda que una vez una serpiente empezó a perseguir a una luciérnaga; ésta huía rápido de la feroz depredadora, pero la serpiente no pensaba desistir.

Huyó un día y ella no desistía, dos días y nada.

Al tercer día, la luciérnaga paró y fingiéndose exhausta dijo a la serpiente:

— Espera, me rindo, pero antes de atraparme permíteme hacerte unas preguntas.

— No acostumbro dar este precedente a nadie pero como te pienso devorar puedes preguntarme.

— ¿Pertenezco a tu cadena alimenticia?

— No.

— ¿Te hice algún mal?

— No.

— Entonces, ¿Por qué quieres acabar conmigo?

— Porque no soporto verte brillar.

La luciérnaga se atrevió a recabar esa información porque quería entender la situación que a todas luces le parecía sin sentido.

Una vez enterada del adormecimiento y la envidia de la serpiente, se limitó a sonreír y volar más alto y rápido aún, con lo que la serpiente se quedó con ganas de ese bocado tan luminoso que demostró estar fuera de su alcance.

En un guiño final de su luz, el bichito alado le gritó a la serpiente, muy encima de ella:

—Es hora de que aprendas a brillar tú misma de un modo tan hermoso que aun nosotras las luciérnagas observemos con admiración tu gran resplandor.

Moraleja: hay muchas personas que no soportan ver brillar a otras, envidian su vida, sus logros, su familia y ¡hasta su sonrisa!

Si alguna persona así nos tocase en la vida, nunca dejemos de brillar, nunca dejemos de seguir siendo nosotros mismos, de seguir haciendo y dando lo mejor de nosotros, hasta que esas personas comprendan que no pueden hacernos nada malo y que nuestra luz siempre seguirá intacta, y a lo mejor entonces ellas comienzan a tratar de brillar por sí mismas también.

¿Respondes o reaccionas?

De acuerdo con lo que hagas, es la vida que llevas: mundana y triste, o bella y perfecta. Estar en el momento, es el único instante cuando podés decidir todo. Es el único instante en el que estás en todo. Sos todo. El resto es imaginación.

Es decir, hay infinitas probabilidades cuánticas de lo que podría sucederte en este instante, y de esas millones y millones de posibilidades estás tomando una, y haciéndola real, sólo una de entre millones.

Eso ciertamente parece calificarse como libre albedrío; pero todo depende de la conciencia con que estés actuando: si simplemente reaccionas a la situación sin la conciencia del todo el libre albedrío parece quedar determinado a la elección de una de las opciones de un amplio guión que ya está escrito.

Estás eligiendo, y parece ser que con libertad, una opción, sobre algo que ya está allí, esperando que decidas cuál es tu elección.

Es como un examen de opciones, lo que se llama el “multiple choice”, sólo que en la vida diaria no hay dos o tres variantes, sino muchísimas más, según la capacidad de la imaginación que poseas.

Si lo has imaginado, lo podés realizar. El panorama es amplio; pero así y todo no escapa a todo lo que en los archivos universales ya está allí girando, a la espera de ser adoptado por alguien en el momento pertinente.

En cambio si la elección tiene que ver con saber quién sos, la conciencia divina, la creadora de todas las opciones, la fuente de la sabiduría, el origen del conocimiento y la experiencia, el Ser; sólo eso puede ser considerado como el único, el magnifico divino libre albedrío que poseemos.

Decidirnos a despertar, a reconocernos como lo que somos, y desde ese lugar actuar. En ese instante y para siempre uno deja de reaccionar frente a lo que el mundo nos ofrece, creyendo que elige.

En realidad seguimos siendo elegidos por las circunstancias como sus personajes de interacción favorita.

Al despertar, al recordar, al saber, al regresar a la fuente, estamos teniendo el libre albedrío final, la capacidad de elegir ser lo que somos a conciencia o seguir adormecidos en el juego. Sólo eso.

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