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Panorama Político

Política de verano a la parrilla

Un asado en la capital provincial presidido por el gobernador Miguel Lifschitz el lunes a la noche resultó oportuno para calmar ánimos adentro del Frente Progresista antes de la llegada hoy a territorio provincial del presidente de la Nación Mauricio Macri.


Un asado en la capital provincial presidido por el gobernador Miguel Lifschitz el lunes a la noche resultó oportuno para calmar ánimos adentro del Frente Progresista antes de la llegada hoy a territorio provincial del presidente de la Nación Mauricio Macri.

El doble estándar de la Unión Cívica Radical, en particular de algunos sectores más que de otros, que juega con un pie en el gobierno nacional de Cambiemos y otro en el del Frente Progresista, ocasiona cortocircuitos desde el mismo momento en que Lifschitz asumió en la provincia y Macri en la Casa Rosada.

En un intento por adelantarse a los acontecimientos y reducir daños, el gobernador convocó a todos los partidos del Frente para una conversación cara a cara. Hubo pasajes donde el diálogo fue tirante, pero “quedó muy satisfecho”, según le dijo a quienes hablaron con él del tema.

Se habló de la gestión y de otros temas, pero fundamentalmente hubo intercambio de opiniones sobre cómo manejar la relación política-institucional entre provincia y Nación; el posicionamiento de cada uno de los sectores del Frente ante el gobierno de Macri; el rol de José Corral en su triple juego de intendente de Santa Fe, precandidato a gobernador en 2019 y presidente de la UCR nacional; y el futuro del Frente Progresista.

Bien digerido

Corral, unas de las voces más esperadas, afirmó que la proximidad al gobierno nacional estaba dada principalmente por su condición de presidente de la UCR nacional y que en ese contexto se reúne todos los martes con Macri. Propuso aprovechar esa cercanía para bajar obras y recursos a la provincia y aprovechar el vínculo. Todos los que estaban ahí saben que es una verdad a medias, pero en el fondo es una explicación que le es funcional a todos y para transitar el mientras tanto.

Por el socialismo, fue Eduardo Di Pollina el vocero de la posición política con respecto al gobierno de Macri. Sin ambigüedades ratificó lo ya dicho por distintos dirigentes en el sentido de que el socialismo no integrará Cambiemos, expresó críticas y reiteró que el Frente Progresista es una construcción con una identidad diferente. También estuvieron Gabriela Sosa por Libres del Sur, Gabriel Real por el PDP, Alicia Gutiérrez y Gustavo Gamboa por el partido SI, Fabián Peralta por el GEN y Verónica Benas por Pares

Corral y su antecesor Mario Barletta, también comensal en la ocasión, son los más pegados a Cambiemos. El resto del partido tiene distintas visiones. Está el MAR, que hoy por hoy es aliado de Corral y Barletta, y pide equilibrio, bajar las tensiones internas y que el socialismo baje los decibeles opositores hacia Macri. El tercer sector es NEO, al que pertenecen el vicegobernador Carlos Fascendini y el ministro de Seguridad Maximiliano Pullaro. Fascendini llamó a cuidar el Frente y no romperlo.

El plan de Macri

En cualquier caso se aclara que todos pertenecen al radicalismo y, distancia más distancia menos, ninguno de esos sectores rompe de antemano con Cambiemos, siendo que todos pertenecen a un partido que a nivel nacional protagoniza la alianza de gobierno.

Otro tanto ocurre con la Coalición Cívica-ARI. En la cena Pablo Javkin explicitó la fractura con la conducción de su partido a nivel nacional.

Es que el futuro de Corral como precandidato a gobernador de Cambiemos y no del Frente Progresista mucho dependerá de cómo le vaya a Macri. Si le va bien, quizás el año próximo haya que hablar de una ruptura en la UCR santafesina, porque entonces sí Barletta y Corral habrán comprobado que hay agua en la pileta y que se pueden tirar de cabeza sin riesgo. Al mismo tiempo el gobierno nacional les pedirá una prueba de amor sin especulaciones: pretenderá concretar su plan de llevarse parte del radicalismo. 2017 será año de elecciones legislativas y la Casa Rosada está muy necesitada de armar listas propias competitivas en cada provincia para acrecentar el stock de diputados propios.

Por lo pronto, radicales de todos los sectores peregrinarán hoy a San Lorenzo. Algunos bajo el paraguas del gobierno provincial, otros para decir presente ante la comitiva presidencial. Formalmente el organizador del acto que conmemora el combate de San Lorenzo es el gobierno de Santa Fe, por lo tanto también habrá fuerte despliegue de funcionarios y legisladores del Partido Socialista, encabezados por el gobernador y el presidente de la Cámara de Diputados, Antonio Bonfatti.

Asados posibles e imposibles

Estos asados son una herramienta de encuentro entre los miembros de una alianza que es diversa y alberga a socios de distinto tamaño e intereses. Es a la vez un ámbito igualador dentro del peso desparejo entre unos y otros.

Entre quienes asistieron a esta y cenas anteriores que convocaba Antonio Bonfatti, están los que se aburren porque dicen que no se abordan cuestiones políticas de fondo (no todo se puede discutir con todos y entre todos); los desconfiados que para evitar sorpresas esquivan invitaciones donde no haya temario definido de antemano; y otros que sienten que por más que haya buenas intenciones no corresponde poner en el mismo nivel de debate a los que tienen un 10 de copa y los que ostentan un 7 bueno. El asado y la política siempre fueron de la mano, pero según los tiempos, las distancias y las alianzas, la composición de los comensales cambia y hay que poner más o menos sillas.

En el peronismo santafesino, por ejemplo, es impensable una mesa como la que el Frente armó a instancias del gobernador. No es que el oficialismo sea un lecho de rosas, que cada vez lo es menos, sino que el principal partido de la oposición trae de arrastre una crisis de identidad y conducción. La próxima renovación de autoridades partidarias, que acaba de definirse que tenga como fecha límite el 8 de mayo en consonancia con lo dispuesto a nivel nacional, ofrece una oportunidad de barajar y dar de nuevo.

Objetivamente hay un escenario nuevo. El kirchnerismo, factor que dividía aguas en el PJ santafesino, está fuera del poder. Los kirchneristas que hacían diferencia con su cercanía a la Casa Rosada ya no tienen esa ventaja. A nivel nacional todo está en discusión, con lo cual la influencia sobre lo local existe, pero no ordena de forma vertical como en otros tiempos. Y un dato trascendente: por primera vez desde que perdió el gobierno provincial, el peronismo tiene un candidato a gobernador instalado. Omar Perotti no será el único en 2019, pero ya demostró que es competitivo.

Urnas o consenso

Buena parte no descarta ir a las urnas pero la mayoría estaría más cómoda con una lista de consenso. Ir a elecciones internas deja heridos y sobre todo cuesta dinero. Además, nadie espera aportes del partido, que ni siquiera puede pagar los sueldos de sus empleados.

Entre la intención de la lista de consenso y la realidad hay una distancia. Cualquier acuerdo debe contener a grandes y chicos. Tallarán fuerte los senadores provinciales, hoy principal núcleo de poder. Omar Perotti, cuya construcción descansa más en su persona y su proyección electoral, no tiene intención alguna de conducir el partido, pero querrá tener espacios importantes si va a ser protagonista en la batalla por el gobierno provincial. Gravitará también el Foro de Intendentes Justicialistas, unos 20 jefes comunales que hasta diciembre pasado peregrinaban seguido a la Casa Rosada de la mano de Alejandro Ramos y Julio De Vido, y que ahora juntan masa crítica para hacerse oír en la Casa Gris, en la Legislatura y dentro del partido. A su vez hay que ver cómo se posicionan sectores kirchneristas como La Cámpora, el Movimiento Evita. Figuras que reclamarán lugares, como Agustín Rossi, el propio Ramos, Luis Rubeo, o gremios como UPCN, Smata, Obras Sanitarias y recolectores.

Sea por urnas o por consenso, la futura conducción tiene desafíos importantes: ser la voz del peronismo ante el gobierno provincial; lograr en la Legislatura lo que desde 2008 nadie pudo a la hora de fijar una estrategia conjunta para diputados y senadores del partido; y transitar hasta 2019 de la forma más prolija posible para poder depositar a Perotti en la Casa Gris. El peronismo entiende que si hace las cosas medianamente bien, el resto depende de otros: confía que los sordos ruidos que oír se dejan tras los muros del convento del Frente Progresista le ayuden a volver al poder.

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