Ciudad

La historia vive en La Sexta

Plaza López: Alfonsina, el primer Día del Trabajador, la primera anarquista, guerras, toros y globos

Punto de reunión de las tropas durante la Campaña del Desierto, refugio de heridos en la Guerra del Paraguay, mercado de frutos, lanzamiento trágico de un globo aerostático, Virginia Bolten, la poeta y más. Allí donde conviven numerosas especies de árboles, en Pellegrini entre Laprida y Buenos Aires


La Plaza López es una de las más antiguas de la ciudad. Está desde 1856 en avenida Pellegrini entre Laprida y Buenos Aires, en barrio La República de la Sexta. Un pulmón verde que guarda entre sus palos borrachos, pinos azules, rosales, magnolias, madreselvas, gomeros y jacarandaes parte de la historia de Rosario. Fue punto de reunión de las tropas cuando comenzaban a preparar la trágica Campaña del Desierto, testigo de un mercado de frutos, del lanzamiento de un globo aerostático a finales del siglo XIX que terminó de la peor manera cuando las piernas del hijo de un funcionario quedaron enredadas en uno de los cabos. Fue local de reunión de la primera anarquista de la ciudad, Virginia Bolten, el paso del ferrocarril oeste santafesino, en la zona que eligió para vivir la poeta Alfonsina Storni. Sobre el pasto, insiste en mantenerse una de las calesitas más antiguas de la ciudad, allí donde funcionó una plaza de toros. Con eso bastaría, pero además es una suerte de jardín botánico por la gran cantidad de especies vegetales que hunden raíces en esa casi manzana.

 

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El artista plástico Arnoldo Gualino creó en 1996 un blog en el que comenzó a volcar diferentes referencias históricas de la ciudad. El Ciudadano le preguntó por la Plaza López.

FB Amigos de la Plaza López- Rosario

 

El artista rosarino recuerda que el nombre de la plaza hace referencia al militar, político y tres veces gobernador de Santa Fe Juan Pablo López, hermano menor del caudillo Estanislao López. No fue así de entrada: antes, fue la “Plaza de las Carretas”, o el “Paseo Arteaga”.

“Lo que hoy conocemos como la Plaza López fue un espacio para albergar a los heridos  durante la Guerra del Paraguay entre 1865 a 1870”, relató Gualino. “Un emigrante italiano, Luis Casinelli, servidor del general Lavalle, propuso junto a un grupo de comerciantes la creación de una plaza para mercado de frutos en los suburbios de Rosario. Después terminó llamándose López por el hermano de Estanislao, que la materializó. Es que durante sus mandatos al frente de la provincia, Rosario se transformó radicalmente. Se construyó el primer muelle portuario, el Mercado del Sud, el primer banco privado, se armó un frente para contener los malones y se levantaron, entre otros edificios, el de la Bolsa de Comercio y el teatro La Esperanza, luego llamado Teatro del Litoral y por último La Ópera.

El 4 de septiembre de 1858, el gobernador Juan Pablo López elevó a la Asamblea Legislativa un proyecto, que fue sancionado, por el que se le concedió a Casinelli y Cía establecer un Mercado de Frutos de la provincia en los suburbios de la ciudad.  El mercado no prosperó. Rosario fue el puerto de embarque de soldados en las varias guerras que atravesó el país. La Plaza López se transformó en corral de caballos y mulas, y punto de partida de las tropas. En la triste Guerra de la Triple Alianza contra Paraguay murieron un centenar de rosarinos. El 22 de septiembre de 1866, en la batalla de Curupaytí, perdió la vida a los 17 años Cleto Mariano Grandoli, el famoso Abanderado, que se había ofrecido como voluntario y peleaba en el Batallón primero de Santa Fe”. Arnoldo recordó que en esa época Rosario contaba con 23 mil habitantes.

 

Campaña del Desierto

De 1878 a 1879 la plaza fue utilizada para concentrar pertrechos para una parte del ejército que se destinaría a la “Campaña al Desierto”, dirigida por el General Julio Argentino Roca, el militar y político, también presidente. “La historia develará posteriormente una infame persecución y exterminio, la despoblación del aborigen en la zona sur de la Argentina”, resume el historiador.

De carruajes a vías eléctricas

Luís Laflor, un italiano empresario de transportes,  poseía una flota de carruajes en la plaza para llevar pasajeros a diferentes sitios de la ciudad. Mismo sitio fue el sitio inaugural el 3 de Noviembre de 1872 desde donde partirían los primeros “tramway” tirados a caballo, construidos por el ingeniero Carlos Campbell, a instancias de Alfredo Arteaga; el ramal se extendía hacia el colegio Nacional 1.

“Fue el paso del Ferrocarril Oeste Santafesino, venía desde el Parque Urquiza, llegaba de Pellegrini hasta Ovidio Lagos, pasaba por el cementerio y agarraba avenida Godoy para finalizar en La Candelaria, hoy llamada Casilda”, explicó. “Esa vía se levantó en 1902/1903 con los primeros tranvías que eran a caballo en 1907 se puso la línea eléctrica”, subrayó.

El arte no es tortura

Las plazas  y corridas de toros han sido sitio discutido en todo el mundo. En Rosario había dos, una que funcionaba  en la Plaza López y otra en la esquina de Dorrego y Córdoba.

En un terreno frente a la misma Plaza López existía un terreno circular utilizado como plaza de toros, había sido inaugurada el 2 de Febrero de 1872, y clausurada por la Municipalidad en 1874 por considerarlo un espacio inseguro para el público y toreros. La gestión  de su cierre definitivo estuvo en manos de la Sociedad Protectora de Animales y la opinión de Domingo Faustino Sarmiento tres años después.

Del lanzamiento de un globo aerostático a un fatal accidente

El 22 de febrero de 1874, desde el espacio de la plaza, el mejicano Teófilo Ceballos se presentaba como el “Gran circo Ecuestre”, con juegos de salón, canto y bailes etíopes y otros entretenimientos, cuya atracción principal era el Gran Viaje a la Nubes, en el Globo Monstruo “Unión”.

Un 10 de marzo 1874 medios locales dieron cuenta en sus noticias sobre un fatal accidente: al ascender el globo enganchó a un joven de 15 años, Nicasio Rosas, nieto de ex – gobernador Pascual Rosas para caer de 600 metros y no sobrevivir.

En el blog historiaycuriosidadesdelilusionismo.com está la historia completa. Comienza explicando que en Argentina, los primeros ascensos – aunque no tripulados -, se producen en 1809, en ocasión de días festivos, o anunciando algunos espectáculos en teatros. Fue tal la atracción de los globos (como hecho científico en un primer momento), que aquel tipo de exhibición, fue abordado por artistas del espectáculo, especialmente por acróbatas. El viento a su antojo, era quien dirigía el rumbo de aquellos equipos. Ese motivo, sumado al hecho que el aire se iba enfriando, hacía que el globo comenzara a descender. No era sencilla la ceremonia del inflado y la retenida del globo, hasta su despegue.

Teófilo Ceballos apareció por primera vez en Rosario en abril de 1873 cuando el Gran Circo Europeo Courtney and Sanford. Anuncios periodísticos informaban que el pueblo del Rosario, podría presenciar por primera vez un espectáculo de ascensión de un globo tripulado.

La proeza se llevaría a cabo en la Plaza de toros por nuestro hombre: el aeronauta Teófilo Ceballos, con su globo “Unión”. El domingo 8 de marzo de 1874, en una de las tantos espectáculos que realizó en la ciudad, todo estaba dispuesto y con Ceballos ocupándose de los preparativos del inflado del globo. Un joven de 15 años, Nicasio Rosas, se ofreció para sujetar la red, y solicitó con insistencia subir al aparato junto al mejicano. Se produjeron algunas discusiones y negativas por parte de Ceballos, para que el joven no subiera.

En forma inesperada, en el momento en que se dio la orden de soltar el globo, Rosas pegó un salto y se tomó de las cuerdas que sostenían las argollas, donde iba colgado el trapecio. El globo comenzó a ascender, con Ceballos en el trapecio y el joven Rosas asido de las cuerdas. Agotada su energía, las fuerzas no le respondieron. Se produjo la inevitable caída, y la muerte instantánea de Rosas. Lo que debería haber sido una fiesta, se convirtió en una espantosa escena, observada por alrededor de 3000 personas.

Árboles, flores y una bella fuente

Gualino señala que aquellos que conocen o estudian la botánica, la Plaza López posee una increíble variedad de diferentes especies estimada en más de cincuenta árboles; pinos, palo borracho, pinos azules, rosales, magnolias, madreselvas, gomeros,  jacarandá, plátanos, palmeras, jazmines, entre tantos otros.

“La plaza tiene muchas especies  vegetales. Se trajeron de diferentes partes del país y de Europa. Algunas no duraban en el viaje otras semillas no prosperaban por el PH de la tierra. El traerlas de Europa era muy difícil porque tenían que llegar al puerto de Buenos Aires primero luego al de Rosario y para sacarlas, hasta que se lograba el permiso, muchas de ellas morían”, contó Guadino.

En 1872, ya finalizada la guerra, se decidió el trazado de la plaza y se colocaron gran variedad de árboles. Se estima que son más de 50 especies diferentes.

En 1888 se construyen las veredas y en 1927, bajo la intendencia de Manuel Pigneto, se colocan mosaicos en los canteros centrales.

La fuente original era de fundición de hierro, encargada por catálogo y traída de Europa. En 1925 se construye la actual, octogonal, a la que arrojan agua ocho cabezas de leones. En 1950 se construye otra, próxima a la esquina de Laprida y la cortada Storni.

 

Anarquismo y feminismo en Rosario

El 1° de mayo de 1890, por primera vez en Rosario hay un acto por los derechos de los trabajadores y de la mujer. Y la Plaza López fue el escenario: se conmemoró el “Día del trabajador”, al acto lo encabezó la anarquista Virginia Bolten, considerada la primera luchadora social.  La marcha llegó a la esquina de las calles Laprida y Pellegrini.

Hoy en la plaza existe una placa en su honor. Bolten editó en 1896 La Voz de la Mujer, un periódico financiado con su trabajo como operaria de la industria del calzado. Fue el primer órgano informativo dirigido por mujeres para mujeres. En 1901 la detuvieron por distribuir propaganda anarquista entre los trabajadores de la Refinería Argentina, y fue testigo del asesinato de uno de sus trabajadores, el croata Cosme Budislavich, primera víctima de las represiones antiobreras. En 1904, Bolten se trasladó a Buenos Aires y formó parte del Comité de Huelga Femenino. En 1907, Virginia participó en la huelga de inquilinos como parte del “Centro Femenino Anarquista”. Se radicó definitivamente en Montevideo, donde vivió aproximadamente hasta 1960.

Poeta con pasaje

Entre 1901 y 1910, la poetisa Alfonsina Storni fue vecina de la plaza. Su familia vivía en calle Laprida 1935. De allí nació el nombre que recibió posteriormente la cortada que oficia como uno de los límites de la plaza.

Alfonsina nació a fines del siglo XIX en Suiza, pero emigró a la Argentina a los 4 años. Vivió en San Juan y creció en Rosario. A los 20 años quedó embarazada y decidió irse sola a Buenos Aires. En 1912 nació Alejandro. Como madre soltera, luchó contra los prejuicios de la sociedad, y encaró los más diversos empleos para subsistir en la gran ciudad junto a su hijo. En 1938, ante la reaparición y propagación de un cáncer de mama, Alfonsina se arrojó del espigón del Club Argentino de Mujeres, en la playa La Perla de Mar del Plata.

Plaza hospicio

En la primera década del siglo XX, en el Pasaje Cullen (Hoy Alfonsina Storni) 771, frente a la Plaza López, funcionaba el sanatorio “Santa María”, comprado por una sociedad compuesta por el doctor Juan Atilio Arnaldi y los señores  Ricossa, Lovisolo. Cambió su nombre por el del médico, quien ocuparía el cargo de director técnico y administrativo. Es el origen del actual Sanatorio Plaza, en otro emplazamiento.

La calesita de la Plaza López

Se instala a comienzos de 1950 un emprendimiento de Stilliano Mitsis, de origen griego arribado a la Argentina en 1925, quien junto a su esposa mantuvieron dicho artefacto por décadas, hasta que su propietario ya grande sufrió un accidente y continuaron sus hijos.

Fabricada en Rosario por “Carruseles Sequalino Hnos”, empresa que inició este emprendimiento primero como una herrería en 1930 con el rubro de calesitas y carruseles, las figuras de animales originariamente “caballitos” eran tallados por un tal De Gregorio.

Las calesitas y carruseles eran distribuidas en todo el país e incluso exportados a Bolivia y Paraguay.  La empresa cerró a finales de 1980. Continuando esta tradición de fabricación artesanal por la firma “Dino”.

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