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Sociedad

Pensamiento y acción alertas contra la destrucción global

Gunther Anders anticipó que la sociedad de consumo, además de envenenar el ambiente, dividiría al mundo.


Gunther Anders fue un filósofo y escritor cuya labor estuvo orientada a analizar los desafíos éticos y la problemática que plantea a la especie humana el desarrollo desmesurado de la técnica que en lugar de propender al desarrollo de sociedades igualitarias sostiene la dominación y el armamentismo de los Estados y corporaciones del capitalismo. Su vida y sus obras son de una magna coherencia, pues no sólo ha legado ensayos y libros imperecederos sino que su accionar acompañó esa actitud antimilitarista hasta el final de sus días.

Primeros años

Günther Anders nació como Gunther Stern el 12 de julio de 1902 en la ciudad de Breslau (actual Wrocaw, en Polonia). Miembro de una familia judía, combatió en la Primera Guerra Mundial (1914-1918).

Realizó estudios de filosofía bajo la tutela de Edmund Husserl, habiendo sido paradójicamente alumno de Martin Heidegger, como también de Ernst Cassirer.
Fue condiscípulo de Hannah Arendt, con quien formaría pareja y conviviría entre los años1929 y 1936.

Como señala uno de sus biógrafos fue en esa etapa que Gunther Stern, quien ya había adoptado el seudónimo de Anders, “publicó tanto su primer libro de filosofía en la línea de la fenomenología con el título Sobre el tener. Siete capítulos sobre la ontología del conocimiento (1928) y artículos de gran influencia entre los posteriores filósofos denominados existencialistas –Une interprétation de l’a posteriori (1934-1935) y Patología de la libertad. Essai sur la non-identification (1935-1936)–, así como obras de género literario, entre las que destacan Learsi (Israel, 1933), La marcha del hambre, que recibió el premio a la novela corta de los emigrantes en1935, y Las catacumbas molusias (1930-1932), una novela en la que aventuraba la descripción de un país imaginario sometido a un Estado totalitario”.

Exilio y conciencia del horror

Gunther Anders padeció la persecución del nazismo y debió abandonar Alemania en 1933, con el ascenso al poder de Adolf Hitler, entre otras cuestiones por colaborar con el poeta y dramaturgo Bertolt Brecht. Emigró entonces hacia Estados Unidos de Norteamérica, donde ejerció diversos oficios, fue profesor de estética en Nueva York y hasta trabajador manual en la ciudad de Los Angeles.

Sus vivencias de estos años preliminares de exilio quedaron plasmadas en el libro Lo anticuado en el ser humano, que publicaría en el año 1950 al retornar a Alemania.

Luego de visitar el campo de concentración y exterminio de Auschwitz afirmó: “Si se me pregunta en qué día me avergoncé absolutamente, responderé: «En esta tarde de verano cuando en Auschwitz estuve ante los montones de anteojos, de zapatos, de dentaduras postizas, de manojos de cabellos humanos, de maletas sin dueño. Porque allí tendrían que haber estado también mis anteojos, mis dientes, mis zapatos, mi maleta. Y me sentí –ya que no había sido un preso en Auschwitz porque me había salvado por casualidad– sí, me sentí un desertor»”.

Anders tomó plena conciencia de los horrores que puede alcanzar la “razón instrumental”, como lo señalaron T. Adorno y M. Horkheimer en Dialéctica del iluminismo.

Señala un biógrafo que luego, “después de Auschwitz, Anders visitará Hiroshima. Para él, después de Auschwitz, el paso esperado de la ecuación poder-violencia. Escribe al piloto del avión encargado de evaluar el objetivo de la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima, Claude Eatherly, internado en un hospital de veteranos, un paria pero también una víctima. La correspondencia entre el filósofo alemán, el pacifista, y el aviador norteamericano fue publicada como Burning Conscience (Más allá de los límites de la conciencia), un documento del miedo, de la irracionalidad, de la desesperación. A raíz de ese breve tomo, Günther Anders fue calificado de «comunista» y «persona non grata» en los Estados Unidos de Norteamérica”.

Las tesis de Anders

Para Gunther Anders “el poder-violencia de Auschwitz y Hiroshima no se detendrá allí”.

La tercera etapa estará dada por el sistema de la sociedad de consumo que no sólo envenena el medio ambiente, los ríos, el mar, los bosques sino que divide al mundo en países en la opulencia y países en la miseria. Una sociedad de consumo que aplica la energía atómica para más autos, más armas, más cemento, más turismo, más idiotización con productos superfluos, pero al mismo tiempo más poder, mientras genera más violencia, más hambre, más subdesarrollo, más dependencia en los países no industriales. Y el mundo del “socialismo real”, ante el temor de quedarse en definitivo atraso tecnológico –y además por su idolatría por la técnica–, entregó también su alma al diablo del Estado atómico.

Para Anders, las estaciones hacia el fin de la humanidad (la destrucción sistemática y anónima del ser humano) comenzadas con Auschwitz, con Hiroshima (cuando el ser humano se apercibió de que sólo bastaba apretar un botón) se completa con Chernobyl (nombre representativo para Harrisburg, y todas las demás catástrofes ecológicas habidas en la última década), “donde el hombre pierde el dominio sobre el poder-violencia y se auto-mata en un holocausto de irracionalidad, obstinada estupidez y avaricia”.

Como señala Manfred Bissinger, intérprete de Günther Anders, “los temas de Anders giran constantemente en torno al problema de cómo la técnica gana cada vez más poder-violencia sobre el ser humano. Nos lo explica en sus tres tesis fundamentales, que son: que el hombre no está a la altura de la perfección de sus productos; que produce más de lo que puede imaginarse y responsabilizarse, y que cree que todo lo que es capaz de producir puede hacerlo y no sólo eso: debe hacerlo”.

Anders murió el 17 de diciembre de 1992 en Viena (Austria).

Nadine Gordimer, una mujer de coraje

Acaba de morir en Sudáfrica la escritora y activista social Nadine Gordimer, cuyos escritos y accionar fueron una permanente denuncia del oprobioso régimen del apartheid que rigió en su país durante décadas.

Galardonada en 1991 con el Premio Nobel de Literatura, Nadine fue una mujer con voz literaria potente y acciones inclaudicables en apoyo de las luchas sociales de aquellos a quienes Franz Fanon llamó “los condenados de la Tierra”.

En estos tiempos sombríos, en que los conflictos interétnicos que continúan desangrando a los pueblos son el camuflaje de las conflictivas relaciones entre opresores y oprimidos, destacar la figura de Nadine Gordimer es poner de relieve a una mujer de coraje que rehusó la comodidad para ejercer la solidaridad activa.

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