Edición Impresa

Juglar

Pedro Aznar, esta noche en el Círculo

Según Pedro Aznar, las canciones de “Contraluz”, su nuevo disco, tienen imágenes que comunican misterio y belleza, alejándose de los espejismos


Esta noche, a las 21.30, en el teatro El Círculo, Pedro Aznar presentará Contraluz, su reciente trabajo discográfico, repasará canciones de sus discos anteriores y versionará a otros autores desde su propia y singular interpretación.

A Aznar lo acompañarán Alejandro Oliva en percusión; Julián Semprini en baterías; Coqui Rodríguez en guitarras, y Tomás Fares en teclados. Contraluz tiene 13 canciones compuestas por Aznar en un arco estilístico donde caben el pop, el rock, folklore, algún bolero y hasta la ranchera. Este material no sólo confirma el talento de Aznar como compositor y cantante, sino que lo sitúa como un entusiasta explorador de nuevos sonidos. El músico discurrió acerca de la génesis y las motivaciones.

—Recorrer “Contraluz” es verte como músico, vislumbrar los matices sonoros de tu extensa carrera y también tu pasión por la fotografía. ¿Sentís que este disco combina todo esto?

—Muchas de las canciones están llenas de imágenes, que se podría decir que vienen del mundo de la fotografía. Una buena foto dice más que la imagen que muestra: comunica la emoción de haberse encontrado con algo o alguien cargados de belleza, misterio o poder. La poesía hace lo mismo: trasciende la palabra y va directo a tocar lo más profundo. En ese punto, las dos disciplinas se encuentran, y creo que este disco tiene, sí, una mirada fotográfica.

—El contraluz es una vista de algo desde el lado opuesto a la luz. ¿Cómo surge ese concepto?

—Contraluz habla de los espejismos, de esas cosas a las que nosotros mismos les atribuimos cualidades que no tienen, o cosas que ni siquiera están ahí. Uno de los grandes desafíos de vivir es poder ver más allá de las apariencias, desarrollar tu propio criterio y tu propio pensamiento, desacoplado de los lugares comunes y del sentir promedio. Por eso titulé el disco con ese concepto.

—El disco es muy ecléctico tanto en ritmos como en historias. ¿Tiene un hilo conductor?

—El hilo conductor soy yo mismo, es mi mirada y mi propuesta. Viene siendo así desde hace años, cuando decidí construir mi lenguaje a partir de la intersección del rock con la música de raíz. Y la gente que me escucha lo sabe y lo aprecia, lo que me da una gran libertad creativa. En este disco conviven una ranchera, un bolero/tango y una zamba con un tema electrónico y otro de rock metal. Cada canción es una historia, tanto en letra como en música.

—Pop, bolero, rock, folclore, una ranchera. ¿Hay algún orden de prioridades?

—No hay un orden de prioridades. Cada canción tiene su sello, y fueron saliendo todas con la mayor espontaneidad. Si escuchás el Álbum Blanco de Los Beatles te vas a encontrar con pop, baladas, canciones de cuna con orquesta y coro, fox-trot, heavy metal y hasta música concreta (esa forma de la música académica del siglo XX que utilizaba collages de cinta magnetofónica). ¿No era y no sigue siendo un deleite sumergirse en un mar con tantos paisajes? Yo me siento hijo de ese concepto del rock: una música abierta a toda posibilidad.

—Formaste parte de una de las bandas más emblemáticas del rock argentino, tenés  una elogiada carrera solista, ¿tenés alguna deuda pendiente?

—No, pago el saldo total de mis tarjetas de crédito todos los meses (risas).

Comentarios