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Paso: sistema K pide otro reparto y disputa global

Por: Pablo Ibáñez

reflexionesSin candidato bendecido ni usina que unifique táctica, el kirchnerismo empezó a explorar un componente que asoma determinante para la supervivencia política K post Cristina de Kirchner: el sistema electoral que se utilizará en 2015.

El foco está sobre dos factores que parecen, a priori, asuntos de logística electoral, pero tienen un enorme valor de diseño. Por un lado, el esquema de reparto que se utilizará en las primarias del 9 de agosto de 2015; por el otro, el régimen de boletas, adhesiones y colectoras que se permitirá en esa votación.

El esquema de las Paso está sólido y, salvo un cataclismo, se mantendrá. La idea muy germinal de reformar la ley para que las fórmulas se integren con distintos rivales de las Paso –el primero de un frente sea candidato a presidente y el segundo, a vice– logró unicidad de criterio entre los gobernadores del PJ que coinciden en mantener el sistema actual que no permite fusionar binomios.

La Casa Rosada, vía Carlos Zannini, transmitió una postura menos impetuosa que los caciques provinciales, pero similar. Sin los votos del oficialismo en el Congreso, la intención de Unen –que impulsa una gran interna de la que surja, luego, la fórmula presidencial– para retocar la ley está condenada al naufragio.

Pero el kirchnerismo, en su diversidad, que es el germen de posibles antagonismos futuros, tiene sus propias demandas. Una la expresó Agustín Rossi, 10 días atrás, en la reunión del Consejo del PJ, al plantear que debería introducirse el sistema D’Hont en la distribución de los cargos de la primaria.

El PJ, dominio de los gobernadores, no está dispuesto a permitir ese retoque. En 2009, cuando Néstor Kirchner impulsó la creación de las Paso, Juan Manuel Urtubey propuso introducir el sistema D’Hont, pero el ex presidente lo rechazó. Así y todo, no es necesaria una reforma legislativa porque el mecanismo de reparto de espacios lo establece cada frente electoral en su reglamento. Así como el FpV replicó, en 2011 y 2013, el formato del PJ –mayoría y minoría con un 25 por ciento– otros espacios, como Unen Capital, dispusieron un piso del 22 por ciento con sistema D’Hont.

 Boletas

En La Cámpora también se evaluó la hipótesis de proponer un modelo más “equitativo” de distribución entre las distintas listas que eventualmente compitan en las primarias. José Ottavis lo expresó hacia adentro de Peronismo Kirchnerista (PK), el espacio pejotista que armó en paralelo al neocamporismo.

La cuestión del sistema de reparto de espacios es esencial para conseguir volumen y socios en el caso de pretender armar listas que enfrenten, por ejemplo, a los intendentes. “Sacarle un 25 por ciento a un intendente para después meter al cuarto en la lista de concejales no es tentador para nadie”, explicó un dirigente K. En las provincias chicas, donde el ganador se lleva dos o tres diputados, el sistema de mayoría-minoría carece de sentido.

Hay un asunto más complejo. En el PJ apuestan a que la existencia de más de un precandidato presidencial en el FpV no implique que la competencia derrame hacía abajo, sino que los intendentes o gobernadores puedan, llegado el caso, llevar las boletas de los dos o tres postulantes presidenciales del FpV, especie de colectoras invertidas para evitar la dispersión de votos pero, sobre todo, la aparición de rivales en el plano provincial y local.

Los peronistas K o los K no peronistas entienden, a grandes rasgos, que si hay un postulante kirchnerista, eso debe servir para que el cristinismo pueda poner candidatos propios en todos los niveles, desde presidente hasta concejales, lo cual supone una interna más cruenta pero, a la vez, ofrece un esquema de competencia que podría negársele en caso de tener que negociar, forzados, listas de unidad. En ese proceso, Cristina de Kirchner deberá –formal o informalmente– bendecir a una sola figura híper-K para evitar la dispersión hacia abajo.

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